miércoles, 10 de junio de 2009

CONTENIDO

• El Estado ha vuelto…y a lo grande. Paul Kennedy.
• Pistas para entender el derrumbe, Pérez y Bolaños.
• Del impulso bélico, Octavio Quintero.
• Un areceta de Roubini, César González Muñoz.
• Resultados de la crisis, esquemas consecuentes y geopolítica empresarial. Octavio Ramírez Rojas.
• El indebido paro del Poli, Jorge Mejía Martínez.
• La quiebra de California, Mauricio Cabrera Galvis.
• Más sobre la reforma política, Ramón Elejalde.

El Estado ha vuelto... y a lo grande

PAUL KENNEDY, El País-Madrid, Domingo, 7/6/2009
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
Paul Kennedy ocupa la cátedra J. Richardson de Historia y es director de Estudios sobre Seguridad Internacional en la Universidad de Yale. Está escribiendo una historia de la Segunda Guerra Mundial.
¿Qué fue de los Amos del Universo satirizados por Tom Wolfe? Los ministros de Finanzas ocupan hoy su lugar. En contra de tantos augurios, Al Qaeda y la crisis han devuelto el protagonismo a los Gobiernos
Hace unos 500 años, en algunas zonas de Europa occidental, ocurrió algo curioso en la sociedad humana.
En vez de pequeñas unidades territoriales -ducados, principados, ciudades libres, áreas gobernadas por caudillos anárquicos y fronteras llenas de violencia- aparecieron varias naciones-Estado (España, Francia, Inglaterra y Gales), cuyos Gobiernos poseían poderes extraordinarios: el monopolio del ejército y la policía, el derecho a recaudar impuestos y el establecimiento de estructuras uniformes de gobierno, además de una asamblea nacional, una lengua común, una bandera, un sistema de correos y todos los demás atributos de la soberanía que los 192 miembros actuales de la ONU dan por descontados.
El mundo del capitalismo de libre mercado sin control se ha encontrado con un final brusco
Para los trabajadores que han perdido su empleo el castigo sufrido por los ricachones no es suficiente
Había llegado el Estado nacional, y el mundo nunca volvería a ser el mismo.
Pero ese Estado nunca careció de enemigos ni de críticos, entre ellos los numerosos intelectuales que se atrevieron a predecir su desaparición. Por ejemplo, Karl Marx profetizó que el éxito futuro del comunismo internacional llevaría de forma inevitable al "desvanecimiento gradual del Estado".
También los partidarios de una Federación Mundial en los años cuarenta del siglo XX propugnaron la instauración de varias formas de gobernanza mundial, incluido un Parlamento de toda la humanidad.
Más recientemente -y esto nos aproxima al tema de este artículo-, los defensores del capitalismo de libre mercado sin ningún tipo de control dijeron que el mundo estaba convirtiéndose en un bazar único en el que los Gobiernos eran cada vez más ineficaces, las guerras y los conflictos eran una cosa del pasado, la guerra fría era una curiosidad histórica y las finanzas cosmopolitas eran la fuerza dominante en los asuntos internacionales.
Los lectores recordarán libros con títulos tan sugerentes como El mundo sin fronteras (Kenichi Ohmae, 1990) y provocadores artículos sobre El final de la historia (Francis Fukuyama, 1989) como ejemplos de este tipo de pensamiento.
Si había un grupo de actores al que perteneciera el mundo, era a los juveniles banqueros de Goldman Sachs, los capitalistas de riesgo y los jadeantes economistas del laissez-faire. El Estado se había quedado anticuado, sobre todo en sus variantes más grandes.
Pues bien, dos grandes erupciones de principios del siglo XXI han puesto en tela de juicio la hipótesis de que ya no necesitamos ni tenemos que prestar atención a lo que los conservadores estadounidenses llaman, con desprecio, el "gran gobierno".
La primera fueron los atentados terroristas del 11-S. Aquellas acciones mortales e inesperadas por parte de unos actores no estatales hirieron profundamente a la nación más poderosa de la tierra y la empujaron a llevar a cabo una increíble variedad de respuestas contra Al Qaeda y los talibanes.
Todas las medidas de seguridad, la enorme acumulación de datos sobre cada ciudadano, la comunicación de informaciones de inteligencia nacional con otros Estados y las medidas coordinadas contra las cuentas bancarias sospechosas y los artículos prohibidos fueron algunas de las muchas consecuencias de la llamada guerra contra el terror. (Como nota personal, este artículo lo he escrito durante un viaje reciente alrededor del mundo en el que siempre estuvo presente el "Estado"; en el aeropuerto de Roma tuve que pasar tres controles de seguridad. Hace 20 años, habría resultado increíble).
Si a esos miedos al terrorismo unimos el inmenso malestar sobre la inmigración ilegal y las medidas contra ella, tenemos la impresión de que el "mundo sin fronteras", si es que alguna vez existió, se ha visto sustituido por controles gubernamentales y exhibiciones de autoridad en todas partes.
El segundo acontecimiento desafortunado y aterrador ha sido la crisis financiera internacional de 2008-2009, en la que la irresponsabilidad generalizada en el mercado de las hipotecas basura de Estados Unidos ha causado una onda expansiva que ha alcanzado a todo el mundo.
Se pueden decir muchas cosas sobre esta convulsa situación, pero una de las más importantes es seguramente cómo ha humillado a quienes el novelista estadounidense Tom Wolfe llamó con sarcasmo "los Amos del Universo", es decir, los banqueros, los asesores de fondos de inversión y los falsos profetas de un índice Dow Jones en crecimiento constante.
También han acabado aplastadas algunas de las entidades financieras más venerables y distinguidas. Para las personas que han perdido sus casas o han visto cómo se diezmaban sus ahorros y sus pensiones, la humillación pública de banqueros y consejeros delegados que hemos presenciado durante el último año no es más que un triste consuelo parcial.
Para los millones de trabajadores que han perdido sus empleos o se han visto forzados a reducir sus jornadas de trabajo debido a la recesión mundial, el grado de castigo de los ricachones no es, ni mucho menos, suficiente.
Pero eso no es lo que quiero dejar claro aquí. Lo que quiero decir es que el mundo del capitalismo de libre mercado sin control se ha encontrado con un final brusco y escalofriante y que el Estado ha tenido que intervenir para hacerse con el control de la situación tanto económica como política.
En varias partes del mundo, por supuesto, el Estado nunca se quitó de en medio, y a finales de los noventa ya había indicios de que estaba aumentando sus poderes en países tan distintos como Rusia, China, Venezuela y Zambia. Pero lo que resulta más llamativo es el reciente vuelco en las economías que hasta ahora se regían por el mercado, sobre todo en Estados Unidos.
Ver a los principales banqueros estadounidenses interrogados una y otra vez en los comités del Congreso, ver cómo sus empresas están sujetas a "pruebas de estrés" gubernamentales, enterarnos de que sus salarios y primas van a tener en el futuro un "tope", es ver cómo se derriba a unos gigantes. Y es un poderoso recordatorio de la fuerza latente del Estado-nación.
Lo mismo ocurre, lógicamente, en la esfera internacional. ¿Quiénes son hoy los Amos del Universo: los señores del capital privado, cuyas limusinas y cuyos helicópteros entraban y salían cada año del Foro Económico Mundial en Davos, o los adustos responsables de nuestros principales ministerios de Hacienda y bancos centrales? La respuesta es evidente.
Hasta las grandes instituciones financieras mundiales bailan al son que les marcan sus amos políticos, es decir, los Gobiernos que más voz tienen en ellas. Tal vez el Fondo Monetario Internacional vaya a disponer de unos cuantos cientos de miles de millones de dólares más para ayudar a las economías dañadas y las divisas en bancarrota, pero ¿quién lo ha autorizado?
Por supuesto, un grupo de gobiernos nacionales que comprendieron la necesidad de rescatar el sistema financiero mundial. Da igual que lo decidiera el viejo G-7 o el nuevo G-20 en su reciente reu-nión de Londres; el caso es que fue claramente un G-algo, es decir, fue una acción de "gobierno".
En resumen, el Estado ha vuelto a primera fila (si es que alguna vez dejó el teatro, y no estaba meramente descansando entre bambalinas). En la mayoría de los países, la parte gubernamental del PIB está aumentando sin cesar, en consonancia con el gasto oficial y las deudas nacionales. Todos los caminos parecen llevar al Congreso, o el Parlamento, o el Bundestag; o al Banco Popular de China. Los mercados observan con ansiedad el menor indicio de alteración de los tipos de interés o cualquier afirmación, por muy calculada o torpe que sea, sobre la fortaleza del dólar estadounidense.
Todas estas cosas no habrían sorprendido a los reyes Valois de Francia, ni a los monarcas Tudor, ni a Felipe II de España. Al final, y para utilizar una frase favorita del presidente Harry Truman, "la responsabilidad es mía". Es decir, de los líderes políticos, que, elegidos o no, son quienes suelen tener las riendas del poder.
Era una locura pensar que esa vieja verdad ya no era válida en los últimos años, sólo por las especulaciones de algunos responsables de fondos alternativos y unos cuantos banqueros excesivamente ambiciosos.



Pistas para entender el derrumbe

CLAUDI PÉREZ y ALEJANDRO BOLAÑOS, El País-Madrid, 06/06/2009
El interés por la crisis ha explotado y todos quieren saber cómo se ha llegado al borde del precipicio. Los textos sobre economía han logrado atraer al gran público
La economía está herida. Tal vez enferma. Esclerosis, metástasis, anemia, bulimia trombosis, todo ese parte médico aparece en la infinidad de libros que tratan de explicar -a medio camino entre el realismo visceral y la literatura fantástica- el último achaque de la variedad del capitalismo que nos ha metido en este berenjenal. Un virus financiero, de país rico, anglosajón para más señas, se ha extendido a toda velocidad ayudado por esa apuesta inmoderada por la globalización de los últimos años. No hay nada anormal en eso: las sociedades nacen, crecen y se derrumban una vez enferman; como ciencia social, la economía está en un punto crítico de ese ciclo vital. La Gran Depresión de los años treinta fue algo así como "una crisis de juventud, de ímpetu, de entusiasmo", aseguraba en un acto reciente el escritor José Luis Sampedro, testigo en su adolescencia de aquellas uvas de la ira. "Ésta, en cambio, es una crisis de vejez, de la decrepitud, del miedo", sostenía el autor de Economía humanista, una colección de artículos que repasa su labor como economista en los años cuarenta con un prólogo demoledor -"vivimos la decadencia del sistema, pero la historia no se acaba"- que entronca con la situación actual.
En una secuencia vertiginosa, la crisis que estalló en agosto de 2007 con la basura hipotecaria de Estados Unidos se ha convertido en una pandemia devastadora. En ella caben el rostro desafiante del malvado Bernard Madoff, la cara angelical de Barack Obama y, sobre todo, el decorado de tierra quemada que han dejado a su paso los bankgsters (banqueros y gánsteres) en Wall Street, apunta Ignacio Ramonet en La crisis del siglo. Pero más allá de los hechos -quiebras de bancos, intervenciones públicas a la desesperada, un sonoro reventón de la burbuja inmobiliaria y demás-, lo más interesante es quizás el relato de la crisis. Los economistas rara vez han conseguido destacar en el arte de contar los grandes batacazos del último siglo. Nadie explicó mejor que un humorista -Groucho Marx- el crash de 1929; ningún economista contó como John Steinbeck la extrema dureza de la década siguiente, y fue un periodista extravagante, Tom Wolfe, quien desnudó las vanidades que después ardieron el lunes negro de 1987. Quizá tampoco esta vez el gran libro de esta crisis sea obra de alguien del gremio, pero al menos hay un puñado de ejemplos sobresalientes. "Como economista con buena reputación, soy perfectamente capaz de escribir cosas que nadie pueda leer", se mofa el Nobel Paul Krugman en el imprescindible El retorno de la economía de la depresión, que, por cierto, se deja leer estupendamente.
Los libros sobre economía han logrado atraer al gran público en muy contadas ocasiones. En los últimos años, el éxito en España de algunos títulos traducidos del inglés, como Freakonomics, de Steven D. Levitt, o El economista camuflado, de Tim Harford, dieron pistas de un interés creciente. Obras en las que siempre se encontraba una explicación económica a cualquier comportamiento, desde lo más cotidiano a lo más esperpéntico.
Con la crisis de las hipotecas basura ha saltado por los aires la certeza de que todo hay que dejarlo al albur de las fuerzas del mercado. La famosa mano invisible tiene a día de hoy muy mala prensa. Pero, al mismo tiempo, el huracán financiero ha confirmado que la pista sobre los lectores era buena. El interés por la crisis ha explotado y, más allá de la academia, los libros sobre economía vuelven a emparentarse con la política y el modelo de sociedad en el que vivir. Pero, antes que nada, prima el deseo de entender cómo se ha llegado hasta el borde del precipicio. "Es importante hablar claro. Creo que esta crisis es también una crisis de comunicación". La reflexión es de Leopoldo Abadía, autor de uno de los fenómenos editoriales del año, La crisis ninja, que estuvo entre los más vendidos en Sant Jordi y puja al alza también ahora en la Feria de Madrid. El éxito de Abadía, que fue profesor del IESE durante 31 años, debe mucho a su didáctico esfuerzo por desenredar la maraña de la crisis financiera. Y otro tanto al envoltorio mediático del enésimo hallazgo de Internet: su texto inicial, escrito a los pocos meses de que la crisis despuntara en Estados Unidos, se colgó primero en la red y se propagó como la pólvora. En el camino del blog al libro, aquella explicación a bote pronto de lo que se venía encima se pone al servicio de una reivindicación de la ética empresarial y los valores familiares. Y el acercamiento campechano deriva en consejos de autoayuda, un género que ha copado los últimos años las estanterías dedicadas a la economía.
La historia económica y financiera ha quedado partida en dos: hay una era precrisis y otra posdesastre. La mayoría de los libros editados en los últimos meses responde a esa geografía acuchillada. El ejemplo más claro es El estallido de la burbuja, de Robert J. Shiller, una autopsia de la exuberancia irracional de los mercados. Shiller ahonda en las raíces fundamentalmente psicológicas de la crisis -aspecto que desarrolla en un libro que aún no ha aparecido en España, Animal Spirits- y es osado al proponer soluciones, siempre dentro de la órbita del mercado, pero con mayores dosis de control público para evitar aquelarres como el actual. George Soros, famoso especulador y filántropo (si ambas cosas son posibles a la vez), abunda en esa tesis en El nuevo paradigma de los mercados financieros, en el que sostiene que tras la caída del "fundamentalismo de mercado" hay que adoptar un nuevo modelo como agua de mayo: "Todo esto estaba destinado a acabar mal. [...] Uno no puede evitar concluir que tanto las autoridades financieras como los participantes del mercado no entienden cómo funcionan los mercados financieros".
Porque la debacle económica de los dos últimos años es comparable a lo que para la geopolítica fue la caída del muro de Berlín. "Sin un discurso alternativo, por primera vez el capitalismo debe justificar el fracaso de su inmenso éxito", cuenta Antonio Baños en el divertidísimo La economía no existe, que él mismo define como "un libelo contra la economía". La crisis pone al descubierto la inanidad de la Escuela de Chicago, esa fe dogmática en los mercados autorregulados y sin restricciones. Se cierra la etapa más salvaje e irracional de la globalización neoliberal, que iniciaron Reagan y Thatcher con aquel lema rompedor: "El Estado no es la solución: es el problema". Ése es el muro que cae esta vez.
El péndulo gira ahora al Estado como solución. Para eso han tenido que caer grandes bancos y algunos dioses -empezando por el ex presidente del banco central estadounidense, Alan Greenspan-, han quebrado varios países, han dimitido gobiernos, han engordado las amargas listas del paro. Y esa lista negra no deja de agrandarse, hasta el punto de que el colapso financiero que derivó en crisis económica amenaza con una última mutación para convertirse en tormenta social. El terremoto es de tal calibre que incluso hay indicios de un cambio de guardia entre los economistas. Los neokeynesianos salen como setas para enterrar a Milton Friedman -y en el fondo, también a John M. Keynes- con una tercera vía que aúna mercado y sector público y que propone a los economistas algo más que números. "La economía, la ciencia social matemáticamente más avanzada, es la ciencia humana más atrasada", critica Vicente Verdú en El capitalismo funeral. Autores como Cass Sunstein y Robert Thaler -Un pequeño empujón- escriben de economía de otra manera, tratando de acercarla al terreno de la sociología, la política y la psicología. Con indudable éxito: Sunstein es el nuevo zar regulatorio de la Administración de Obama.
El derrumbe económico es ya un fenómeno editorial: por lo menos esa industria ha sabido hacer suyo el muy manido mantra -ya casi un tópico- que identifica crisis con oportunidad. En los estantes de las librerías hay de todo: autores nacionales y primeras figuras internacionales -a veces editados con tanta premura que se maltratan las traducciones-, best sellers en toda regla (Abadía o El informe Recarte, de Alberto Recarte) y libros sesudos para expertos (Revolución en las finanzas, de Antonio Torrero). La revisión crítica de los mandamientos económicos de las últimas dos décadas hace hueco a la crisis alimentaria (Un planeta de gordos y hambrientos, del recientemente fallecido Luis de Sebastián), un oportuno recordatorio de que hay muchos otros asuntos a los que la economía debe responder, o a la pujante teoría del decrecimiento (Menos es más, de Nicolas Ridoux), que ante los desarreglos de los últimos años deja una conclusión desasosegante: "Hay que desacostumbrarse a la adicción al crecimiento". Algunos creen que no habrá más remedio. "La auténtica crisis está por llegar", asegura Santiago Niño Becerra en El crash de 2010, donde augura que el año próximo empezará una crisis "de proporciones gigantescas", que reproducirá "la situación de derrumbe que se produjo en 1929". Pero el apocalipsis es sólo una posibilidad. Si los economistas ni siquiera se ponen de acuerdo sobre la causa última de la crisis, mucho menos sobre su profundidad y horizonte temporal. "Dos, tal vez cinco o hasta 10 años de depresión nos amenazan", aventura Jacques Attali, asesor del presidente francés Nicolas Sarkozy y autor del libro ¿Y despues de la crisis, que? y de una de las grandes frases de los últimos meses: "Demasiado riesgo ayer, demasiada prudencia hoy. En ambos casos, los bancos son culpables".
La apabullante irrupción de malas noticias multiplica el ansia de información y da cobertura a todo tipo de títulos. El último en subirse al bólido editorial ha sido el ex presidente del Gobierno José María Aznar. En su España puede salir de la crisis, parte de un aseado análisis del desplome financiero, para luego dar un triple salto mortal: omite su complacencia y la del ex presidente de Estados Unidos George Bush con un sistema que tampoco cuestionaron los socialistas en 2004; alardea de unos resultados económicos que tanto deben al modelo que propone ahora cambiar; y responsabiliza de todos los males habidos y por haber al PSOE, lo que incluiría su patológica tendencia al déficit público (¡cuando fue el ex vicepresidente socialista Pedro Solbes el primero en cerrar presupuestos con superávit en la democracia!).
La búsqueda de culpables es uno de los grandes leitmotiv de la literatura sobre la crisis. Greenspan y los banqueros son el centro de todas las dianas. "Es imposible exagerar la total idiotez de la maquinaria financiera de la primera década del siglo XXI", describe Charles R. Morris en El gran crac del crédito. Morris clama contra "una nueva casta de grandes ricos que no han inventado ni construido nada". "Un malvado genio no hubiera sido capaz de diseñar una estructura más propensa al desastre", prosigue con brillantez este columnista cuyo libro se ha encaramado a lo más alto de la lista de superventas en Estados Unidos. Hace ya más de un año, Morris estimó las pérdidas en dos billones de dólares. En una conversación con este periódico, eleva la apuesta hasta los cinco billones, y eso sólo en Estados Unidos. "La escala de la crisis global es simplemente impresionante. La factura se pagará durante años", cierra.
"¿Cómo es posible que nadie lo anticipara?". La reina de Inglaterra no tuvo más opción que hacerse eco del clamor de la calle en su visita a la prestigiosa London School of Economics. Nadie supo responder, porque sí hubo avisos a navegantes, pero fueron ignorados. La crisis da pie a la revancha. Las voces que anticipaban el desastre, ahogadas por la aparente bonanza, colonizan ahora los estantes. Pocos ejemplos tan elocuentes de esa súbita ceguera social como el que brinda la economía española con la formación de la burbuja inmobiliaria. "Es la historia de un engaño colectivo", dice a modo de preámbulo José García Montalvo en De la quimera inmobiliaria al colapso financiero.
El libro del catedrático de la Universidad Pompeu Fabra empieza como las novelas negras que anuncian en la primera página quién es el culpable: la financiación barata y el empujón que se dio desde todos los ámbitos a las expectativas sobre el precio de la vivienda. Y mantiene la tensión con el relato de cómo un muro de coartadas hizo inútiles los esfuerzos por advertir lo que iba a pasar. Encuentra el arma -"los bancos tenían el hinchador de la burbuja y lo apretaron con alegría"-, topa con pistas falsas, como "el mito de que el precio de la vivienda nunca baja" o chivos expiatorios, como la especulación sobre el suelo. Y la garganta se anuda cuando entran en escena "el efecto imitación, la envidia y la codicia", personajes inquietantemente familiares. Para constatar que sí había voces discrepantes rescata los artículos que publicó en diversos medios desde 2002; el recurso se vuelve abuso y penaliza una escritura apasionada y precisa, que vuelve una y otra vez al lugar del crimen, donde el acceso a una vivienda digna se convirtió en bien de lujo: todos conocíamos al asesino, pero bajamos la vista al cruzárnoslo.
En la inmensa mayoría de los libros sobre la crisis aparece un capítulo final sobre la fuerza de las ideas, con las inevitables citas de Keynes: "La dificultad no es tanto concebir nuevas ideas como librarse de las antiguas" o "tarde y temprano son las ideas, y no los interesados, lo que resulta peligroso, para bien o para mal". Krugman resume todas esas moralinas con optimismo: "Los únicos obstáculos importantes [para solucionar los problemas actuales] son las doctrinas obsoletas que pueblan la cabeza de los hombres". Obsoletas o no, junto a la retahíla de novedades han aparecido un puñado de excelentes reediciones: no faltan Keynes y Galbraith, pero tampoco Friedman y Hayek. Hay que conocer la historia para huir de ella: el líder chino Wen Jiabao llegó a la última edición del Foro Mundial de Davos con una reedición de La teoría de los sentimientos morales, de Adam Smith. "Para esta crisis no hay libro de instrucciones", repetía a todo el que quisiera oírle el secretario del Tesoro de la Administración de Bush, Henry Paulson, cuando más se acercó la crisis al abismo, tras la quiebra de Lehman Brothers. Tal vez no lo haya, pero en media Europa ha destacado un libro entre todas esas reediciones que ha llegado a convertirse en superventas. Su título: El Capital. De un tal Marx.



Del impulso bélico

OCTAVIO QUINTERO, 27-05-09
(Presentación (resumen) en el II Seminario Internacional ANTONIO GRAMSCI, Bogotá, U. Nacional, “De la filosofía de la praxis a la práctica del común: Liberémonos de la guerra”).
El diario El Colombiano de Medellín despidió recientemente a varios de ellos, entre otros, al escritor y ex embajador de Colombia en Chile, Jesús Vallejo Mejía quien, en epístola suscrita a su colega Jaime Jaramillo Panesso, y quejándose públicamente de la forma como fue echado de la embajada y sacado de El Colombiano le dice: (…) “Así paga el diablo a quien bien le sirve”.
Hasta hoy caigo en cuenta que esa inocente frase que frecuentemente corre de boca en boca, no es más que una confesión de culpa de quien, en su momento, le prestó al diablo (para el caso presente, al gobierno de Uribe y a través de El Colombiano), servicios diabólicos.
De tiempo atrás traigo cargos contra la que llamamos “Gran Prensa” por su servil condición de partera de la mentira organizada que expone diariamente en sus titulares, editoriales y columnas de opinión bajo la maculada proclama de la “Libertad de expresión”, capturada hoy en día en beneficio propio por otra gran libertad que apenas es de pocos: el libre mercado.
Reciente nota del columnista de El Espectador, Rodolfo Arango (21-05-09), sostiene que (…) “los intereses económicos de los poderosos y las necesidades básicas de la gente sencilla han nublado las mentes de la mayoría. (…) Una muestra de falta de sentido moral es la que exhibe El Tiempo cuando confunde la libertad de expresión con la arbitrariedad de acoger como columnistas a personas seriamente cuestionadas en lo penal. La retórica puesta al servicio de la venalidad y del crimen. Todo en aras de asegurar los negocios”.
Otro escritor, Darío Botero, aprovechando la confesión de culpa de Vallejo Mejía, saca la conclusión en Columnistas Libres (un portal virtual), de que (…) “durante 17 años se dedicó a justificar ante sus crédulos lectores las bellacadas de Uribe”…
¿Cuántos afamados escritores, columnistas y periodistas de la estirpe de Vallejo Mejía pueblan los medios de comunicación? ¿Cuántos militantes de la guerra han sido empujados por estos gobiernos a empuñar las armas en vista de que las injusticias en ellos, con ellos y en su nombre cometidas, no tuvieron eco en la prensa o fueron tergiversadas por los panegiristas del régimen?
Por acción y omisión al mismo tiempo, la tarea informativa de los medios, tanto prensa como radio y televisión, contribuye a fijar en el inconsciente popular una especie de drogadicción bélica que nos arrastra a querer más y más, al punto que se nos hacen sosas las noticias que no echan sangre.
En el caso de El Tiempo que abre sus páginas a un retórico de la venalidad y del crimen, cae la radio con el ex ministro Fernando Londoño Hoyos, de quien tenemos pruebas de su laxa moral y sus ardides de abogado, condiciones y habilidades que aparentemente le calificaron para ocupar en los albores de este gobierno el Ministerio del Interior y de Justicia, y que posteriormente le resultaron ventajosas para acceder en la Cadena Súper a un púlpito matinal, irónicamente llamado “la hora de la verdad”, cargada de metralla y de consignas antipersonas con las que bien podría hacerse un símil entre los cilindros y las minas quiebrapatas de las Farc.
Carl Sagan, el más famoso escritor científico de todos los tiempos decía en su libro “El mundo y sus demonios” que (…) “Una de las lecciones más tristes de la historia es ésta: si se está sometido a un engaño demasiado tiempo, se tiende a rechazar cualquier prueba de que es un engaño. Encontrar la verdad deja de interesarnos. El engaño nos ha engullido. Simplemente, es demasiado doloroso reconocer, incluso ante nosotros mismos, que hemos caído en el engaño. En cuanto se da poder a un charlatán sobre uno mismo, casi nunca se puede recuperar”.
Nadie discutiría con razón que la prensa es la máxima institución de la expresión pública, y cuando la verdad pierde exposición en la opinión pública, crea estadios de expresión por fuera de las instituciones convencionales con el fin de hacerse escuchar por las malas, ya que por las buenas no pudo.
Mientras existan medios de comunicación y escritores que desdeñan las razones subjetivas de la violencia, la hoguera de la guerra seguirá ardiendo, alentada por inocentes soldados e intrépidos guerrilleros.
No digo, para finalizar, que la mañosa información de la Gran Prensa que nos alienta el ánimo bélico sea la única causa de la guerra… Pero que es una de las más importantes, no cabe duda.
Pero es indudable que la liberación de este estado bélico pasa por unas reformas políticas, económicas y sociales, entre otras, por la despenalización del narcotráfico y el consumo de drogas, cuyos principales protagonistas ni siquiera son los narcotraficantes o los consumidores sino esa cadena de negocios como la venta de armas y el comercio de precursores químicos que son lícitos cuando se hacen de Estado a Estado e ilícitos cuando las mismas armas y los mismos químicos, fabricados y producidos por los mismos países exportadores, caen en manos de los alzados en armas.
Mientras la lucha se siga dando contra los efectos y no contra las causas; mientras sigamos capturando a los negociantes y consumidores y no al negocio en sí mismo; mientras sigamos desdeñando la vida de los pobres y postergando la puesta en marcha de programas sociales como la reforma agraria, el empleo productivo y la vivienda digna; la educación y la salud como un derecho fundamental para todos, el impulso bélico seguirá luchando dentro de nuestras atribuladas almas como luchan dentro del alma del presidente Uribe las ganas de perpetuarse en el poder y perpetuar en nosotros sus propias iras y venganzas.


Una Receta de Roubini
César González Muñoz
Vino a Bogotá recientemente el economista Nouriel Roubini, promovido como el experto que predijo la crisis mundial. A juzgar por las crónicas, en su conferencia no parece que hubiera dicho algo especialmente original o inspirador. Pero, claro, de eso no se trataba. Dijo, por ejemplo, que América Latina estuvo de buenas durante el quinquenio anterior al estallido de la crisis mundial, porque la gran expansión de la demanda global elevó los precios de las materias primas; que fue un golpe de suerte, más que un resultado previsto y planeado. Cierto.
El comentario de Roubini apunta a que América Latina debe tener un colchón de seguridad mediante el fortalecimiento de los mercados nacionales e intra regionales de bienes y servicios; que allí hay una fuente potencial muy importante de prosperidad y crecimiento, quizás menos azarosa que las de los mercados de los países ricos. Roubini tiene toda la razón. Esa es, precisamente, la opinión que muchos hemos venido expresando desde cuando el Área de Libre Comercio de América, ALCA y después el TLC con Estados Unidos fueron vistos como la condición sine qua non del desarrollo colombiano.
A comienzos de la primera administración Uribe, el gobierno no tenía problema alguno en afirmar que el mercado interno colombiano no podía ser el motor del desarrollo, y que (muerto el ALCA) el TLC es “el verdadero plan de desarrollo que necesita Colombia”. Más tarde el gobierno habló de la necesidad de un nuevo “modelo de desarrollo”, pero éste quedó en el trípode Seguridad Democrática – Confianza Inversionista – Cohesión Social. Algo va de allí a un modelo de desarrollo.
Hay, en verdad, una ancha grieta entre el manual oficial colombiano y las propuestas alternativas, que vienen de posiciones intelectuales diferentes. Tales visiones no son boberías de gente ignorante (¡además, lo dijo Roubini!). La literatura académica al respecto es muy abundante. Diversos organismos multilaterales lo reiteran. Sería bueno desenterrar, por ejemplo, las ponencias de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en 2004. La conclusión allí es contundente: Para mover en serio los ejes de la pobreza y la miseria, es indispensable fortalecer los mercados internos de los países pobres. Naciones Unidas decía entonces que esa es la interpretación correcta de las buenas experiencias asiáticas.
En el este asiático la apertura internacional sólo arrancó después de un intenso y prolongado proceso de desarrollo de la manufactura, con altas tasas de crecimiento, el empleo a tope y una fuerte acumulación de capital controlado nacionalmente y con alta participación estatal. El mercado interno era la clave.
El desdén por el mercado interno, junto con la obsesión con el paradigma ideológico de la apertura comercial y financiera, les niegan a las naciones pobres la posibilidad de salir adelante recurriendo a sus propios medios.
Es evidente la importancia estratégica de los mercados regionales. Debemos reiterarlo: El 51% de las exportaciones norteamericanas va a Norteamérica. El 75% de las europeas va a Europa. El 50% de las asiáticas va a Asia. Para Suramérica y América Central ese porcentaje está por debajo del 25%. Sólo hay, en el pasado reciente, dos casos por fuera de la tendencia regional: El del comercio bilateral Brasil – Argentina y el de las exportaciones colombianas a Venezuela y Ecuador.
Así pues, es apropiada la receta de Roubini, que pertenece a una vieja doctrina económica y política en América Latina. Los amigos del comercio debieran poner tanto interés en la integración regional como en los dudosos dispositivos de los TLC. Y reconocer que el fortalecimiento de los mercados internos es una condición necesaria del éxito exportador.


RESULTADOS DE LA CRISIS, ESQUEMAS CONSECUENTES
Y GEOPOLITICA EMPRESARIAL

Octavio Ramírez Rojas

“ … In frothy periods of national prosperity, marketers may forget that raising sales are not caused by clever advertising and appealing products alone. Purchases depend on consumers’ having disposable income, feeling confident about their future, trusting in business and the economy, and embracing life styles and values that encourage consumption. … but by all accounts, this recession is the severest since the Great Depression. The wave of bad economic news is eroding confidence and buying power, driving consumers to adjust their behavior in fundamental and perhaps in permanent ways… ”
J.A. Quelch, K. E. Jocz

“ … En espumosos periodos de prosperidad nacional, los mercaderistas pueden llegar a olvidar que el aumento en las ventas no es causado exclusivamente por la publicidad ingeniosa y los productos atrayentes. Las compras dependen en que los consumidores cuenten con ingresos disponibles, en que se sientan seguros acerca de su futuro, en que confíen en los negocios y la economía y en que abracen estilos de vida y valores que estimulen el consumo. … pero al final de cuentas, esta recesión es la más severa desde la Gran Depresión. La ola de noticias económicas negativas está erosionando la confianza y el poder de compra de los consumidores, llevándolos a ajustar sus comportamientos de manera fundamental e incluso permanente… ”

J.A. Quelch, K. E. Jocz

En el aprecio general de las instituciones y especialistas regionales y mundiales, la actual crisis socioeconómica, originada en los sectores financiero y de valores estadinenses, hoy parece haber llegado a la zona de inflexión de su proceso de descenso, en la que denominamos la etapa de explosión y dimensionamiento inicial.
Del mismo modo, como resultados y efectos de esta misma crisis, se imponen cambios fundamentales sobre los esquemas de comportamiento económico, financiero y de relacionamiento de las personas, las familias y las entidades en general, privadas y públicas.
Es éste todo un proceso de alta complejidad y cuyo dinamismo exige capacidades de accionar proactivo para absorber y superar las oportunidades y los costos que se presentan siempre en circunstancias como las que nos rodean.
En el primer tema planteado sobre resultados de la crisis y con base en el reporte especial de The Economist sobre los negocios del sector real en Estados Unidos, Surviving the Slump, del 28 de mayo 09 y en el reporte especial de la misma publicación sobre la banca internacional de 14 de mayo 09, se resumen a continuación algunos indicadores y factores que dimensionan los alcances de esta etapa de explosión inicial de la crisis en curso, así:
• Este proceso se inició calladamente en Wall Street a finales de 2007, eliminando cinco millones de puestos de trabajo y elevando a un 15% la fuerza laboral que está desempleada o semiempleada, esto es, un total de veinticinco millones de personas.
• El valor bursátil de las empresas del sector real inscritas en bolsa se ha reducido en un 57%, desde su pico en octubre de 2007 hasta marzo del año en curso.
• La producción industrial cayó 12.8% en el último año, su peor caída desde la segunda guerra mundial.
• Se estima que la crisis recorte el valor del producto interno bruto estadinense en 3.5% en total.
• El pago medio para ejecutivos de las 500 compañías del Standar&Poors cayó 6.8% para 2008. Para los ejecutivos de firmas no financieras del mismo grupo de compañías el pago medio cayó 2.7%, mientras que el de los “titanes de Wall Street” cayó en 38%, con bonificaciones en nivel 0.
• La industria hotelera está llegando a reducciones del orden del 25% en sus ingresos medios por habitación.
• De la capacidad de producción de la industria automotriz, 17 millones de unidades, se espera vender sólo la mitad en 2009.
• El índice de confianza de los consumidores estadinenses cayó a su más bajo nivel en enero 09 desde su iniciación en 1967.

“ … este dolor eventualmente finalizará. Los negocios norteamericanos se recuperarán. Muchas compañías morirán pero los supervivientes emergerán lozanos y más fuertes que antes. … en los próximos dos años los negocios o empresas ganadoras serán aquellas que sean exigentes y austeros con los costos, conscientes del endeudamiento, cautelosos con el flujo de caja y obsesivamente atentos con los objetivos de los clientes y los mercados… “
Ahora, en relación con el sector bancario internacional los factores de relieve se resumen asi:
• El FMI estima que la media de la deuda sobre el PIB de los 20 países más ricos del mundo excederá del 100 por ciento en 2014, arriba del 70% en 2000 y de sólo 40% en 1980.
• La capitalización bursátil de la industria bancaria cayó en más del 50% en 2008, eliminando todas las utilidades generadas por el sistema desde el año 2003.
• La industria de servicios bancarios ha reducido su nómina de trabajadores en más de quinientos mil puestos desde su pico en diciembre de 2006, más de la mitad de ellos en los últimos siete meses.
• El FMI estima que el costo total por la crisis financiera para las instituciones del sector es de cuatro punto uno trillones de dólares.
• Se calcula que de los aproximadamente ocho mil bancos que hay en Estados Unidos desaparecerán más o menos dos mil a consecuencia de la crisis iniciada en su sector bancario y de valores.
Como lo hemos sostenido, la entidad o firma, entendida como un conjunto de relaciones contractuales y que actúa dentro del entorno conformado por su red de valor, debe incluir en su ecuación el alcance que tiene el crimen organizado y formal, el de cuello blanco y de estilo mafioso, el cual se ha institucionalizado en los sectores privados y públicos con implicaciones en la relaciones financieras, de comercio, políticas, de gobierno y similares, afectando los territorios, las regiones y los estados en medio de los cuales se opera, todo con implicaciones globales de marcada influencia.
Las citadas consideraciones hacen del entendimiento de la geopolítica empresarial un requerimiento estratégico y operativo por sus alcances en los plazos inmediato, mediano y largo. Y como expresado, los efectos consecuentes de la crisis están, y continuarán, impactando los esquemas de consumos y compras de los hogares y de las empresas, requieren superar los modelos ineficaces de gerenciamiento y de liderazgos perversos ( los madof, los dmg, la contratación privada y pública torcida, las presiones del crimen trasnacional y local organizado y mafioso, la gestión pública y privada corrupta, la desinstitucionalización en lo fiscal y lo presupuestal, entre otros varios factores ) los cuales inciden en todos los espacios de la socioeconomía del orbe.

Debe ser un propósito de todos los agentes que de una u otra manera participamos y vivimos la coyuntura de estos cambios, para que el minuendo sea siempre más grande que el sustraendo en la aritmética del bienestar y la riqueza socioeconómica e intelectual.
Bogotá, 31 de mayo de 2009


El indebido paro del Poli

Jorge Mejia Martinez, Jorge.mejia@une.net.co
El primer argumento de los voceros estudiantiles del Poli para justificar el paro fue el de la supuesta pérdida de $10.000 millones de pesos destinados a la ampliación de las instalaciones del sector del Poblado. Una acusación tan grave de corrupción tenía que alborotar la tranquilidad conquistada en los últimos años consecuencia de la reconocida gestión del exrector Juan Camilo Ruiz. Luego escuchamos por la radio al actual rector Efrén Barrera con explicaciones detalladas sobre cómo los recursos heredados de la administración departamental de Aníbal Gaviria Correa, que reposan en una cuenta del IDEA, podrán ejecutarse luego de que los engorrosos trámites de Planeación municipal se finiquiten. Siendo asesor de la Alcaldía de Medellín fui testigo del afán del directivo del Poli por agilizar los trámites a pesar de las respuestas parsimoniosas de la municipalidad. De este argumento, detonante del paro, no se volvió a hablar por parte de sus promotores.
La exigencia de la congelación de las matriculas perdió fuerza porque de hecho las mismas no se habían incrementado desde el pasado año. Ya estaban congeladas. Luego apareció como trofeo la exigencia de la cabeza del rector. Con tan difusos objetivos el movimiento estudiantil no encontró eco en los medios de comunicación, ni en la Asamblea departamental, ni en la gobernación, ni en el Concejo Superior de la Institución. Muchos estudiantes empezaron a retornar silenciosamente a clases.
Conozco a Efrén Barrera. Excelente académico de renombre por fuera de las fronteras nacionales. Con un genio parejo que lo hace ver poco saludable o efusivo, pero capaz de mostrar las manos limpias. El hombre será algo apático, pero no corrupto. No le conozco filiación política, pero fue designado rector con el apoyo del anterior gobernador por su meritoria hoja de vida sin que fuese cercano o conocido por Aníbal Gaviria, y Luis Alfredo Ramos, actual mandatario regional, tampoco quiso aprovechar el desbordado paro estudiantil para hacerse a la cuota burocrática de la rectoría del Poli.
Habla bien de la autonomía del rector su decisión de echarse para atrás luego de que fuera asaltado en su buena fe al propiciar que el Politécnico hiciera sociedad con el IDEA, auspiciada por la Contraloría departamental, para darle vida a la Fundación Buen Gobierno destinada a burlar la ley 80 de contratación pública, para que las adjudicaciones de cuantiosos recursos de la gobernación recaigan en los contratistas más cercanos seleccionados a dedo. Este es un asunto que como dijera el Fiscal general de la Nación a propósito de las chuzadas del DAS, en Antioquia nos hiede muy maluco.
En lugar de obnubilarse con la cabeza del rector a partir de acusaciones temerarias, los estudiantes del Poli debieran apersonarse de fortalecer la institucionalidad creando un frente común contra la politiquería y el oportunismo que penden como una amenaza, a través de mesas de trabajo con participación de la Asamblea Departamental, el sector productivo, los estudiantes, los docentes, etc.. Buscando un nuevo norte para la institución (alineamiento estratégico) a partir del conflicto, enarbolando intereses comunes, no particulares, por parte de las las 5 organizaciones de base en conjunto con la administración. Robustecer las finanzas del POLI, desde un real compromiso de los gobiernos departamental y municipal -más del 60% de los estudiantes del POLI son de Medellín- por salvaguardar el futuro de la educación superior pública.
Hay que pensar seriamente en la idea de tener una sola institución universitaria departamental, juntando el Poli y el Tecnológico de Antioquia, lo cual permite juntar recursos, fortalecer la investigación tecnológica, reducir la burocracia y proyectarse a las diferentes subregiones del departamento de una manera integral. Evaluar la pertinencia de los programas académicos existentes, ajustándose a las realidades del mercado del siglo XXI, con programas líderes e innovadores en ciencia y tecnología. Seguir buscando nuevas alianzas nacionales e internacionales, que permitan ofrecer programas de pregrado y posgrado con doble titulación.
Hay temas mucho más importantes al frente como para sacrificar un semestre por obstinarse en exigencias endebles soportadas en endebles apreciaciones. El desgaste es peor.

LA QUIEBRA DE CALIFORNIA


MAURICIO CABRERA GALVIS, Cali, Junio 6 de 2009
Con quiebras del tamaño de la General Motors o de la aseguradora AIG ha pasado casi desapercibida otra enorme quiebra que puede tener inclusive mayores repercusiones económicas y políticas, y que en Colombia debemos analizar con cuidado pues tiene muchas similitudes con lo que nos está empezando a pasar aquí.
Se trata de la quiebra de California, conocida como el “estado dorado”, es el más rico de los Estados de la unión americana y representa casi el 15% de la economía de ese país. A pesar de no tener sino 37 millones de habitantes, el PIB de California es cercano a 1.8 billones de dólares (8 veces más grande que el de Colombia), y si fuera un país independiente California sería la octava economía más grande del mundo con un tamaño similar al de Italia o España.
A pesar de su tamaño y riqueza, California enfrenta una crisis fiscal sin precedentes: es uno de los Estados más golpeados por la recesión económica de manera que los ingresos fiscales han caído drásticamente y se estima que este año el déficit puede ascender a 41.700 millones de dólares. El tamaño relativo de este déficit (2.5% del PIB) seria manejable para un país independiente con banco central moneda propia y capacidad de endeudamiento, pero es imposible de manejar en las circunstancias actuales de cierre de los mercados financieros para un Estado federal como California que tiene la segunda calificación más baja de riesgo crediticio. Simplemente no hay quien le quiera prestar.
Para enfrentar el problema, las autoridades californianas estaban obligadas por la constitución estatal a acudir a la soberanía del pueblo, esa “etapa superior del Estado de Derecho que es el estado de opinión” –como dice sin sonrojarse el presidente Uribe-, y convocaron para el pasado 19 de mayo un referendo con 6 proposiciones, 5 para subir impuestos y una para congelar los sueldos de los empleados públicos. Como era de esperarse, a través del voto popular las mayorías rechazaron los aumentos de impuestos y solo aprobaron el congelamiento de salarios, que solo reduce en una mínima parte el déficit.
La única alternativa que le queda entonces al gobernador de California, el conocido actor Arnold Schwarzenegger, es apretarse el cinturón y recortar el gasto público. Así ya anunció la cancelación de programas de inversión pública por 3.800 millones de dólares, incluyendo autopistas, asilos para ancianos y cárceles. Además se va a reducir el presupuesto de todas las dependencias oficiales, y se van a despedir a 22.000 empleados públicos, lo que va a afectar severamente los programas de salud y educación públicas. Se estima que las instituciones de educación pública verán reducido su presupuesto en 6.300 millones de dólares.
Cuando la mayoría de los países del mundo están adelantando programas de estímulo fiscal para combatir la recesión, las restricciones fiscales obligan a California a ir en contravía y recortar el gasto público, lo que sin duda va a agravar la crisis en ese Estado. ¿Suena parecido con la situación de Colombia?
Una de las causas estructurales del déficit fiscal de California es la rigidez e inflexibilidad de los ingresos fiscales. No por contratos de estabilidad jurídica como en Colombia, sino como resultado de haber tomado la vía de la democracia directa –los referendos- para decidir los impuestos. En efecto, en 1978 en un referendo popular los californianos aprobaron la llamada Proposición 13, que limita los aumentos del impuesto predial para que los propietarios no tuvieran que pagar más impuestos si aumentaba el precio de sus viviendas. De esta manera se cercenó la principal fuente de ingresos estatales y California depende hoy más de los impuestos a la renta y a las ventas que son los que más caen en una recesión. Lo más complicado es que se necesitaría otro referendo para levantar esta prohibición.


NADIE DIO LA ORDEN DE CHUZAR.-

Roberto Gutiérrez Castañeda.
Cuando Ortega y Gasset decía “Yo soy yo y mis circunstancias” daba a entender que no podía abstraerse de su entorno. El entorno de una u otra manera determina la conducta humana, como bien lo expresó J.J Rosseau en su obra “Emilio”.
La paranoia existente alrededor del poder presidencial donde todos ven conspiración donde sólo existe disenso, donde la genuflexión es el denominador común de los ad láteres presidenciales y donde la Casa de Nariño se confunde con el Palacio de Versalles y al presidente con Luis XIV, “EL Rey Sol”, la consecuencia lógica es que los organismos de protección del estado hubieran, como a no dudarlo lo hicieron, tomado la sagrada iniciativa de vigilar a todos los “enemigos” de la patria . Al fin y al cabo ellos son los ojos y oídos de la satrapía.
Pavlov desarrolló la teoría de los reflejos condicionados e incondicionados. Estudio que los soviéticos aprovecharon en el desarrollo de la segunda guerra mundial para amaestrar perros que respondían ante la presencia de los tanques Panzer buscando comida debajo de su coraza blindada. En el lomo de los perros hambrientos colocaban cargas explosivas que se activaban al contacto con las láminas metálicas y con esta treta destruían los temidos tanques y neutralizaban al enemigo. Ni que decir que los alemanes temían , odiaban y cazaban a los perros. De igual manera los sabuesos del DAS de manera condicionada reaccionaban automáticamente ante todo aquel que no pensara y actuara de acuerdo con la línea de José Obdulio.( A propósito el diccionario EDAF trae la siguiente definición “OBDURACION: Porfía en resistir lo que conviene, obstinación y terquedad”).
Mientras exista el estado de hesitación permanente, de exclusión e intolerancia alrededor del poder las chuzadas continuarán. Para acabar con esas prácticas es necesario cambiar el ambiente mefítico en el que se desarrollan los obsecuentes amigos de “el gran hermano”.-

ROBERTO GUTIERREZ CASTAÑEDA, e-mail rogucas1@hotmail.com, Cel 315 738 05 75, Riohacha, junio de 2009.-


Más sobre la reforma política

Ramón Elejalde Arbeláez, www.ramonelejalde.com
A un debate está la reforma política de convertirse en norma constitucional de obligatorio cumplimiento. Desde estas mismas páginas habíamos denunciado la inclusión en el articulado de un esperpento que beneficiaría a narcotraficantes, a paramilitares y a guerrilleros incursos en delitos de lesa humanidad, norma que de haberse concretado seguramente nos haría mucho daño allende las fronteras. Pero los adefesios de la reforma política no han terminado. Una sesuda carta del precandidato Liberal Aníbal Gaviria Correa al presidente del H. Concejo de Medellín, doctor Bernardo Alejandro Guerra H. con motivo de un foro para debatir la reforma en comento, deja al descubierto preocupaciones que siguen rondando en la academia y los círculos bien informados.
Se queja el doctor Gaviria Correa de que la reforma no tuvo ni la difusión, ni la discusión deseadas y que solamente en los últimos días, por los micos que ella consagraba, se vino a conocer de las propuestas. Éstos no son temas de poca monta y la opinión pública debe conocer y debatir las posibles normas que se incluirán en la Constitución, que a no dudarlo es nuestro contrato social.
Se queja el precandidato Liberal de que a la reforma política le falta un tema: “La reforma tuvo iniciativa gubernamental y el objetivo era hacerles frente a los vínculos de congresistas con los grupos paramilitares, donde un número muy importante de congresistas les debieron sus curules a dichos grupos ilegales”. Al Gobierno y al Congreso les faltó decidir sobre el fuero para investigar a los parlamentarios. No puede ser posible que sea la voluntad de los investigados la que indique el funcionario judicial competente para conocer de su caso. La figura del juez natural se desvirtúa con lo que está sucediendo con las investigaciones que se adelantan a los parlamentarios.
Ya había señalado hace quince días en estas mismas páginas que la reforma lo que hace es privilegiar los intereses particulares de los congresistas. Permite el transfuguismo por dos meses, ya que les facilita a los corporados que se volteen o cambien de partido durante ese lapso de tiempo. Es decir, no necesitan cumplir ni las normas actuales ni las futuras. Bonito ejemplo, más cuando en la cátedra de Constitucional General siempre se les enseña a los alumnos que las constituciones no solamente son de contenidos jurídicos, sino éticos. También prohíbe la norma que se puedan realizar coaliciones con grupos significativos de ciudadanos para inscribir o apoyar aspirantes a cargos públicos. Esto ni más ni menos lo que pretende es cerrarles el paso a candidatos que no provengan de los partidos o movimientos políticos.
Denuncia también el doctor Aníbal Gaviria en su muy interesante carta al Concejo de Medellín, que la reforma contiene unos elementos nocivos para la democracia y para el derecho fundamental a ser elegido. Entregarle competencia al Consejo Nacional Electoral para revocar inscripciones de personas inhabilitadas para ser elegidas en cargos de elección popular es entregarle a un órgano al extremo politizado funciones que hoy cumple la Rama Judicial. “Un asunto de éstos tan importantes en un régimen democrático, donde está en juego la restricción al derecho fundamental de ser elegido, no puede estar en manos de órganos políticos. También se les quiere entregar a las autoridades electorales para que conozcan de asuntos de nulidad electoral, cuando le entregan al Consejo Nacional Electoral la posibilidad de estudiar las irregularidades en las votaciones y escrutinios, antes de presentar las demandas ante la Justicia.
No sé dónde estaban los juristas del Congreso, al momento de discutir y aprobar estos monumentales despropósitos.