jueves, 15 de noviembre de 2007

LA SALVAJE ESPERANZA
Gonzalo Arango

Eramos dioses y nos volvieron esclavos.
Eramos hijos del Sol y nos consolaron con medallas de lata.
Eramos poetas y nos pusieron a recitar oraciones pordioseras.
Eramos felices y nos civilizaron.
Quién refrescará la memoria de la tribu.
Quién revivirá nuestros dioses.
Que la salvaje esperanza sea siempre tuya,
querida alma inamansable.


CONTENIDO


“Cuando la lealtad implica vileza,
la rebelión es justicia”.
Sir Roger Casement , mártir Irlandés



• La inhabilidad no existe, Horacio Serpa.
• Diaporama sobre los pendejos, Facundo Cabral.
• Lo nuevo en el Palacio de Justicia, Juan Manuel López Caballero.
• Nuestro futuro urbano, José Santamarta Flórez.
• El socialismo de ayer a hoy, Octavio Quintero.
• Hecatombe y reelección, Guilermo Pérez Téllez.
• Anacrónico y peligroso, Ramón Elejalde.
• Un fracaso anunciado, Amylkar Acosta Medina.
• Competitividad y miseria, Mauricio Cabrera Galvis.
• Mafia, la primera empresa de Italia, Matteo Dean.
• América y su guerra con el reino invisible de satán, Norman Mailer.
• La guerrilla que pide perdón, Gustavo Sierra.
• El conflicto Chávez-Baduel visto por un bolivariano. Heinz Dieterich.
• El relámpago del Catatumbo, Rafael Márquez.
• Con las letras se hace más que con el poder, Carlos Fuentes.
• El oso del salario mínimo, César González Muñoz.
• Gabriel Turbay, por Eduardo Durán Gómez. Homenaje del Boletín Virtual en los sesenta años de su muerte.
• Votar por Mukasey es votar por la tortura, Amy Godmann.



LA INHABILIDAD NO EXISTE


Horacio Serpa

En los días previos a las elecciones circularon panfletos de distintas características en los que se decía que yo no podía ser elegido Gobernador de Santander porque un hermano mío se desempeña como Procurador en Bucaramanga. Por entonces todas las encuestas hablaban de mi triunfo, que además se sentía en el ambiente. Había que hacer algo para impedirlo, y lo de la inhabilidad fue uno de los principales caballitos de batalla.

Como no resultó la guerra sucia, tocaba pasar a otro nivel de la estratagema: ganar en los estrados judiciales lo que no se pudo alcanzar en la controversia democrática.

Entonces, acudieron a la jurisdicción electoral y plantearon la inhabilidad para solicitar que no se reconociera el nítido resultado de las urnas y se entregara la credencial de Gobernador al candidato que perdió por casi doscientos mil votos de diferencia. Increíble, porque en lo electoral exclusivamente se dilucida lo de la votación, y porque no es posible aceptar como ganador a quien perdió por mandato popular. Por eso la Comisión Escrutadora rechazó de plano la pretensión del querellante, quien apeló en acto que el Delegado de la Procuraduría calificó de temerario.

Ahora la decisión está en manos del Consejo Nacional Electoral. Debemos esperar su pronunciamiento. No dudo que rechazará la demanda y me entregará la Credencial que gané limpiamente gracias al generoso apoyo de los Santandereanos. Es un trámite corto. Nos obliga respetar a la Autoridad. Orgullosamente me posesionaré como Gobernador el próximo primero de Enero.

Estoy muy reconocido por las generosas expresiones de solidaridad que he recibido. Son nuevas manifestaciones de confianza que me obligan mucho más con nuestro querido Santander.

Se que ahí no va a terminar el asunto. Se llevará al conocimiento de la Justicia Administrativa, donde se definen estas materias. Es lo debido, en cambio de ponerse a hacer triquiñuelas. Allí se aplicará la justicia correctamente.

Muchos paisanos que no son expertos en aspectos jurídicos se estarán preguntando la razón de tanto bullicio.

La democracia exige que los procesos electorales sean pulcros, transparentes y se desarrollen en un pié de igualdad entre todos los candidatos. Cuando hay parientes de estos en cargos oficiales desde los cuales se puedan ejecutar acciones que los favorezcan, no se debe ser candidato. Es la inhabilidad. La ley señala taxativamente cuales son esos cargos, entre los cuales está el de Procurador Delegado.

Tengo un hermano que trabaja en la Procuraduría. No es Procurador Delegado, sino Procurador Judicial II para Asuntos Agrarios. Su función es la de ejercer el Ministerio Público en los trámites de tipo agrario. Esta actividad la cumple exclusivamente en los despachos administrativos y judiciales, sin relación ni contacto con la comunidad. No es nominador de personal, no maneja presupuesto, no ejerce labor disciplinaria alguna y no toma decisiones judiciales ni administrativas. Tampoco ejerce autoridad política o militar. Es un abogado que litiga en nombre de la Procuraduría, sin influencia de ninguna especie ante la comunidad, ni poder para inducir, menos obligar, a otras personas a respaldar en las urnas a su pariente candidato a la gobernación.

No obstante la claridad del caso, cualquier ciudadano puede acudir a la justicia para que se pronuncie sobre el tema. Es lo que corresponde a un Estado de Derecho. Para nada me incomoda. Al contrario. Quien respecto a mi tenga dudas o reservas, que acuda a la Autoridad para que se pronuncie.

Es lo que haré como Gobernador, a partir del primero de Enero. Acatar la ley y respetar a la autoridad. Someterme al escrutinio público. Ya he dicho que respetaré a la oposición, y que brindaré toda las garantías para que sobre mi gobierno y sobre mis comportamientos se ejerza control político y fiscalización. Me obliga y lo haré con satisfacción, con palabra de Santandereano.
Bogotà D.C., 10 de Noviembre de 2007




Diaporama sobre los pendejos


Facundo Cabral, colaboración enviada por el Dr. Carlos Alberto Villegas desde Madrid.

Mi abuela decía: Abría que acabar con los uniformes que le da la autoridad a cualquiera. ¿Qué es un general desnudo? ¡Y tenía razón! Y tenía derecho a hablar de esto porque estuvo casada con un coronel, que era realmente un hombre valiente. ¡Solamente le tenía miedo a los pendejos!
Un día le pregunté ¿Por qué?, y me dijo, porque son muchos….no hay forma de cubrir semejante frente.
Y por temprano que te levantes, a donde vayas, ya está lleno de pendejos.
Y son peligrosos porque al ser mayoría, eligen hasta al Presidente.
Y los hay de todas las categorías, por ejemplo:
El pendejo informático, que es un pendejo computado.
El pendejo burócrata, que es oficialmente pendejo.
El pendejo optimista, que cree que no es pendejo.
El pendejo pesimista, que cree que es el único pendejo.
El pendejo esférico, que es un pendejo por todos los lados.
El pendejo fosforescente, porque hasta de noche se ve que por allá viene un pendejo.
El pendejo de referencia, ¿dónde está Alberto?, allá, al lado del pendejo de chaqueta gris.
El pendejo consciente, que sabe que es pendejo.
El pendejo de sangre, que es hijo y nieto de pendejos.
Y el más peligroso de todos: El pendejo demagogo, que cree que el pueblo es pendejo.



Lo nuevo en el caso del Palacio de Justicia

Juan Manuel López Caballero.

Se podría decir que el interés judicial por lo sucedido cuando el holocausto del Palacio de Justicia se inició al vincular la Fiscalía algunos de los oficiales de las Fuerzas Armadas que participaron de esa operación. Esto ha llamado mucho la atención y la pregunta que más se plantea es ¿porqué hasta ahora? ¿porqué si todo lo que hoy aparece se conocía desde entonces, no se habían iniciado los juicios antes?
Lo sorprendente es que la razón –o mejor, el pretexto- sería que dependía de saber que pasó con los desaparecidos de la cafetería. Y si bien es lógico que fuera la ‘pieza que le falta al rompecabezas’ la que centrara la atención o el interés de la opinión (o de los medios), no lo es que por ello se desatendiera la obligación de la Administración de Justicia.
El hecho es que la barbarie del manejo para la llamada ‘retoma’ del Palacio por parte de las fuerzas del Estado fue condonada, y que los delitos y crímenes cometidos entonces quedaran en su mayoría prescritos. Para unos el hecho de que el ataque del M19 fuera un acto delictuoso, para otros el que fuera cometido por un grupo subversivo, y para otros más el que supuestamente pudiera haber sido respaldado por el narcotráfico, eran razones suficientes para justificar cualquier error, cualquier exceso, e incluso cualquier crimen.
Alguna inquietud se presentaba en relación a los desaparecidos, pero hasta eso se logró minimizar con el absurdo de que no se iniciaban los juicios porque las víctimas o sus restos no aparecían, cayendo en contradicción con lo que es el delito mismo, que se produce justamente por no saber que pasa con ellas.
Lo que dio vuelo a las instancias judiciales fueron las pruebas que confirman que el Magistrado Auxiliar Horacio Urán, quien apareció como uno de los muertos del combate, había salido vivo de Palacio.
Pero respecto a la desaparición del grupo de empleados de la cafetería, tomó 20 años que se comenzara a aplicar las leyes y la justicia, siendo a lo largo de ese lapso la situación tan clara como hoy:
-Por ser un delito continuado la desaparición forzada no tiene prescripción.
-No se puede pensar en ‘autodesapariciones’;
-No pudo ser el M19 el que los sacó y se los llevó;
-La deducción -más fuerte que cualquier indicio- es que los responsables de las desapariciones fueron las fuerzas oficiales;
-Y como de acuerdo a nuestro ordenamiento legal el principio de ‘obediencia debida’ en las fuerzas armadas hace que los subalternos ni puedan no acatar las ordenes ni puedan ser llamados a responsabilidad por las actuaciones que de ellas se derivan, la ley penal obliga que como presuntos culpables de ese delito sean llamados los mandos a cargo del operativo.
-El grado de culpabilidad de los niveles superiores lo determinará el juicio mismo, pero, a menos que se establezca una insubordinación, debe llegar al tope de la jerarquía.
Puede que todos los otros crímenes (homicidios fuera de combate, torturas, secuestro, etc.) no puedan ser ya juzgados; pero está en manos de nuestros jueces y fiscales que no quede todo en la impunidad y en la ignorancia de la verdad… Y ojalá no se diga que al revelar y confesar el sitio donde están los cadáveres terminaría la desaparición y se rompería la condición de delito continuado, y eso salvaría a los involucrados, por quedar cobijados por la prescripción sobre las acciones cometidas durante ese tiempo.



Nuestro futuro urbano


José Santamarta Flórez * , Ecoportal No. 322.
Un tercio de las personas que habitan en ciudades viven en chabolas, ranchitos, tugurios, favelas o barrios miseria, soportando toda clase de condiciones indignas. Son necesarias, entre otras cosas, políticas fiscales de redistribución de la renta, nueva fiscalidad ecológica, gasto público encaminado a erradicar la pobreza y, sobre todo, creación de los puestos de empleo.
En palabras de Italo Calvino, “las ciudades, como los sueños, están hechas de deseos y pesadillas”. Este año, por primera vez en la historia, la mitad de la población mundial vivirá en ciudades (aunque siempre es difícil establecer una clara división estadística entre población urbana y rural), pero en un país industrializado y con un alto nivel de renta, como España, no es difícil comprender la realidad de que un tercio de los más de tres mil millones de personas que habitan en ciudades viven (es un decir) en chabolas, ranchitos, tugurios, favelas o barrios miseria, soportando unas condiciones indignas, sin acceso al agua potable, a letrinas, sin recogida de residuos, con un alto desempleo, con necesidades básicas insatisfechas, padeciendo niveles de violencia dignos de situaciones bélicas como Irak, como en las favelas de Río, además de los problemas de transporte o de morar en las zonas más frágiles, las que sufren más las inundaciones (por estar en lo que aquí llamaríamos dominio público hidráulico), los deslizamientos y todo tipo de catástrofes que, más que naturales, son fruto de la corrupción y la ineptitud.
Ese tercio de la población urbana mundial, como recuerda el informe del Worldwatch Institute, sufre lo peor de los dos mundos, el pobre, con la carencia de electricidad, agua potable y letrinas, sufriendo la contaminación que ocasiona la leña o el carbón, y el industrializado, con sus residuos tóxicos y su contaminación, realizando el trabajo sucio y mal pagado para los privilegiados de la ciudad formal.
¿Qué es sosteniblidad? Es, o debería ser, en primer lugar, justicia ambiental y social, y erradicación de la pobreza urbana, tan olvidada y mal tratada, por especialistas sectoriales (de agua, residuos, transporte, vivienda o empleo), sin una visión global e integradora, y sin la voz de los que la sufren. Algo se hace, porque la tarta aumenta, pero cada vez se reparte peor, que es una de las consecuencias de la globalización: más riqueza, pero cada vez peor repartida y sin el contrapeso de políticas redistributivas enérgicas. ¿Soluciones? Políticas fiscales de redistribución de la renta, nueva fiscalidad ecológica, gasto público encaminado a erradicar la pobreza, presupuestos municipales participativos y transparentes que eviten la corrupción, cooperativas, prioridad a los productos y a los comercios locales frente a los hipermercados y, sobre todo, creación de los puestos de empleo que garanticen no sólo cubrir las necesidades básicas, sino la autoestima necesaria para salir del círculo infernal de la pobreza y la marginación, que alienta los nuevos guetos que proliferan por doquier. El informe enumera multitud de alternativas y difícilmente diríamos algo sensato en tan poco espacio.
Pero además del diagnóstico, siempre importante, es ver lo que funciona y lo que falla, y apuntar las alternativas. La sostenibilidad urbana pasa por ir hacia ciudades que imiten la naturaleza, con un metabolismo circular y no linear, hacia ciudades densas y compactas (la ciudad mediterránea frente a la ciudad dispersa), con mezcla de actividades, que reducen la segregación social y espacial, que dan prioridad al transporte público y no motorizado frente al automóvil privado, que minimizan, separan y reciclan sus residuos, que hacen planeamiento y diseño urbano para minimizar el consumo de energía y materiales, que emplean las energías renovables, que hacen gestión de la demanda del agua y tratan sus aguas residuales, y que profundizan la democracia con nuevas formas de participación como los presupuestos participativos.
Ciudades donde se invierte menos en grandes y costosas infraestructuras de transporte, que no solucionan nada, y más en las necesidades reales de quienes moran en ellas. Las grandes infraestructuras, además, son proyectos que se prestan más a la corrupción, frente a inversiones más necesarias, modestas y transparentes en educación, cultura y sanidad, pero menos fotogénicas para cortar la cinta o poner la primera piedra antes de las elecciones. Vivo en Madrid, y recuerdo cuando hicieron la segunda ronda (la primera es el eje Castellana-Paseo del Prado) para solucionar los atascos de tráfico. Luego el tráfico empeoró aún más e hicieron la M-30, enterrada por Gallardón y pagada por las generaciones futuras (en el sentido más literal), la M-40, la M-45 (financiada con el llamado peaje en la sombra, que cuesta cuatro veces más a los contribuyentes que la fórmula tradicional) y la M-50, y ya preparan la M-60 y la M-70. Todo para empeorar el tráfico y los atascos, pues como recuerda el informe del Worldwatch una autopista lleva a 2.500 personas por hora, una línea de autobuses de 5.000 a 8.000, una de tranvía o de autobuses con carril propio de 10.000 a 20.000, y el metro y el ferrocarril de cercanías transportan a 50.000 personas por hora, 20 veces más que una autopista.
Para buen alcalde, el de Londres, Ken Livingstone, que implantó un impuesto sobre la congestión, que ha logrado reducir el número de automóviles privados que circulan por Londres en un 15% y mejorar el transporte público, y es sólo uno de los múltiples ejemplos de que, si hay voluntad política, se puede hacer política urbana sostenible. En 1970 había en todo el mundo 200 millones de automóviles, pero en 2006 teníamos ya 850 millones y habrá 1.700 millones en 2030, creando nuevos e irresolubles problemas, aún en el caso de que funcionasen con hidrógeno y no emitiesen gases de invernadero. Otras políticas son posibles, y Bogotá y Curitiba en Brasil muestran los buenos resultados de dar prioridad al transporte público urbano por superficie. www.ecoportal.net
* José Santamarta Flórez es director de la edición española de la revista World Watch. Publicado en http://www.profesionalespcm.org


El socialismo de ayer a hoy


OCTAVIO QUINTERO

Cuando el presidente Hugo Chávez habló por primera vez de llevar a Venezuela al socialismo del siglo XXI, mucha gente, si no todos, pensó que se refería al comunismo de la vieja URSS. Sin embargo, al avanzar el debate, que entre otras cosas apenas comienza, nos hemos ido dando cuenta de que se trata de una nueva concepción de la dirección de un Estado dentro de la ya vieja pero nunca bien interpretada y menos aplicada teoría de la plusvalía marxista, de un lado, y de la revisión teórica del libre mercado definido en la concepción smithsoniana y su ‘Mano Invisible’.
Enmendar en una política de Estado la injusticia laboral del capitalismo que consiste en apropiarse del valor que el trabajo no pagado del obrero asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo; y desmitificar la ‘mano invisible’ de Adam Smith, quien no teniendo los conocimientos matemáticos de que dispone hoy la ciencia, ni los recursos que la posmodernidad nos trajo con el desarrollo de la cibernética y la informática, con los que hoy seríamos capaces de calcular con precisión el valor objetivo de un producto, dijo que el precio justo era el que se derivaba de la oferta y la demanda, y que por tanto, el Estado no debía intervenir en su regulación, serían de entrada los dos fines primordiales del Socialismo del Siglo XXI.
Eso en el campo económico y social.
En el campo político, el Socialismo del Siglo XXI tiende a deslindar muy expresamente los asuntos que competen al constituyente primario de los que puede asumir el constituyente delegado, es decir, alcanzar la real democracia participativa. Y aunque este es un enunciado ya muy visible en la arquitectura constitucional de los países latinoamericanos, lo cierto es que la deformación inmersa en la democracia practicada por gobiernos autocráticos, corruptos y clientelistas, sigue marginando la participación directa de los ciudadanos en las grandes decisiones políticas que afectan su vida, por ejemplo, en las discutibles enmiendas constitucionales que estos gobiernos han venido introduciendo en sus Cartas para perpetuarse en el poder, sin consultar directamente al pueblo, o los tratados comerciales conocidos como TLC que han dado en suscribir con Estados Unidos “cueste lo que cueste” como en su momento dijo el presidente Uribe en Colombia, sin llevarlos a referéndum, como sí ocurre en el ámbito de la Unión Europea en donde nada que signifique un cambio sustancial en la forma de vida de la gente se adopta sin previo referéndum en cada uno de los países entre su población.
Un paréntesis: a raíz de la reforma del “articulito” que le permitió a Uribe la reelección, se dio en Colombia un interesante debate académico que debió haber inclinado la Corte Constitucional a declarar inexequible la enmienda. Y era que toda Constitución se compone de partes esenciales y partes formales; o en otras palabras, de fondos y de formas que saltan a la vista de cualquier mediano analista. Las fundamentales, por constituir el marco en sí en que la gente quiere organizarse dentro de la sociedad, no pueden ser reformadas ni modificadas sino por el mismo Constituyente Primario, en tanto que las formales, que también pudieran llamarse de convivencia, podían ser reformadas por el Constituyente Delegado, esto es, el Congreso. Si una sociedad, por ejemplo, no quiere la pena de muerte, no puede el Congreso reformar la Constitución para introducirla sino que debe apelarse a un referéndum para que sea el mismo Constituyente Primario el que determine su voluntad al respecto. No podría tampoco el Congreso determinar mañana o pasado, mediante una reforma constitucional, que Colombia ya no es una República independiente sino un Estado asociado a los Estados Unidos y, en ese mismo orden de ideas, como la Constitución del 91 prohibía la reelección, no podía el Congreso cambiar esa sustancia de la Carta sin incurrir en usurpación de funciones atribuidas políticamente al Constituyente Primario. Distinto es esto a que se prohíba o permita el consumo personal de drogas o que se autorice el matrimonio entre parejas del mismo sexo o que, para emplear otro ejemplo, que la Constitución permita al ciudadano hacer todo aquello que ella misma no tenga expresamente prohíbido.
Dejando de la lado el largo paréntesis que vuelve a tomar actualidad ante la pretensión del presidente Uribe de atornillarse en el poder en caso de “hecatombe”, en este contexto es dable admitir que el Socialismo del Siglo XXI es apenas un enunciado hasta ahora admitido como posible por los gobiernos de Chávez en Venezuela, su líder; Correa en Ecuador, Evo en Bolivia y Ortega en Nicaragua. Podrían agregarse algunos pasos dados por Lula en Brasil y Kirchner en Argentina, en tanto en cuanto que no comulgan ciegamente con el modelo neoliberal, pero que tampoco han sido capaces de apostatar de él en forma contundente. No obstante, es necesario advertir que frente al viejo modelo capitalista y la nueva concepción socialista, va ganando la izquierda porque, salvo Colombia, gobernada por una ultraderecha abiertamente proclamada aunque no admitida por el presidente Uribe quien, entre otras cosas, comete el adefesio político de afirmar que eso de izquierda y derecha ya no existe (pero qué más se puede esperar de un Presidente que a tiempo que proclama la guerra a las Farc tampoco admite el conflicto armado), todos los demás países latinoamericanos, incluyendo Chile y México, dan muestras de tender hacia modelos de desarrollo económico propios (menos dependientes del Imperio), en los que se incluyen políticas sociales abiertamente distantes de la ortodoxia monetaria impuesta por el Banco Mundial y el FMI.
Heinz Dieterich, el sociólogo alemán, a quien se considera el principal ideólogo del Socialismo del Siglo XXI, está profundizando el pensamiento en un libro titulado, precisamente, ‘Chávez y el Socialismo del siglo XXI’. El libro está prologado magníficamente por el general Raúl Isaías Baduel, quien se suscribe como “Soldado de Infantería Paracaidista” de Venezuela y quién, irónicamente, acaba de rebelarse contra el presidente Chávez por considerar que su reforma constitucional va más allá de lo que permite la propia Carta al introducir cambios sustanciales en su concepción que la hacen, no una reforma sino una nueva Carta que debía haberse expedido directamente por el Pueblo y no por la Asamblea Nacional como Poder Constituido que es.
El prólogo completo del general Baduel, que sigue siendo interesante a pesar de la discrepancia que ha entablado con el presidente Chávez; y que gentilmente nos ha hecho llegar nuestro apreciado amigo en Caracas, alvaromasmela@yahoo.es, lo pueden abrir en el blog http://misxxi.blogspot.com/ con el fin de no extenderme en este comentario al que sí le quiero agregar un supersintético resumen del propio Dieterich que topé en mi e-mail proveniente de Ecuadoradio que lo entrevistó a su paso por Quito:
“Nadie aplica todavía el socialismo del siglo XXI; su implementación requerirá tiempo. El Socialismo del Siglo XXI está en construcción, pero existe. La teoría tiene un cuerpo bien definido. En la construcción de esta teoría se debería contemplar la reintroducción del elemento de referéndum en asuntos trascendentales de la nación, como una guerra, un Tratado de Libre Comercio y hasta un presupuesto nacional, pues, se decide la calidad de vida de la gente”.
La información respectiva dice que Dieterich también explicó que el precio de mercado depende de la fuerza de los que hacen alguna acción económica. Sobre la juventud admite que tiene mucho escepticismo frente al sistema político, pero que busca un proyecto de vida y por lo tanto debe decidir cuál es el estilo de vida que va a querer, y obviamente necesita alternativas como ésta.
En el campo internacional sostiene que las conexiones entre Venezuela, Cuba y Ecuador son diferentes; y al resaltar en el presidente ecuatoriano sus conocimientos económicos, indica que eso lo lleva a entender que no se puede aplicar el mismo modelo en todos los países.
Dieterich en esta entrevista considera posible que en Latinoamérica se esté desarrollando una revolución pacífica tomando en cuenta la realidad de cada nación.

oquinteroefe@yahoo.com
08-11-07



HECATOMBE Y REELECCION


Guillermo Pérez

Así como en otras épocas había lopólogos que descifraban las frases del expresidente Alfonso López, ahora han surgido los uribólogos, que analizan el pensamiento del presidente Alvaro Uribe para saber que intenciones ocultas tienen sus afirmaciones, sus indirectas, sus insultos, sus improperios y sus refranes antioqueños para sacar en claro sus intenciones, sus deseos y sus proyectos.

No hace muchos días ‘’el hombre del Ubérrimo’’, el nombre de su finca., lanzó al aire, como quien no quiere la cosa, o como dice el Chapulín ‘’sin querer queriendo’’, su intención de aspirar a una nueva reelección, talvez para imitar más la vida y obra de su mentor intelectual, el expresidente Rafael Núñez, quien también se pasó del liberalismo al conservatismo, cambió la constitución y sentó las bases para que los goditos se quedaran 44 años en el poder.

Núñez, para quienes tengan mala memoria, planteó el dilema ‘’Regeneración o catástrofe’’, así como ahora Uribe habla de quedarse en el poder si hay una ‘’hecatombe’’. ¿Qué significa la palabra? Según el alcalde de Bogotá, Lucho Garzón, ‘’en la mentalidad montañera y dictatorial de Uribe’’ eso significa, simplemente, que habrá una catástrofe, peor que la avalancha de Armero, si sus seguidores, organizados en varios partidos de garaje, no se ponen de acuerdo para elegir un sucesor. En caso de que no haya acuerdo, Uribe –Dios nos libre- volvería a ‘’sacrificarse’’ y aspiraría a cuatro años más en la Casa de Nariño para salvarnos del peligro de un gobierno de izquierda. Para esta tarea de salvación cuenta, por ahora, con las agrupaciones con nombres tan sonoros como ’’Cambio Radical’’, Partido de la U. Alas Equipo Colombia, Colombia Democrática y otras más cuyos principales dirigentes están en la cárcel o a punto de estarlo. No puede olvidarse tampoco el brazo armado del uribismo, los paramilitares, responsables, hasta donde se sabe, de tantos crímenes que han hecho palidecer de envidia a organizaciones tan ‘’humanitarias’’ como las S.S., que aún hoy son materia prima para películas de terror. Cómo serán de peligrosos que hasta Carlos Castaño fue una de sus víctimas.

Los principales perjudicados con las aspiraciones reeleccionistas de Uribe, ‘’una inteligencia superior’’, según las palabras de su principal consejero, José Obdulio Gaviria, el primo predilecto de Pablo Escobar, son los cabecillas del uribismo: Germán Vargas Lleras, Juan Manuel Santos, Francisco Santos, Noemí Sanín –autora intelectual de la reelección, por lo que fue premiada con la embajada en España-, Sabas Pretelt, Carlos Holguín Sardi, a quienes se suman el canciller Fernando Araujo, el exgobernador Carlos Rodado, el ex ministro Camilo Restrepo, el ministro Andrés Felipe Arias (más conocido como uribito), pero el principal seguidor y exégeta del Presidente, el ex ministro Fernando Londoño Hoyos, leguleyo inhabilitado por la Procuraduría, no podrá ni arrimarse a la Registraduría.

El senador Vargas Lleras, quien anticipándose a los acontecimientos, anunció hace algún tiempo que el actual es el último período que estará en el Congreso, al interpretar el anuncio presidencial sobre una nueva reelección sólo si hay una hecatombe, se convirtió en el principal ‘’uribólogo’’ y consideró que lo que el mandatario quiso decir es que se debe buscar la unidad en la coalición gobiernista para evitar la posibilidad de que ‘’los malos’’-léase los liberales y el Polo- se apoderen de la Presidencia, como acaba de ocurrir con la alcaldía de Bogotá.

El Plan B, en caso de que se dificulte la nueva reelección –propuesta por el exsenador y exembajador Luis Guillermo Giraldo, quien aspira a repetir embajada- se establecerían reglas de juego que permitan a los seguidores de Uribe llegar unificados a los comicios de 2010, cuando habrá nueva elección presidencial en la que, según temen los uribistas, podría triunfar la oposición, con un candidato de unión del liberalismo y el Polo.

Por ahora, los gobiernistas piensan que el camino para una segunda reelección es un referendo, similar al que el Presidente Chávez quiere realizar en Venezuela para atornillarse en el poder. Otra posibilidad sería volver a reformar la Constitución, pero no parece haber ambiente para esta idea.

LA OPINION, DOS, NOV. 10.07

Vargas Lleras, a quien se menciona en todas las tertulias políticas como el principal aspirante a la primera magistratura, luego de obtener, según sus propias palabras, 1.300 concejales, 50 diputados, 120 alcaldes y casi un millón ochocientos mil votos, pidió que Uribe defina lo que quiere, pero antes que todo debe saberse si, como Núñez, el actual mandatario quiere quedarse indefinidamente en la casa de Bolívar. Los estudiosos de la historia señalaron al respecto que ‘’el hombre del Cabrero’’ se apoderó de la Presidencia desde 1886 hasta el día en que la muerte se lo llevó y que su influencia se prolongó hasta 1930, cuando el liberalismo pudo, por fin, elegir a uno de sus mejores hombres.

No falta quienes señalen que, al igual que su mentor político, Uribe aspira a dejar una herencia política que se prolongue en el tiempo y para ello se necesita organizar una lista de herederos que, como premisa principal, sigan las normas de ‘’la seguridad democrática’’, el programa de gobierno en ejecución, que consiste básicamente en enfrentarse a la izquierda y gobernar con programas de derecha en beneficio de las clases más favorecidas con la fortuna.

Para entender qué está caminando, hay que recurrir a las interpretaciones que suministra José Obdulio, quien tiene el honor de haber inventado, como ilustre discípulo del jefe de propaganda de Hitler que es, la mayor parte de las frases y tesis del ocupante del Palacio de Nariño. Entre ellas valga mencionar que una hecatombe sería que Uribe no consiguiera un heredero de su talla, como ha ocurrido a la casi totalidad de los personajes que se creen insustituibles. Otra que le ha merecido la Cruz de Boyacá a la lambonería es la explicación sobre los ataques a Samuel Moreno, sin nombrarlo: ‘’el Presidente tiene una inteligencia superior y habló en abstracto’’(!!)

La mejor de todas las tesis del curioso personaje que gasta los pantalones en el Palacio Presidencial es la de que ‘’En Colombia no hay conflicto interno, sino amenaza terrorista’’, con la cual se quiere desvirtuar la realidad de que en Colombia hay una guerra civil, sujeta a las normas y regulaciones que al respecto rigen en el mundo civilizado. No hay duda, pues, de quien es el inventor de la teoría de que se necesitará una hecatombe para que Uribe aspire a quedarse hasta el 2014.

¿Qué dificultad hay, pues, para que Uribe en cualquier momento diga que estamos ante una hecatombe? Ojalá supiéramos que quiso decir para evitar una sorpresa. Por ahora, el hombre del Ubérrimo se le colgó a la idea del metro para Bogotá, seguramente con el propósito de inaugurarlo. GPT

P. D. Otra vez el reinado de belleza de Cartagena. Qué desperdicio de dinero y que demostración de ramplonería, silicona y mediocridad. Recuerdo la época en que famoso narcotraficante, hoy preso en Estados Unidos, anclaba su yate en la bahía de Cartagena para hacer un remate de las reinitas entre sus colegas.



Anacrónico y peligroso

Ramón Elejalde Arbeláez
Luego de cada elección los colombianos terminamos absolutamente convencidos de que nuestro sistema electoral es anacrónico, peligroso y nada transparente. El legislador debe tomar cartas en el asunto de una vez por todas y proceder a modernizar el órgano electoral y su legislación.
De nada vale que al frente de la organización electoral se tengan personas calificadas y que los funcionarios sean absolutamente transparentes si la legislación y el sistema son rudimentarios. Los jurados son a veces personas que no conocen el tema, en otras ocasiones son militantes de grupos interesados en el debate electoral y en no pocas veces son ciudadanos que acuden a cumplir con el deber, simplemente porque sobre ellos pende la posibilidad de una fuerte sanción. El conteo de votos y el diligenciamiento de los formularios y de las actas en la mesa de votación, se hacen de cualquier manera, porque no hay interés o porque se desconoce la reglamentación correspondiente. Desde ese instante está viciado el proceso.
A los escrutinios municipales y departamentales se vinculan otras personas que tampoco conocen mucho del tema y que tienen obligaciones importantes que cumplir en el rol diario de sus vidas, como es el caso de los notarios y de los jueces. Notarios que son reclamados en sus oficinas y jueces que deben cumplir con unos parámetros señalados por el Consejo Superior de la Judicatura para poder obtener una buena evaluación en sus trabajos. Es decir, son funcionarios que quieren salir rápidamente de los escrutinios para poder regresar a sus oficinas a cumplir con sus obligaciones naturales.
Pero no es lo único absurdo del sistema: En plena época de la electrónica y de la sistematización de todos los procesos, la votación en Colombia es manual, con controles medievales y atentatorios de la dignidad humana, como la marca con tinta indeleble al elector. Los recintos electorales se convierten en verdaderas plazas de mercado donde todo mundo ofrece productos: jurados invitando a votar por sus candidatos, cuando no arengando, como me consta; registradores manejando a su antojo los formularios para votantes especiales, es decir, aquellos que no figuran en el censo; fuerza pública confundiendo el partido al cual pertenece el ministro de la Defensa con el partido oficial de ellos; alcaldes, funcionarios y testigos electorales ayudando a marcar tarjetones o induciendo el voto en las filas de acceso al lugar de votación; registradores entregando las cédulas nuevas a candidatos o a dirigentes políticos; jurados entregando tarjetones electorales a los votantes para que afuera del recinto electoral, el jefe político los marque.
Los escrutinios municipales y departamentales son otra farsa colonial: sumas manuales de votos; recuento de votos simplemente sobre actas, generalmente elaboradas en forma irregular; testigos electorales a distancia, que no pueden constatar borrones o enmendaduras sobre las actas; notarios y jueces afanados por terminar esa obligación extra; presiones de candidatos derrotados o en trance de ser excluidos de la lista de elegidos; en fin, un sinnúmero de procedimientos anacrónicos y mandados a recoger cuando existen procedimientos tecnológicos que garantizan la absoluta pureza electoral.
Brasil, hace menos de una década, puso en vigencia el sistema electrónico de votación y las reclamaciones se acabaron. Le escuché a algún importante asesor presidencial el temor de llegar a este sistema porque la manipulación se podía realizar desde el programa del computador. Inocua prevención, el testigo electoral de cada partido será, a partir de la instalación de este sistema moderno, un experimentado ingeniero de sistemas que evalúe y revise el programa que se utilice.
El campanazo de alerta que nos dieron 44 municipios levantándose contra un sistema electoral colonial, lo debemos asimilar. En las próximas elecciones vamos a tener a medio País incendiado, la gente no tolera que le escamoteen las elecciones. Otro aspecto que debe reglamentarse es el de las apuestas. Gravísimo el procedimiento que se viene aplicando en nuestros pueblos: Alguien recoge entre cien o doscientas personas una cantidad para apostar y al lado contrario le ripostan en idénticas condiciones, convirtiendo a los cientos de apostadores en jefes de debate. Peligroso sistema que también está ayudando a incendiar poblaciones.


UN FRACASO ANUNCIADO


Amylkar D. Acosta M
“Quien haya naufragado dos veces no le
puede echar la culpa al mar” Publio Siro

…Y TODOS TAN CONTENTOS!

Colombia es un país de contrastes, al tiempo que es considerado como uno de los más violentos del mundo, tiene la reputación de ser también el más feliz de todos; es como si nos matáramos unos a otros en medio del jolgorio y del macabro gozo. Primero fue la Universidad Erasmus de Rótterdam de Holanda, la que en desarrollo de un Banco de datos sobre la felicidad a nivel internacional, ubicó a Colombia en el primerísimo lugar, seguido nada menos que por Suiza y Holanda. Luego, un estudio realizado en Gran Bretaña de una muestra de más de 100.000 personas de todo el orbe y publicado en el diario La Repubblica de Italia, concluyo que Colombia encabeza el “barómetro” mundial de la felicidad en América, al tiempo que se sitúa entre los cuatro más felices del mundo, por encima de Francia, Alemania, Japón y la misma Italia. Pero, como la dicha nunca es completa, recientemente se revelaron los resultados de Un análisis de la felicidad de los colombianos, basado en la Encuesta Social y Política (ESP) de la Universidad de los Andes, que atemperan un poco tan alegres resultados.

En efecto, al activar el zum para ver más de cerca la imagen del país para ver la real realidad, dicho análisis pudo concluir que no todos los colombianos son igualmente felices, todo depende del estrato. A medida que se sube de estrato la felicidad es mayor, en el estrato uno el 26% confiesa estar satisfecho con la vida que lleva; entre tanto en el estrato tres el 31% y en el estrato seis el 70%. No es aventurado correlacionar el índice de la felicidad de los colombianos con su nivel de ingreso per cápita, categoría esta tan engañosa como todos los promedios estadísticos. Por eso, a muchos colombianos les ocurre lo que al infortunado bañista que se ahogó en una piscina que tenía 80 centímetros en promedio de profundidad, con tan mala suerte que pereció en donde la piscina tenía 2 metros de profundidad.

En la economía existe un Índice que es el que más se aproxima al concepto de la infelicidad que es el de sufrimiento, definido a partir de la combinación de varias variables, a saber: la inflación, el desempleo y el crecimiento. Históricamente el comportamiento de la tasa de inflación ha sido asimétrica con el de la tasa de desempleo, de modo que la política anti – inflacionaria que agencia el Banco de la República ha tenido en el caso colombiano un alto costo, particularmente en los últimos dos años del siglo pasado, a consecuencia de la recesión que acusó la economía por aquellas calendas. Así ha evolucionado el Índice de Sufrimiento Macroeconómico (ISM) en los últimos cinco lustros: entre 1988 y 1989 el 30.9%, 1990 – 1997 el 29.7%, 1998 – 1999 el 32.6% y, finalmente el 19.4 entre 2000 y 2005. Sólo el índice de inflación nos favorece en el contexto regional, pues mientras el desempleo está desfasado hacia arriba con respecto a los demás países, el crecimiento sigue estando por debajo de la media; razón suficiente para pensar que esta vez ni siquiera el promedio del ISM habla bien de nuestra felicidad en el plano económico, para no hablar del aspecto social que es crítico. Razones suficientes para dudar de la verosimilitud de la felicidad que se nos atribuye y de la que no son muchos quienes se jactan. Si bien la felicidad es un estado de Alma, esta no es ajena a las tribulaciones del Ser que habita, él sí de carne y hueso por designio del Todopoderoso.

CRECIMIENTO SIN EMPLEO

Hacemos estas disquisiciones, para tratar de explicarnos cómo al tiempo que los empresarios, muy especialmente los del sector financiero, no caben de la dicha por que sus alforjas están cada vez más llenas por cuenta del P & G de sus empresas en jauja, producto del mayor crecimiento de la economía, ello no se refleja en mayores oportunidades de empleo para quienes lo buscan infructuosamente. Por lo menos eso es lo que revelan las cifras de un enjundioso estudio del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional, Bienestar y Macroeconomía 2007, que se ocupa del tema. Los datos arrojados por su investigación no por previsibles son menos desconcertantes. Eso de que “desde hace 14 años, las pequeñas, medianas y grandes industrias no han aumentado en un solo el número de puestos de trabajo con contrato a término indefinido. Por el contrario, desde entonces estos se han reducido en 215.000” , resulta por lo menos asombroso. Por ello, tiene toda la razón Ricardo Bonilla, coautor de la investigación, cuando afirma que “el sector industrial es la gran decepción de los últimos años en materia de generación de nuevos puestos de trabajo y formalización de la contratación” . Ello es tanto más aterrador, cuando constatamos que en 2006 no obstante que el PIB creció 10.8%, sólo se tradujo en un 1.9% de puestos de trabajo adicionales en la economía, todos ellos temporales. Por ello, se ha vuelto un lugar común en Colombia hablar de crecimiento sin empleo , para referirse a lo que viene aconteciendo en los últimos tres años durante los cuales la economía ha tenido un repunte significativo. Habló de ello el ex director del DANE, Ernesto Rojas Morales, antes de caer en desgracia, al referirse a la paradoja del desplome del empleo a la par con un crecimiento vigoroso de la economía, el cual según él puede obedecer a un fenómeno reciente que es crecer sin generar empleos , concepto este que, desde luego, no compartieron ni Planeación Nacional ni el Ministerio de Protección, pues ello contradice su discurso sobre las bondades de la reforma laboral.


LOS ESTRAGOS DE LA FLEXIBILIZACIÓN LABORAL

Los resultados de la investigación de la Universidad Nacional no han hecho otra cosa que confirmar lo que ya era un rumor a voces, el rotundo fracaso de la reforma laboral del 2002. Y hablamos de fracaso en términos de “apoyar el empleo y ampliar la protección social” , el cual era supuestamente el propósito de la misma; a no ser que, como lo afirma el subdirector del DNP, Andrés Escobar, “…ella tenía un propósito claro, la flexibilización laboral y lo logró” . Aquí se confunden claramente los medios con los fines y este es parte del error garrafal el que se está incurriendo desatentadamente. Si de ello se trataba, lo logró con creces y el Ministro de Protección Social tendría razones para reclamar el éxito de la execrada reforma , fiel copia de la reforma laboral de los 90´s y de la misma factura. En efecto, según la Asociación Colombiana de Empresas de Servicios Temporales (Acoset), los trabajadores temporales en este país suman ya los 925.000, más del doble que tres años atrás, doblando su participación en el empleo formal en el sector privado, pasando del 9% al 18%, mientras el outsoursing pasó de 10% a 14%. Entre tanto, el empleo directo retrocede frente a las modalidades de contratación temporal y outsoursing en una proporción del 7%, al pasar del 47% en los años 2005 y 2006 de una muestra de 352 empresas analizadas por Acoset, a 40% para este año .

Pero, de resto, ha sido un fiasco total y las consecuencias no se han hecho esperar. La meta del gobierno en su Plan de desarrollo, para su primer período, era la de alcanzar una tasa de desempleo del 10% para el 2006 y terminó en el 12%. Ahora, nuevamente, anuncia el Ministro de Protección, Diego Palacio, que “vamos a cumplir antes del año 2010 con la meta fijada por el gobierno de llevar el desempleo a cifras de un dígito” , más exactamente 8.3%. Lo cierto es que Colombia supera en la tasa de desempleo a los demás países de la región; es más, es el único país de Suramérica que aún registra una tasa de desempleo de dos dígitos. Aunque, para consolarnos, el subdirector del DNP, haciendo gala del relativismo, nos dice que “para nosotros será muy positivo tener un desempleo de 8%, sin embargo, en países como México esta cifra no se vería bien” . El drama del desempleo es mayor en el campo y así lo registró el DANE, al lamentar que “los problemas en el sector rural opacan el buen desempeño del mercado laboral urbano” . En lo corrido de 2007, según el DANE, se han perdido 133.000 puestos de trabajo respecto al segundo semestre de 2006 y señala como principal responsable al campo, pues allí en este lapso se destruyeron 437.000 empleos, los cuales no se alcanzaron a compensar con las plazas generadas en las zonas urbanas (304.000) arrojando un saldo negativo. El Ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, reaccionó airadamente contra la cifra del DANE, la cual a su juicio “no es correcta ni honesta desde el punto de vista científico” y le espetó lo siguiente: “no sé por qué sacaron ese Boletín, se lo confieso, es un Boletín refrito de hace tres o cuatro semanas. No sé qué coincidencia se quería buscar” . Según él, las cifras no eran comparables y conceptúa que “el nivel de caída en la ocupación (437.000 empleos) suena dramático, pero es que con el cambio de metodología hubo diferencias en los niveles de ocupación, cuando en realidad el sector agropecuario este año está en recuperación” , así los registros del DANE digan lo contrario. Pero, los hechos son tozudos y fue el propio gremio de los agricultores, la SAC, quien vino en auxilio del DANE y reconoció que durante el primer semestre de este año solamente en cultivos transitorios (cereales, oleaginosas y otros) se perdieron un total de 2´573.000 jornales . Y ello ha sucedido, señor Ministro, a despecho de las ayudas y subvenciones estatales para este sector, que no han sido pocas.

EL DESEMPLEADO COMO CULPABLE DE SU PROPIA DESGRACIA

No ha faltado quien planté la necesidad de dar otra vuelta de tuerca a las reformas laborales, por considerar que “estamos en la caverna laboral y que se necesita más y no menos reformas” y sugieren que “son esas inmensas cargas extrasalariales las que hacen tan costoso contratar en Colombia e impiden que se cree aún más empleo” . Nos hacen recordar la cita de Viviane Forrester en su obra El horror económico, cuando al referirse a la tragedia que enfrenta el desempleado afirma que “despojados del empleo, se los culpa por ello, se los engaña y tranquiliza con promesas falsas”. Esa misma tesis la comparte, ya hace rato, Eduardo Lora, Asesor principal del Departamento de investigaciones del BID; el sostiene que “Colombia tiene poca gente en los empleos formales porque para las empresas no es atractivo tenerlos. Además, cada vez que pueden eliminarlos lo hacen…estamos metidos en un círculo vicioso que fomenta la informalidad” . Y, claro, si la culpa del desempleo son los propios empleados, es sobre ellos que tienen que recaer los sacrificios para revertir la tendencia a la precarización y a la informalización del empleo. Por ello, también Lora propone eliminar las que ellos llaman peyorativamente las “cargas” parafiscales, que no son otras que los aportes al SENA, al ICBF, a las cajas de compensación familiar y al ISS. En concepto de Lora “se deben eliminar los parafiscales, pues siempre que se hace un estudio técnico se llega a la misma conclusión. La realidad es que estos son muy altos y considero que los análisis técnicos no son el problema” . Cabe la pregunta, una vez suprimidos los parafiscales de dónde saldrían los recursos para financiar tales entidades; la respuesta nos la intenta dar el Presidente de ANIF, Sergio Clavijo, para quien “lo del ICBF y el SENA debería cargársele al presupuesto de la Nación y no a los empresarios” . Será que el gobierno central cuenta con el “espacio fiscal” en su presupuesto para adquirir semejante compromiso, habida cuenta de su persistente déficit fiscal; como reza el adagio popular, el ojo lloroso y lo único que se les ocurre es echarle sal. En su opinión, para alcanzar la meta del 8.3% en 2010 el gobierno debe tomar correctivos como “ejecutar una reforma de tipo estructural, ojala abaratando la mano de obra (quitando parafiscales)” . Se ha llegado, incluso, a proponer que sea el Estado y no los empresarios quienes asuman las mal llamadas “cargas” parafiscales, dizque para “frenar la destrucción de empleo…producto de la revaluación tan severa de los últimos meses”. Definitivamente, los parafiscales se han convertido para los gremios empresariales y para los dómines de la economía neoliberal en el trompito de poner.

EL CAPITAL DESPLAZA AL TRABAJO

No hay que devanarse mucho los sesos, para dar con la causa de que la economía crezca sin que ello se refleje en mayor generación de empleo digno. El Modelo pro - rico, como lo caracterizó la Senadora Cecilia López, que se ha impuesto en el país ha sido sumamente generoso con las rentas de capital, reduciéndole la tasa impositiva, descontándole el 40% de impuestos sobre la renta a la reinversión de utilidades, abolición del impuesto a las remesas de utilidades, entre otras. A ello viene a sumarse la revaluación galopante, que abarata las importaciones de toda índole, particularmente de maquinarias y equipos. Todo ello, sumado a la baja de las tasas de interés, ha contribuido a abaratar en términos relativos el factor capital en relación al factor trabajo, razón poderosa para inducir a que la producción de bienes y servicios sea cada vez más intensiva en capital y menos en empleo. En este Modelo, los incentivos y las subvenciones (apoyos, coberturas cambiarias, etc.) han sido para los empresarios y no para los trabajadores. Y ello explica, a su vez, el por qué la participación del trabajo en el valor agregado de la industria pasó del 28% en 1992 al 18.3% en 2006 , perdiendo peso en el PIB paulatinamente. Estas circunstancias confluyen con una legislación laboral cada vez más flexible, atentatoria contra la estabilidad del empleo y la calidad del mismo, que hoy tienen en grave predicamento la ratificación del TLC por parte del Congreso de los EEUU. Ni siquiera la elaboración a las volandas del Libro Blanco Laboral , como ya se había hecho en Centroamérica, lo disuadió. Este recogió el estudio liderado por el experto Andrew Samet, consultor independiente del BID, en la cual se hace un diagnóstico de la situación de los derechos laborales en Colombia y los compromisos adquiridos, entre ellos la designación de un Alto Comisionado Presidencial para asuntos laborales; todo, en aras de la aprobación de la ratificación del TLC negociado y firmado entre Colombia y los EEUU. Entre los aspectos a destacar en dicho estudio está la recomendación de meter en cintura las tales cooperativas de trabajo asociativo, que no son otra cosa que un subterfugio que se han ingeniado para burlar los más elementales derechos sociales y prestacionales de los trabajadores, propiciando la informalidad y la precarización laboral. Lo más grave es que es el mismo Estado el que más las ha aupado, especialmente en el sector de la salud y el mal ejemplo cunde.

QUÉ ESPERA EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA?

En los últimos días se ha levantado una polvareda, a raíz del concepto emitido por el Procurador General de la Nación, Edgardo Maya Villazón, a propósito de una demanda de inexequibilidad que cursa en la Corte Constitucional contra cuatro artículos de la Ley 789 de 2002 (25, 26, 28 y 51). Estos son el corazón de la misma, como que tocan aspectos tan álgidos como el reconocimiento del recargo nocturno por jornadas de trabajo después de las 6 de la tarde y el pago triple de los festivos y dominicales. A juicio del señor Procurador “los resultados esperados con la aplicación de tales artículos sobre la generación de empleo no se han cumplido…ellos atentan contra la dignidad humana, el derecho al trabajo y las garantías mínimas laborales” . Razones potísimas que asisten al señor Procurador, para solicitarle a la Corte que declare la inexequibilidad de tales artículos. Desde luego, los gremios empresariales y los voceros del gobierno han puesto el grito en el cielo y afirman que ello sería regresivo y repercutiría en mayor desempleo. Lastimosamente nos hemos ido acostumbrando a que, ante las reticencias y laxitudes del Congreso de la República, sean los altos tribunales los que terminan enmendándole la plana. Y esto no lo afirmamos a humo de paja es que están dadas todas las condiciones que establece la propia Ley para demandar del gobierno la presentación de “un proyecto de ley que modifique o derogue las disposiciones que no hayan logrado efectos prácticos para la generación de empleo”, o, por qué no, hacerlo a motu propio, puesto que así lo prevé el artículo 46 de la Ley de marras. Que espera el Congreso de la República para hacerlo, en ejercicio precisamente del Control político tan venido a menos en estos tiempos.

Bogotá, octubre 20 de 2007
www.amylkaracosta.net




COMPETITIVIDAD Y MISERIA

MAURICIO CABRERA GALVIS, Cali, Noviembre 11 de 2007

Los exportadores colombianos y los productores nacionales que ven como cada día los bienes importados ganan terreno en el mercado nacional se quejan de que el aumento de los salarios en el país los ha puesto en una situación muy desventajosa para competir frente a los productores extranjeros. Tienen toda la razón cuando se toma el valor de los salarios medidos en dólares. Hace solo cuatro años el salario mínimo mensual equivalía a 115 dólares y hoy ha subido a 216 dólares, es decir un incremento del 88%; inclusive en las épocas de mayor revaluación en la década pasada, el máximo que había alcanzado era de 150 dólares.

Con este tipo de cifras en la mano los representantes de los empresarios y algunos analistas justifican su propuesta de no aumentar el salario mínimo más del 6%, es decir solo uno o dos puntos por encima de la inflación esperada; cualquier aumento por encima de este tope, afirman enfáticamente, atentaría contra la competitividad de la industria nacional. Por supuesto están hablando de la competitividad externa, porque en el mercado interno si todas las empresas aumentan los salarios en la misma proporción no cambian en nada las condiciones de competencia, aunque si mejoraría la distribución del ingreso.

Esta evolución de los salarios medidos en dólares es una de las causas más claras del modelo de crecimiento sin empleo propiciado por este gobierno: para cualquier empresario que enfrenta los retos de la globalización y ve como se le incrementan los costos laborales, es cuestión de supervivencia recortar costos y la manera más directa de hacerlo es reduciendo el número de trabajadores o incrementando su producción sin aumentar el empleo. Por eso en lo corrido de este siglo la industria manufacturera ha aumentado su producción en un 48% sin crear nuevos puestos de trabajo.

Pero lo que puede ser explicable para las empresas vistas de manera individual y aislada se convierte en un problema social de gran magnitud cuando se mira el conjunto de la economía. La contradicción surge porque los empresarios que compiten con el exterior tienen que mirar sus costos y sus precios en dólares, pero a los trabajadores colombianos el hecho de que su ingreso medido en dólares les haya aumentado el 88% no les representa nada en materia de mejoría de su calidad de vida porque el mercado diario lo tienen que pagar en pesos, y si fueran a mirar cuanto vale en dólares la canasta familiar verían que por la revaluación se ha incrementado en el mismo 88%, es decir que su ingreso real no ha aumentado.

Por eso imputar al incremento de los costos laborales la pérdida de competitividad de las empresas nacionales es buscar el ahogado río arriba y desviar la atención de la causa real del problema que es la revaluación del peso. Peor aún, tratar de compensar las reales desventajas generadas a los productores nacionales por la revaluación mediante la congelación de los salarios o la disminución del empleo no solo es facilista e inequitativo, sino que demuestra la utilización parcializada y sesgada de la teoría económica en contra del bienestar de los trabajadores que son la mayoría de la población.

Es inexplicable que quienes se rasgan las vestiduras ante la petición de un aumento del 10% en el salario mínimo, porque estos tres o cuatro puntos por encima de la inflación acaban con la competitividad de los productores nacionales, al mismo tiempo se resignen y se crucen de brazos frente a una revaluación del peso del 40%, que ha sido el verdadero desastre para estos productores. Buscar competir con base en bajos salarios es una estrategia perdedora porque siempre habrá un país como India o China que pueden pagar salarios más bajos, pero sobre todo es una tremenda injusticia social porque es usar la miseria de los trabajadores como instrumento de competitividad.


Mafia, la primera empresa en Italia

Matteo Dean , La Jornada, México, noviembre 11 de 2007.
Recientemente entrevistamos a Giuseppe Carlo Marino (La Jornada, 18/9/07), catedrático de la Universidad de Palermo e historiador del fenómeno criminal llamado mafia. Considerado uno de los más preparados expertos del tema, dialogamos con él y llegamos a una conclusión: “En Italia ha sido posible combatir a la mafia porque existe una sociedad civil fuerte y viva, porque hay partidos de masas auténticamente democráticos y porque la magistratura ha conquistado su independencia real frente al poder político”. Sin embargo, el profesor siciliano razonaba también acerca de que a pesar de todo el esfuerzo y el sacrificio que se hizo, la mafia sigue existiendo, al igual que su tráfico y negocios, así como sus vínculos con el poder político local y nacional.
Prueba de esto –además de extraordinarios trabajos periodísticos/literarios como el bestseller Gomorra, del joven Roberto Saviano, que recientemente ha sido traducido al español– es la denuncia que la Confederación Italiana de Comerciantes (Confesercenti) lanzó el 22 de octubre pasado. A través de SOS Empresa, herramienta de la confederación que recoge y compila las denuncias de los comerciantes italianos acosados por la criminalidad organizada, el gremio de la venta y comercialización de productos ha podido construir un mapa de las actividades criminales de las organizaciones que pueden inscribirse en el llamado fenómeno mafioso, y de ahí ofrecer números y datos precisos.
La que se denomina Mafia SA de CV factura hoy 90 mil millones de euros al año sólo en la rama comercial, cifra que estremece toda vez que se considera que el presupuesto italiano para 2008 se está calculando en menos de 20 mil millones de euros. El facturado enorme de las organizaciones mafiosas representa casi 7 por ciento del producto interno bruto italiano, que, paradójicamente, se produce y gana en el sur de Italia –entre Sicilia, cuna de la propiamente llamada mafia, y Nápoles, cueva de la Camorra–, ese mismo sur afectado desde hace siglos por el rezago económico al cual nadie hasta la fecha ha podido ni querido poner fin.
La riqueza más grande de Italia en la macrorregión más pobre es una paradoja que se nutre, según la denuncia de los comerciantes italianos, de las más clásicas actividades mafiosas: usura, extorsión, piratería edilicia abusiva, agromafia y control de licitaciones públicas. El fenómeno alcanza a contaminar a toda la economía italiana, llegando a conquistar hasta las regiones más productivas del norte del país y golpea al menos a 160 mil comerciantes en toda la península, casi una quinta parte de todos los comerciantes italianos. Lo que lanzan los comerciantes italianos es una alarma que describe un modus operandi no tanto del sistema mafioso, sino de toda la economía italiana: hay pequeños comerciantes obligados a pagar el pizzo, pero también grandes cadenas comerciales en mano de los padrinos de las organizaciones criminales, así como imposición de mercancías por parte de la organización.
En la entrevista mencionada, Marino denunciaba a aquellos que definen a la mafia como un fenómeno más de criminalidad organizada: “la mafia es un poder organizado con una estructura que a veces es alternativa al Estado y a veces utiliza al Estado”. Denunciaba, asimismo, que la colusión con el poder político es elemento esencial de existencia del fenómeno. Hoy los comerciantes italianos nos ponen frente a una nueva realidad que se complementa con la descrita por Marino: la colusión. Y con este concepto, la Confesercenti señala hacia las grandes empresas italianas, la que cotizan en la bolsa de valores de Milán. Y estamos hablando de empresas cuyo facturado y relaciones comerciales las coloca en el selecto grupo de empresas trasnacionales. Suena extraño, pero es así.
Empresas trasnacionales italianas, la mayoría del sector construcción, capaces por su prestigio y poderío económico de resistirse al acoso mafioso deciden lo contrario llegando a acuerdos con las grandes organizaciones mafiosas. ¿Por qué? “Porque conviene”, contestan los comerciantes italianos. Conviene hacer acuerdos con la mafia cuando ésta controla las licitaciones de las obras públicas, las maquiladoras del área de Nápoles que fabrican ropa para las grandes firmas italianas, cuando la mafia controla la distribución al menudeo, cuando la mafia controla el procesamiento de la basura y los desechos, cuando la organización controla los medios de transporte, cuando “O’ sistema” –como le dicen en Nápoles– controla las mercancías que se importan en Italia.
¿Y la política? ¿Las instituciones públicas? Ausentes. O, mejor dicho, tratando de taponar las heridas y los daños. Muestra de esto es la acción disciplinaria hacia el juez De Magistris, promovida por el ministro de Justicia Mastella, ex democristiano, involucrado, junto al primer ministro Romano Prodi, en la investigación del magistrado mencionado acerca de un fraude sobre el uso de fondos públicos europeos en Calabria, tierra de la ‘Ndrangheta, otra sigla de la mafia italiana.
Todo lo anterior es un panorama definitivamente deprimente.


América y su guerra con el reino invisible de Satán

Norman Mailer, La Jornada, México, noviembre 11 de 2007.
Estados Unidos quiere la dominación del mundo, pero su pueblo es un desentendido buscador de placeres. Lo que se requiere, entonces, es una fábula con moraleja para asustarlos en las galerías de tiendas y diversiones. El 11 de septiembre llegó muy a tiempo.
Los buenos novelistas y los buenos periodistas mantienen una búsqueda paralela. Siempre intentamos encontrar aproximaciones mejores que la verdad establecida, porque es común que esa verdad se tuerza en aras de poderosos intereses.
Los periodistas se aventuran en este meritorio e intrincado camino cavando la dura tierra en busca de esas criaturas viscosas que llamamos hechos, que casi nunca son lo suficientemente claros como para aflorar como ciertos o falsos.
Los novelistas trabajan de manera diferente. Comenzamos con ficciones, es decir, hacemos suposiciones acerca de la naturaleza de lo real. Puesto de otra manera, vivimos con hipótesis que, si están bien elegidas, pueden enriquecer nuestro intelecto y siempre hay la esperanza de que enriquezcan también el entendimiento de algunos lectores. Después de todo, las hipótesis son una de las incisivas formas en que intentamos estimar lo que pudiera ser la realidad. Cada nuevo fragmento de evidencia que nos allegamos sirve para debilitar o fortalecer una hipótesis. Con una buena premisa podemos acercarnos más a lo real. Una premisa pobre debe ser descartada tarde o temprano.
Analicemos por un momento el estado súper excitado en que se hallan un hombre o una mujer cuando los invaden los celos. Su razón se acelera, sus sentidos se tornan más alertas. Si una mujer cree que su esposo tiene un amorío, entonces cada vez que él llega a casa ella está más alerta de su presencia de lo que había estado en las semanas previas, o meses, o años. ¿Será culpable? ¿Será signo de desasosiego la manera en que dobla la servilleta? ¿Está siendo él demasiado complaciente? Los sentidos de la mujer se avivan ante la posibilidad de que otra mujer –llamémosle Victoria– sea el objeto de su atención. Pronto, la mujer se convence de que él mantiene un romance con Victoria. Definitivamente. No hay duda. Pero luego, una mañana cualquiera ella descubre que la dama está en China. Peor. De hecho, Victoria da clases en Pekín desde hace seis meses. Ergo, la hipótesis fue refutada. Si la esposa sigue convencida de que su esposo le es infiel, otra mujer debe ser la causante.
El valor de una hipótesis es que puede estimular nuestro entendimiento y avivar nuestra concentración. El riesgo es que puede distorsionar. Las buenas hipótesis dependen de preguntas reales, es decir, preguntas que no siempre generan respuestas felices.
Lo que me intriga de las buenas hipótesis es que guardan una relación cercana con la buena ficción. La novela seria busca situaciones y personajes que puedan ser lo suficientemente vivos como para sorprender al escritor. Si uno comienza con una suposición, es frecuente que las acciones de los personajes conduzcan el relato por rumbos algo distantes del plan inicial. En ese sentido, las hipótesis no sólo se parecen a las ficciones, sino que pueden compararse con los reportajes –una vez que se presenta la situación los sucesos subsecuentes pueden actuar como personajes sorprendentemente vivos, que cotejarán o refutarán el desarrollo de la situación que uno imaginó en un principio. El valor de una buena hipótesis, como el de una buena ficción, es que siempre enriquecen el intelecto del autor y el lector –aunque todo resulte más o menos como esperábamos o el devenir de los hechos sea muy diferente.
Una buena novela, como una buena hipótesis, se vuelve un ataque a la naturaleza de la realidad (si el término ataque suena muy violento como noción, piénsenla como indagación intensa). Pero el presupuesto básico es que la realidad es siempre cambiante –mientras más intensa es la situación, más imprevisible será el desenlace. Ninguna buena novela llega nunca a la certeza total, a menos que uno sea Charles Dickens y escriba Un cuento de Navidad. Siendo así, pocas hipótesis llegan alguna vez a un cierre.
En el camino a Irak, no se nos ofrecieron sino algunos cuentos para explicar por qué fuimos tan evidentemente temerarios en favor de la guerra.
Una hipótesis que surgió pronto es que una guerra así sería ruin. No derramemos sangre por petróleo. Ese fue el grito. Otros brindaron una razón mucho más virtuosa que los intereses petroleros estadunidenses: conquistar Irak democratizaría el Medio Oriente. Felizmente se arreglarían los problemas entre Israel y Palestina. En el proceso, esto resultó estar más cerca de un cuento de hadas que de una proposición lógica.
A su vez, el gobierno de George W. Bush nos recalcó la idea de las armas de destrucción masiva. Eso enraizó en el entendimiento estadunidense, cual relato de suspenso y espionaje. ¿Localizaríamos esas pesadillas antes de que voláramos en pedazos? Este fue el argumento más generalizado para ir a la guerra.
Hubo otras hipótesis: ¿encontraríamos a Osama Bin Laden pronto o no lo encontraríamos? Ello se volvió un cuento corto sin final. En vísperas de la guerra, surgió en la noche una sangrienta novela de culto. Se llama Conmoción y Espanto: ¿podemos clavar a tiempo la estaca en el corazón de Saddam Hussein? Los buenos estadunidenses sentían que íbamos a la caza de Drácula.
Hipótesis vívidas. Ninguna se sostuvo. No supimos entonces las razones y aún no comenzamos a ponernos de acuerdo: por qué nos embarcamos en esta guerra, la más miserable de todas. El principio conocido como Navaja de Occam sugiere que la explicación más simple, la que con mayor facilidad responde a una variedad de cuestiones separadas relativas a un asunto desconcertante, es la que tiene mayor probabilidad de ser la explicación correcta. Y de la fórmula del buen obispo Occam puede emerger una respuesta: marchamos a esta guerra de tan total magnitud porque fue la solución más simple que el presidente y su partido hallaron para salir del empantanamiento inmediato en que Estados Unidos se encontraba.
El primer problema es que el futuro científico de la nación y sus posibilidades tecnológicas parecía estar en aprietos. Los empleos en las fábricas estadunidenses estaban en peligro de desaparecer, rebasados por la cantidad de mano de obra en los países del Tercer Mundo. Nuestros expertos sufrían por empatar las habilidades tecnológicas de Europa y Asia. Las relaciones entre la mano de obra estadunidense y las corporaciones amenazaban llegar a la confrontación. Pero no era esa la única nube de tormenta sobre nuestra tierra.
En 2001, antes del 11 de septiembre, se ensanchaba la grieta entre la cultura popular y el fundamentalismo. Desde el punto de vista de la derecha religiosa, Estados Unidos se tornaba descuidado, patán, irreverente y flagrantemente inmoral. La mitad de los matrimonios estadunidenses terminaban en divorcio. La Iglesia católica sufría una serie de angustiosos escándalos.
Enfrentados al espectro de una superpotencia, nuestra propia superpotencia, fuera de orden en lo económico y lo espiritual, la mejor solución pareció ser la guerra. Eso podría ofrecer una avenida para recuperar América –no unificando el país, presten atención, de ninguna manera. Para ese momento, eso era casi imposible. Pero dado que el país estaba profundamente dividido, tal vez hubo que escindirlo aún más, de tal modo que la mitad a la que unos pertenecían, se hiciera mucho más poderosa. Para ello se incitó a los estadunidenses a vivir con todas las incertidumbres de los mitos intentando soslayar el borde filoso de la indagación que implican las hipótesis.
La diferencia es crucial. Una hipótesis abre el intelecto al pensamiento, a la comparación, a la duda, a lo esquivo de la verdad. Los mitos, por su parte, son hipótesis congeladas. Cuestiones muy serias se responden declarativamente, y no hay manera de reabrirlas. Se buscan lecciones morales para niños. El bien prevalecerá sobre el oscuro enemigo. Para el gobierno de Bush, el 11 de septiembre llegó como liberación. Se nos incitó a preocuparnos por la seguridad en cualquier galería comercial de Estados Unidos. El mito avasallador no era simplemente el peligro del Islam, sino su cercanía con nosotros. Para oponer los temores que generamos en nosotros mismos, debíamos invocar nuestro más dinámicos mitos estadunidenses. Debemos guerrear constantemente contra el invisible reino de Satán. Plantarnos en el Armagedón y luchar por la patria. Esto fortaleció la convicción de que América era excepcional y Dios tenía especial interés en el país. Dios quería que nosotros fuéramos una patria superior a otras naciones, un ámbito para elevar su visión a mayores glorias. Así, el mito de las fronteras, que exigió nuestra presteza para luchar sin límite, se volvió parte de nuestra excepcionalidad. “Hagamos lo que haga falta”.
Para que el capitalismo estadunidense sobreviviera, se hizo requisito esta excepcionalidad en vez de la cooperación con otras naciones avanzadas. Desde el punto de vista de los líderes de la nación, iban 10 años de iniciativas perdidas, 10 años en el frío, pero ahora América tenía la oportunidad de sacar provecho de la gran bonanza que se le cruzó en el camino en 1991, cuando la Unión Soviética se fue a la bancarrota en la carrera armamentista. En ese punto, o así lo consideran quienes creen en la excepcionalidad, Estados Unidos pudo y debió haber tomado el mundo y salvaguardado nuestro futuro económico por décadas, por lo menos, para contar con un siglo de hegemonía por delante. En cambio, los excepcionalistas se vieron consumidos por la frustración al ver todas las cautelas y lábiles rodeos del gobierno de Bill Clinton. Nunca fueron tan detestados los liberales. Pero ahora, el 11 de septiembre brindaba una oportunidad para que Estados Unidos resolviera algunos problemas. Ahora se podría embarcar en la gran aventura de un imperio.
Los promotores de la excepcionalidad resultaron ser realistas de hueso duro. Estaban preparados a aceptar el hecho de que la mayoría de los estadunidenses tal vez no abrigara ningún deseo real de dominación global. América ama el placer, lo que, para fines de estos promotores de lo excepcional, era tan malo como ser amante de la paz. Así, la invasión debía presentarse mediante una narración edificante. Esto significaba que la razón invocada para la guerra debía tener una vida muy independiente de los hechos. Los motivos ofrecidos al público estadunidense no debían tener conexiones cercanas con las probabilidades. La fantasía sirve a ese propósito. Por ejemplo, llevar democracia a Medio Oriente. Protegernos contra las armas de destrucción masiva. Estos asuntos debían penetrar los hogares con toda la parafernalia de hechos, datos que supuestamente confirmaran los motivos. Para que esto funcionara, debía comprometerse a la CIA. Gran parte de la gente de la CIA está motivada por su propia carrera. Hacer carrera no necesariamente significa hacer un trabajo de inteligencia correcto. Como en otros sectores de la burocracia, la gente con logros en dicha agencia es gente que trepa porque sabe lo que pide la superioridad. Terminan así produciendo lo que sienten que su país requiere, o su carrera, o el siguiente paso que dan. Cuando tales factores se contradicen unos con otros, el trabajo de inteligencia sale perjudicado. Así, la CIA se vio muy comprometida con la jugada de entrar a la guerra contra Irak.
Muchos analistas que contaban con información de que Irak tenía muy poco que ver con armas de destrucción masiva se rindieron. La necesidad de que la superioridad cumpliera las expectativas del presidente los escindió. Así que avanzamos en la creencia de que Irak era una amenaza, y nos dijeron que las hordas iraquíes nos recibirían con flores.
Sin embargo, la democracia no es antibiótico que se inyecte a un cuerpo contaminado. No es el suero mágico. Más bien la democracia es una gracia. En su estado ideal es noble. Es imposible creer que gente tan endurecida, mentirosa y trascendentalmente cínica como Karl Rove o Dick Cheney –por ofrecer los ejemplos más a mano– hayan creído que una democracia rápida iba a ser posible en Irak.
En términos muy crudos, espero que por lo menos Cheney esté en Irak por una razón: petróleo. Sin control pleno del petróleo de Medio Oriente, los problemas económicos de Estados Unidos continuarán expandiéndose. Es por eso que permaneceremos en Irak en los años venideros, porque nada se gana con retirarse después de adosar este nuevo Estado semiopresivo. Si se pretende que es una democracia, tendremos sólo una victoria nominal. Regresaremos a Estados Unidos con todos los problemas que nos llevaron a Irak, más el gasto de unos cientos de miles de millones de dólares perdidos en el lodazal.
Me parece que si los demócratas desean trabajar una nueva serie de valores y actitudes para sus futuros candidatos, no sería mala idea que pensaran más creativamente en la cuestión para la cual, hasta ahora, tienen sólo débiles e inútiles sugerencias: cómo llevarse un poco del voto de los fundamentalistas.
Si para 2008 los demócratas esperan hacerse de una fracción significativa de tales votantes tendrán que hallar candidatos y operadores en el terreno que puedan esparcir su voz por el sur –es decir, encontrar el equivalente de misioneros demócratas que trabajen con esa buena gente, que tal vez viva en el temor de la ira de Jehová, pero que ama a Jesús, lo ama mucho más. Si a estas personas se les trabaja con celo suficiente, muchos podrían llegar a reconocer que esos tan despreciados liberales viven en el verdadero espíritu de Jesús cuanto más que los republicanos. Crean o no en cada una de las palabras de las Sagradas Escrituras, son esos liberales y no los republicanos quienes se preocupan por la suerte de los pobres, los afligidos, los necesitados y los desesperanzados. A esos liberales les importa inclusive el bienestar de los criminales en nuestras prisiones. Son más propensos a cuidar los bosques, refrescar el aire de las ciudades y sanear los ríos. Sería muy angustioso para un buen fundamentalista tener que votar por un candidato que no lee las Sagradas Escrituras todos los días, y tal vez algunos se pregunten: ya no sé dónde situar mi voto. Me he unido a las filas de los indecisos.
Hay que darle poder a esas personas. Más poder a aquellos dispuestos a vivir en la indecisión implícita en la democracia. Después de todo, es la democracia la que le brindó a la gente el poder y la virtud de las buenas preguntas, sin restringir el asunto a las clases superiores.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Copyright 2005 Norman Mailer


La guerrilla que pide perdón

Gustavo Sierra, Clarín, Buenos Aires, noviembre 11 de 2007.
Unos creían que los venían a matar. Otros, que era un milagro. Miles de refugiados se agolparon el jueves a la entrada del campo de Gulu, en el norte de Uganda, para ver la llegada de una columna del temido Lord's Resistance Army (LRA), la guerrilla que esclavizó a decenas de miles y provocó el desplazamiento de dos millones de ugandeses. Esta vez, los rebeldes no venían a secuestrar niños ni a tomar como esclavas sexuales a las mujeres sino a pedir perdón.

Los hombres del temido Ejército de la Resistencia del Señor quieren dejar las armas. Algo que muchos ven como una simple maniobra para evitar ser juzgados en el Tribunal de La Haya por crímenes de lesa humanidad. Para eso están haciendo una gira nacional, que cuenta con el apoyo del propio gobierno del presidente Yoweri Museveni, para reconciliarse con sus antiguos enemigos.

El LRA fue la creación de una mujer, Alice Auma, que en 1986 dijo haber sido poseída por el espíritu de Lakwena, un dios de la selva que le dio el supuesto poder de liberar a Uganda del mal. Los de su propia etnia, la Acholi, le creyeron y salieron a combatir al ejército sin armas porque "las balas no los atravesaban".

Un año más tarde, el LRA fue derrotado y Alice tuvo que huir a Kenia. Pero ahí apareció su sobrino, Joseph Kony, que no creía en la inmortalidad de sus hombres y los armó hasta las cejas. Por veinte años estuvieron azotando el norte del país cometiendo todos los crímenes posibles.

El año pasado el tribunal de La Haya ordenó la detención de Kony y sus lugartenientes por crímenes contra la humanidad, y comenzó la presión internacional sobre el gobierno ugandés para que lo entregue.

Lo único que se consiguió es que Kony terminara refugiándose en el Congo y comenzara una negociación de paz.

Para dejar las armas, el LRA exige que los juicios se realicen en Uganda. Y el gobierno del presidente Museveni está dispuesto a ceder si lo apoyan para un tercer mandato presidencial.

Aquí es donde aparece el viejo dilema de la justicia o la paz. Y el aún más antiguo del perdón.



La ruptura Chávez-Baduel:
impedir el colapso del proyecto popular


Heinz Dieterich, colaboración recibida del Dr. Octavio Quintero y enviada por nuestro común amigo Alvaro Másmela desde Caracas

1. Lo que está en juego

La convocatoria pública del ex General en Jefe y Ministro de Defensa venezolano, Raúl Isaías Baduel, de votar en contra de la reforma constitucional propuesta por el Presidente Hugo Chávez y avalada por la Asamblea Nacional, ha sacudido un orden nacional que parecía estable. Al mismo tiempo, ha abierto una fase de incertidumbre que podría tener graves consecuencias para el proyecto popular venezolano y la integración bolivariana de América Latina. Entender las causas objetivas, posibles consecuencias y soluciones de este conflicto es, por lo tanto, fundamental para evitar un triunfo de la oligarquía y del imperialismo.

Pese a tener una relación personal de aprecio de muchos años con ambos personajes, no haré una apología de ninguno de los dos protagonistas, sino un análisis racional que pretende contribuir a una solución progresista de la grave situación. Una variable clave para entender el conflicto es la personalidad de ambos militares, pero no es el momento de introducir esa variable en el análisis.

2. Las causas del conflicto

Las acusaciones de que Baduel se ha vendido a la extrema derecha, que su anticomunismo le ha ganado o que es un traidor, no llevan al meollo del problema. Desde que fue Comandante de la 42 Brigada de Infantería de Paracaidistas, ha habido muchos intentos de sobornarlo y varias conspiraciones para asesinarlo y no ha claudicado ante ninguna. Es un hombre que actúa por convicciones, no por conveniencias y ésa es la razón por la que se enfrentó al golpe del 11 de abril, pese a que los golpistas lo trataron de sobornar para que colaborara. Y el hecho de que no participó el 4 de febrero y 27 de noviembre tiene su explicación, que los líderes involucrados conocen y que algún día será pública.

La afirmación de que se autoexcluyó del proyecto bolivariano del Presidente, con su posicionamiento del 5 de noviembre, contra la reforma, es la clave para entender la actual situación. Baduel no pudo autoexcluirse del proyecto gubernamental, porque ya estaba excluido. Estaba marginado, y la responsabilidad principal de esta marginación es del gobierno.

3. El modelo de Lucius Quinctius Cincinnatus

Al salir del Ministerio de Defensa en julio del 2007, el General declaró que se iba a retirar un tiempo de la vida pública para trabajar en su finca y reflexionar sobre su futuro como hombre público, tal como había hecho el cónsul Lucius Quinctius Cincinnatus hace 2.500 años en Roma. El lunes, 5 de noviembre, esa fase de meditación terminó con la dramática irrupción pública en el debate de la reforma constitucional.

Hay, sin embargo, dos diferencias fundamentales con el modelo histórico: a) el General no fue convocado por las fuerzas del Estado para “salvar a Roma”, sino motu proprio, por su propia iniciativa y, b) escogió el momento y el terreno que garantizara el máximo efecto del golpe de sorpresa que iniciara su carrera política del futuro. Parte del efecto consistió en que unos 18 días antes todavía había apoyado públicamente la reforma constitucional.

Están en lo cierto, sin embargo, los observadores que constatan que había señales inconfundibles públicas de preocupación en Baduel frente a la evolución del proyecto bolivariano que él veía: tales como el escaso vigor en el combate a la corrupción, el desarrollo inflacionario de la economía, la discrecionalidad en el uso de los ingresos de PdVSA y la falta de definición de la institucionalidad del Socialismo del Siglo XXI.

4. La ofensiva del General procura ocupar el centro político del país

El terreno del golpe político escogido por el General fue la reforma constitucional y el momento, el inicio de la campaña oficial por el Sí, y de las protestas violentas de la derecha. Raúl Baduel es un extraordinario militar con visión estratégica lo que explica el contenido y el momento de la declaración pública. Contrariamente a lo que dice la propaganda oficial y el sectarismo, no es un hombre de la extrema derecha que, por definición, es extra-constitucional, sino un hombre de leyes. Su pronunciamiento a favor de la Constitución de 1999, contra la aglomeración excesiva del poder ejecutivo, es el discurso para ocupar el centro político del país.

Careciendo de una organización nacional y de fondos adecuados para iniciar una campaña política nacional, el general convirtió la creciente controversia sobre los contenidos y procedimientos de la reforma constitucional en lo, que en términos militares, es la reserva estratégica de un beligerante: una fuerza preorganizada en stand by, para fines ofensivos o defensivos eventuales. En la dramática situación del lunes, después de las manifestaciones en pro y contra de la reforma, una declaración del tipo que hizo, le daría de inmediato un foro mundial mediático y, dentro de Venezuela, un liderazgo en el centro político, que el país ahora no tiene.

5. La ruptura con el Presidente y la batalla decisiva

La declaración del General significa, como es obvio, la ruptura abierta con el Presidente y el proyecto bolivariano, que el mandatario está configurando desde 2003 a la fecha. El momento escogido puede parecer brutal, porque inicia una “guerra” sin cuartel al estilo de Bolívar. El retiro inmediato de las escoltas del General y de su familia, por parte del Ministerio de Defensa, al terminar la conferencia de prensa, es uno de los ejemplos de esta situación. Pero es obvio que Baduel consideraba todas las naves quemadas y que, al pasar a la ofensiva, juzgó que el golpe tenía que ser contundente.

La intervención del General equivale a una batalla decisiva, porque si el Presidente no gana el referendo o si no lo gana al menos con el 60 por ciento de los votos, estaría obligado a convocar nuevas elecciones. Es decir, la convocatoria al “no” es mucho más que una simple cuestión electoral o un debate sobre prerrogativas constitucionales del Estado y del pueblo: es, por ahora, la batalla decisiva sobre el proyecto de país configurado por el Presidente en los últimos cuatro años, desde el “socialismo a la venezolana” hasta los cambios fundamentales que se pretenden introducir en la Constitución de 1999.

6. Venezuela entra en una fase de incertidumbre

Es indudable que la intervención del General ha causado dos efectos importantes: a) ha reforzado a todas las fuerzas del “No”, desde los radicales hasta los moderados; esta es una responsabilidad histórica de enormes dimensiones que sin duda pesará sobre la conciencia del General hasta el fin de su vida; b) ha anulado la abstención como opción.

Sin embargo, es difícil prever con precisión las consecuencias. Raúl Baduel ha perdido, sin duda, el gran apoyo que tenía dentro del “Chavismo” duro. Habrá que ver, si el apoyo que gana en el Centro y con los bolivarianos decepcionados, puede compensar esa pérdida de capital político. De parte del Presidente habrá que ver si logra movilizar contingentes de electores en su favor, que antes estaban indecisos o inertes.

Dentro de este cálculo es necesario recordar que una característica política de Venezuela es que, desde el año de 1999, el gobierno no ha logrado reducir el bloque opositor, que tiene una base dura de alrededor de 35 a 40 por ciento de la población; lo que es una plataforma bastante alta para un salto hacia el gobierno, en cualquier crisis.

7. La salida: alianza estratégica entre Chávez y Baduel

Con el peligro de una derrota, absoluta o relativa del “sí”, se abre nuevamente una fase tendencialmente caótica en Venezuela que en pocos años podría terminar con el gobierno de Hugo Chávez. Y sí Chávez sale del Palacio de Miraflores, la integración de América del Sur podría pararse. Esto es lo que está en juego.

Para evitar ese futuro incierto e impedir que la derecha y el imperialismo puedan hacerse con el poder en Venezuela, será necesario que Chávez y Baduel lleguen a un acuerdo negociado que se base en una alianza estratégica entre el Centro político del país y el Bolivarianismo. Sería conveniente dejar de sacralizar la nueva Constitución y verla por lo que es: un modus vivendi normativo construido sobre la correlación de las fuerzas reales en un momento histórico. Si no, se corre el peligro de pagar el precio político que está pagando Evo Morales en Bolivia, por la Asamblea Constituyente.

Es evidente, que la nueva Constitución no es necesaria para avanzar el carácter antiimperialista y popular del proceso bolivariano que encabeza el Presidente en los ámbitos nacional e internacional, ni tampoco es necesaria para avanzar hacia el Socialismo del Siglo XXI. Y es igualmente obvio que el modelo actual tiene una serie de debilidades estructurales, que pueden hacer crisis el próximo año, particularmente en la economía y en la falta de dialéctica en los órganos de conducción del país.

A la luz de lo que está en juego para el pueblo venezolano y los pueblos latinoamericanos, un pacto estratégico entre ambas fuerzas no sólo es necesario para proteger el proceso, sino también, para volver al espíritu democrático colectivo original del Samán del Guere. Quien piense que esto es imposible después de la declaración de Raúl Isaías Baduel está olvidando el conflicto entre el teniente coronel Arias Cardenas, del MBR-200 y el Presidente Hugo Chávez.

En el año 2002 Arias Cárdenas dijo textualmente durante un programa en vivo en el canal RCTV que Chávez era un "asesino”, una “persona enferma, paranoica” y “jefe de esa banda de delincuentes” que está en el gobierno. Años después fue nombrado por el Presidente como Embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante las Naciones Unidas y hoy es el jefe del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en el estado más poderoso del país, el Zulia.

La política es el arte de las alianzas posibles y, a la luz de lo que está en juego, la responsabilidad histórica ineludible de ambos ex compañeros de armas, Hugo Chávez y Raúl Isaías Baduel, es resolver la crisis política actual ---y económica futura---, de tal manera que la oligarquía y el imperialismo no puedan adjudicarse otro triunfo estratégico en la Patria Grande.



El Relámpago del Catatumbo
Relámpago en el cielo se alimenta del subsuelo

Humberto Márquez, enviado especial* - IPS/IFEJ, Tierramérica, noviembre 12 de 2007.

El relámpago del Catatumbo, en el extremo norte de América del Sur, es uno de los mayores regeneradores naturales del ozono que protege la vida terrestre de los rayos solares dañinos.
CONGO MIRADOR, Venezuela, 12 nov (Tierramérica).- Un fogonazo rojizo, amarillo y naranja ilumina un trozo del cielo y del lago de Maracaibo, en Venezuela, y una fracción de segundo después rayos de un blanco incandescente viajan de izquierda a derecha y viceversa, entre nubes recortadas como siluetas oscuras.

Segundos después el fenómeno se repite con otros tonos e intensidad y nuevas formas de nubes vecinas, hasta por horas, con un lejano y sordo rumor de trueno, hasta que las cargadas nubes convectivas cesan el juego pirotécnico y toma turno una tormenta convencional. Llueve. Es un diluvio que dura seis horas.

El relámpago del Catatumbo, sobre el delta del río del mismo nombre, que nace en el noreste de Colombia y desemboca entre ciénagas y lagunas en el lago de Maracaibo, oeste de Venezuela, es una tormenta eléctrica de nube a nube, vinculada a una permanente baja presión en el área, rica en el metano que se incendia y resplandece.

"Este es el lugar del mundo con el mayor promedio de tiempo de tormentas eléctricas al año", dice para este artículo el ambientalista venezolano Eric Quiroga, promotor del 16 de septiembre como Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono.

Según Quiroga, el Catatumbo relampaguea entre 140 y 160 noches al año, durante unas siete horas, en dos ciclos poco antes y después de la medianoche, que dan unas 980 horas anuales, con un promedio de 28 tormentas por minuto, para un gran total anual de un millón 646 mil.

Los sitios de mayor recurrencia de tormentas eléctricas en el mundo son El Bagre, en Antioquia, Colombia, 270 días al año, Tororo, en Uganda, con 251 días, y Bogor, en Java, Indonesia, con 223 días. En Tororo y El Bagre las descargas suelen durar unas dos horas y son en su mayoría diurnas y entre nubes y tierra.

Las descargas eléctricas nube-tierra tienen una intensidad de 10 mil a 50 mil amperios, mientras que las nube-nube entre 100 mil y 300 mil. "Cada relámpago podría encender los bombillos de Sudamérica. Un promedio de 1,6 millones de relámpagos anuales y una intensidad media de 150 mil amperios hacen del Catatumbo la primera fuente en su tipo generadora de electricidad en el planeta", sostiene Quiroga.

Es el resplandor que se observa cuando se avanza entrada la noche, en botes de pescadores, desde Puerto Concha hasta Ologá y Congo Mirador, pequeños poblados de palafitos en el tórrido sur del lago, por instantes un espejo de luz.

¿De dónde sale el metano para tales incendios? Durante años predominó la tesis de que emanaba de la descomposición de materia orgánica que producen las torrenciales lluvias en la zona sur de la cuenca del lago, unos 600 kilómetros al suroeste de Caracas, donde chocan vientos alisios del noreste y suroeste.

Pero el investigador Ángel Muñoz, de la regional Universidad del Zulia, presume la existencia de kerógeno (una mezcla de compuestos orgánicos que impregna rocas y otros sedimentos) en el subsuelo de las lagunas de aguas oscuras entre los vecinos ríos Bravo y Catatumbo.

"El sustrato del lago es rico en depósitos petrolíferos y comparte con las ciénagas ribereñas la misma historia geológica. La acumulación de metano en la atmósfera podría verse favorecida por el escape de este gas a través de fisuras en el manto rocoso a través de las ciénagas y lagunas", afirma Muñoz.

Ello explicaría la misteriosa desaparición del relámpago o el aumento de su frecuencia e intensidad después de la ocurrencia de sismos en la región.

El relámpago "nace encima de la laguna La Estrella, de aguas oscuras, un poco al oeste de aquí. Allá es donde mejor lo he visto en las noches de verano de cielo despejado", afirma el más viejo habitante de Congo Mirador, José del Carmen Guerrero, pescador y a sus 79 años todavía activista comunitario.

Su esposa, María Díaz, de 65, cuenta que "cuando yo era jovencita el relámpago se veía más grande y más fuerte; tengo para mí que ha disminuido".

Quiroga argumenta que "quizá las emisiones de metano han variado", y la intensidad sobre las lagunas oscuras se explica porque "esas aguas absorben mayor cantidad de energía, y este sur del lago es uno de los sitios con mayor irradiación solar en el mundo: de día la luminosidad disuelve el metano, pero de noche, sobre corrientes de aire cálido, asciende rápidamente hasta las altas nubes".

Si el vapor de agua va a las nubes bajas para fabricar lluvia, el metano asciende hasta siete u ocho kilómetros y, cuando se ionizan las partículas de hielo en las enormes nubes convectivas, se producen las descargas eléctricas vistas en ocasiones a 400 kilómetros de distancia, desde islas en el sur del Caribe.

"Yo estoy muy orgulloso. El relámpago produce ozono, y el ozono nos mantiene con vida en todo el planeta", nos dice Alexis Vega, pescador de 49 años, de pie sobre la delgada franja de arena entre el lago y la laguna de Ologá, después de desgranar las carencias del poblado, pobrísimas casas de latón, mitad en la costa, mitad en palafitos.

Quiroga retoma las explicaciones: "A más de seis kilómetros de altura, el relámpago es una fuente generadora de ozono. Posiblemente el del Catatumbo sea la primera fuente regeneradora de su tipo en el mundo", aunque las tormentas eléctricas apenas produzcan 10 por ciento del ozono estratosférico que protege al planeta de las radiaciones solares nocivas.

Orgulloso también se exhibe el relámpago en el escudo y la bandera del petrolero estado de Zulia, a despecho de la miseria de los "pueblos de agua", unos 800 habitantes en Congo Mirador, 200 en Ologá y docenas regados en otros caseríos.

Los habitantes presentan un rosario de quejas porque escasean la luz eléctrica, el agua potable, el combustible y los alimentos, la asistencia médica, la educación formal y otros servicios y oportunidades, que algunos resienten como desdén gubernamental.

Una veintena de jóvenes artistas plásticos, participantes en un salón del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, desafiaron, durante los últimos días de octubre y primeros de noviembre, las asperezas de la intemperie para ser recompensados con la deslumbrante visión naranja, amarilla y blanca.

Los indígenas wayúu, que observan el relámpago desde el norte del lago de 12.000 kilómetros cuadrados, ven en él los espíritus de sus muertos, cuyas almas resplandecen.

Para los barí, ubicados en el suroeste del lago y de cuya lengua proceden palabras como Catatumbo y Zulia, el relámpago concentra a millones de cocuyos (luciérnagas) que todas las noches se reúnen para rendir tributo a los padres de la creación.
* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales).


"Con las letras se hace más que con el poder"
El escritor mexicano criticó a Chávez


Carlos Fuentes, La Nación, Buenos Aires, noviembre 13 de 2007.

Carlos Fuentes repasa las fotos de tiempos idos que cuelgan de las paredes del pasillo del primer piso del hotel Alvear. Se acerca a los cuadros, entrecierra los ojos y reflexiona, mientras extiende la mano para saludar al cronista de LA NACION: “¡Qué épocas aquellas de los tes danzantes..., de Mirtha Legrand en Los martes orquídeas...!”

Aunque parece un hombre nostálgico, se exalta con conocimiento de causa frente el episodio de la semana, que tiene al rey de España, Juan Carlos I de Borbón, y al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, como protagonistas. Y dice con enjundia: “Atacar al rey es una grosería de un hombre perturbado”.

En esa postura se ve a un Fuentes intenso. Tanto como cuando habla de literatura. Golpea duro cuando dice que “con la literatura se hace más que con el poder”, o que “una sociedad sin imaginación y lenguaje es absurda o totalitaria”.

No pierde de vista, claro, el motivo de su enésima estada en Buenos Aires: presentar la Biblioteca Carlos Fuentes, que el año próximo lanzará Alfaguara; dialogar sobre Obras reunidas, que edita el Fondo de Cultura Económica, y, en definitiva, hablar de la literatura fantástica -que su libro de Relatos naturales y Relatos sobrenaturales , también de Alfaguara-, lo hace disfrutar como un recién iniciado.

-¿Qué opina del entredicho entre el rey Juan Carlos y Chávez en la Cumbre Iberoamericana?

-Me pareció que ya era tiempo de que alguien perdiera la paciencia con Chávez. Y qué bueno que fue el rey ante una arremetida grosera de este personaje burdo, prepotente, ignorante que se llama Hugo Chávez. Alguien tenía que decirle "¡basta, párate!". Hoy está acusando al rey de complotar para su caída [de lo que se informa en las páginas 2 y 3]. Eso es ignorar que el rey Juan Carlos condujo la transición del franquismo a la democracia. Que se enfrentó al golpe militar de Tejero, que mantuvo la institucionalidad y el respeto a las instituciones democráticas de una manera puntual. Atacarlo es una grosería más de ese hombre perturbado que se llama Chávez.

-Sin embargo, Chávez y Bush mantienen un contrapunto ideológico que parece ser definitivo...

-[Interrumpe] ...pero económicamente se llevan "a toda madre", como se dice en México. Chávez depende de venderles petróleo a los Estados Unidos, los Estados Unidos de comprarle petróleo a Venezuela y esa relación está intacta. Lo demás es retórica, es bla, bla, bla.

-Una puesta en escena.

-Pues es una puesta en escena evidente. Sobre todo de parte de Chávez, que está llenando un vacío muy importante después de la era de las dictaduras represivas en América latina. Hemos creado sistemas democráticos, instituciones democráticas, pero la mayoría de los latinoamericanos vive en la miseria. Y si no se resuelve ese problema social, y pronto, de parte de las democracias, las democracias van a tener graves problemas. La promesa social de la democracia no está cumplida.

-Los gobiernos populistas en general...

-[Interrumpe otra vez] ...usted los llama populistas, yo los llamo fascistas.

-¿El de Chávez, por ejemplo?

-Es un gobierno fascista típico: su organización, su retórica, sus propósitos, sus uniformes, sus balcones, todo. Es un Mussolini venezolano.

-De todos modos el liderazgo de América latina parece pasar por otros países.

-América latina no es jauja. Nos estamos quedando muy atrás. Siempre estuvimos detrás de Europa y los Estados Unidos. Como decía Alfonso Reyes: "Llegamos siempre tarde al banquete de la civilización", pero ahora hay un desafío que viene del Pacífico: China, Japón, la India, Rusia, ¿vamos a ser el furgón de cola también?

-¿Qué hay que hacer para evitar eso?

-América latina tiene que organizar su propia casa, tiene que extender los beneficios de su economía a las mayorías, tiene que crear instituciones sólidas, democráticas, resistentes. Tenemos una gran tarea por delante. Estamos en un paso bueno, pero lento. Hay que acelerarlo.

-A estas alturas de su carrera, ¿recopilar cuentos fantásticos es darse un gusto?

-Sí, porque muchos de estos cuentos aparecieron en ediciones muy limitadas en México, una colección que dirigía Juan José Arreola que se llamaba Los Presentes y no habían aparecido otra vez. Tenía cuentos que no había publicado, no es que junté cosas muy viejas. Son dos volúmenes, uno que tiene la orientación fantástica y el otro la realista, aunque la fantasía es parte de la realidad.

-¿Qué se necesita para que un cuento fantástico no sea disparatado sino que sea sólo fantástico?

-Tiene que tener una lógica interna, fiel a sí mismo. No puede irse a otro lugar que no sea ese mismo cuento. El cuento fantástico es muy exigente en el sentido de formalidad interna. Se puede decir lo que se quiera con tal de que sea creíble por más increíble que resulte. Tiene que ser creíble literariamente.

-¿Le parece que la crítica trató a la literatura fantástica como un género menor?

-Sí, lo cual es absurdo, porque está Edgar Allan Poe, que juntamente con Hoffman es el fundador de la ficción norteamericana. Y qué manera de fundar una ficción en este mundo del optimismo beato de los Estados Unidos; yo les presento los fantasmas, los brujos, el horror, la noche.

-¿Lo considera injusto?

-Sí, sí, claro... ¿dónde pone a Borges, entonces...? Borges no hizo una novela y escribió cuentos más bien de tipo fantástico y es uno de los más grandes escritores de América latina. A Poe ya lo nombré, pero puedo sumar a Maupassant y a Hemingway. No entiendo por qué la crítica pueda decir eso; no estoy de acuerdo.

-Hace poco Paul Auster dijo, en una conversación con Tomás Eloy Martínez, que Borges era un escritor menor genial...

-Yo le quitaría lo de menor. Escribiría genial. Punto.

- Muchos escritores se ven forzados a dar su testimonio personal, muchas veces político.

-No necesariamente. Yo creo que el uso de las armas propias de la literatura, que son la imaginación y el lenguaje, ya es una declaración política, porque una sociedad sin imaginación y lenguaje es una sociedad absurda o totalitaria. No haré de esto una proclama, pero creo que sin imaginación y sin lenguaje una sociedad no tiene rumbo.

-¿Hasta qué punto cree que es necesario el compromiso de la intelectualidad con los gobiernos?

-No creo que tenga que haber ningún compromiso, hay que ser críticos de los gobiernos. La función tiene que ser de crítica y no de aplauso.

-¿Cree que el poder aleja a los gobernantes de la gente?

-¡Mucho! El poder crea un círculo cerrado, de hierro, en el que el gobernante acaba por no enterarse de nada.

-¿Qué opinión le merecen los gobiernos familiares?

-¿Qué es eso?

-Lo que va a pasar en breve en la Argentina: que la esposa del Presidente fue elegida para sucederlo.

-¡Ah!, mire, aquí decide la ciudadanía. Creo que éste es un país libre y democrático, y si la gente no quisiera elegir a la señora Kirchner no la elegiría. Es un proceso democrático, válido. Fue elegida por el voto popular.

-¿Cómo ve la situación en la Argentina?

-Le tengo un intenso amor a este país, y cada vez que vengo me siento muy, muy contento.

-¿Pero lo ve crecer?

-Sí, creo que está superando problemas poco a poco.

-A usted le interesa por igual la política que la literatura...

-¡De ninguna manera! No, yo le dedico el diez por ciento de mi tiempo al periodismo y el noventa por ciento escribo. Lo que pasa es que escribir es un acto muy solitario y se necesita estar en contacto con los demás... Los libros no se escriben en comités.

Por Alejandro Di Lázzaro
De la Redacción de LA NACION



El Oso del Salario Mínimo


César González Muñoz

El tiempo corre en círculos. Durante las próximas semanas, el salario mínimo será un oso que sale de hibernación para acudir al sainete de su ajuste anual. Después de algunos tremores de salón, la bestia volverá a sus sueños. En el sainete faltará la parte amarga: El drama de la calidad de la vida de la gente que carece de activos productivos como fuentes de ingreso.

Para el gobierno y el Banco de la República, los banqueros de inversión, inversionistas institucionales, entidades como Fedesarrollo, los gremios y buena parte de los analistas académicos, la regla es fácil: El crecimiento del salario mínimo no debe ser superior a la inflación esperada anual más el crecimiento de la productividad durante este año. La fórmula garantiza que no haya presión salarial sobre la inflación y asegura también que cada cual lleve de la torta lo que le corresponde. Habrá algunos audaces (no en el gobierno, que no puede darse ese lujo) que propongan un aumento aún menor del salario mínimo, considerando que la tasa de desempleo es muy alta y que la economía colombiana está urgida de “competitividad” internacional.

Aún cuando la mayoría de los actores y espectadores no lo perciban, la puesta en escena contiene fuertes elementos de moral pública y de lo que ahora se llama Responsabilidad Social Empresarial. Por ejemplo: Alguien podría llevar a la mesa del Consejo de Salarios la estadística de cuántas personas “ocupadas” según el DANE reciben un ingreso inferior al salario mínimo “legal”. El porcentaje es de alrededor del 40 por ciento. Alguien más podría apuntar que en el campo ese número está bien por encima del 50 por ciento. ¿Será sainete, o tragedia?

No creo que haya alguien que se atreva a reiterar el planteamiento, que se ha oído mucho en los últimos años, sobre la urgencia de revisar drásticamente la institución misma del salario mínimo, dadas las necesidades del mundo globalizado, etc. Eso se deja para mitad de año. Tampoco puede esperarse que haya una discusión seria sobre la dejadez moral y la inocuidad del Estado: Colombia es el país suramericano donde los empleadores acatan menos el mandato legal del salario mínimo. A la abierta evasión se le añaden las nuevas modalidades de contratación, aceptadas y promovidas por la Ley, que han convertido la precariedad del salario en el hecho más extendido y frecuente en las relaciones salariales y laborales. ¿Qué responsabilidad les cabe a los representantes de los trabajadores cuando se sientan a negociar sobre una cosa que se desvanece rápidamente de la realidad social colombiana?

Este episodio periódico tiene otro elemento realmente cómico: El cuento de la productividad. No hay manera de alguna de calcular cuánto ha crecido la productividad de la economía colombiana en un periodo determinado. El DNP, institución encargada del tema, dice un par de babosadas y abandona el escenario. Pero en las últimas páginas del guión debe aparecer que el Presidente de la República o algún ministro ofrece “dar” tanto por ciento, a título de aumento de la productividad, para que todos se vayan contentos a sus aguinaldos. La vara de medir la productividad se vuelve elástica y arbitraria. Nadie preguntará, entre tanto, qué deberían hacer los asalariados para lograr una mayor productividad y así lograr un premio salarial más alto. Si esa discusión pudiera darse, la conclusión sería que lo principal de ese proceso no está en manos de los trabajadores, sino de los patronos y de la política pública. En otra palabras, para que una negociación salarial basada en la productividad tenga sentido, se necesita que los trabajadores participen efectivamente en la gestión de las empresas. Ese sí sería un tema relevante para el Consejo de Salarios, en vez del oso del salario mínimo.



GABRIEL TURBAY,
60 AÑOS DE SU MUERTE


Homenaje del Boletín Virtual en los sesenta años del fallecimiento del extraordinario jefe Liberal, de quien alguna vez Carlos Lleras Restrepo dijo que era el hombre más brillante de su generación..

Palabras pronunciadas por EDUARDO DURAN GOMEZ, en la Academia Colombiana de Historia, con ocasión de conmemorarse los 60 años de su muerte.


Por estos días el calendario nos señala que hace 60 años, falleció una de las figuras políticas más atrayentes y sobresalientes que hayan existido en el siglo XX.
Se trata de Gabriel Turbay, un hijo de inmigrantes libaneses que siendo muy joven irrumpió en la política colombiana, primero como diputado a la Asamblea de su Departamento, Santander, y después en el Congreso de la República, en donde desplegó una acción de señalado protagonismo que muy pronto lo elevó a las más altas posiciones del Estado.
Gabriel Turbay, era hijo de don Juan Turbay y de doña Barbarita Abunader, que habían llegado al país, huyendo de las difíciles circunstancias que aquejaban a El Líbano. Hicieron su arribo al puerto de Barranquilla, a principios del año de 1900, pero un par de meses más tarde deciden emprender viaje por el río Magdalena hacia el departamento de Santander, ya que el clima de la Costa Caribe no le sentó muy bien a la madre, que por estos días experimentaba los primeros síntomas de un nuevo embarazo.
Los amigos que encontraron, pertenecientes a las familias Chaín y Lega, les recomendaron un clima más amable para la salud de la familia, aconsejándoles la ciudad de Bucaramanga, además porque también era una de las pocas poblaciones que contaba con el servicio de luz eléctrica. Fue entonces cuando decidieron hacer conexión con esa ciudad, que en 1886, hacía menos de un lustro, había sido designada como capital del nuevo Departamento de Santander, atendiendo a la reestructuración político-administrativa decretada por el gobierno de Rafael Núñez, que había abolido los Estados Soberanos y que para la nueva realidad normativa, había resuelto trasladar la capital del nuevo ente territorial del El Socorro a Bucaramanga, para así cumplir con el objetivo de restarle importancia al escenario principal del radicalismo, derrotado por su régimen.
Es así como a los pocos meses de haberse instalado en Bucaramanga, el hogar Turbay – Abunader se ve alegrado con la llegada de otro vástago, varón, que vio la luz el 10 de enero de 1901 y que fue bautizado en la Catedral de la Sagrada Familia el 12 de marzo del mismo año, tal como consta en su partida de bautizo y que borra de plano la tesis de muchos de sus contradictores, que llegaron a asegurar a través de diferentes medios que su nacimiento había ocurrido en el país de origen de sus padres, lanzando al respecto toda una campaña de difamación, con las más diversas tesis, para que los electores incautos llegaran a rechazarlo por su origen.
Turbay ingresa niño a las aulas del Colegio de San Pedro Claver, regentado por la comunidad de los padres Jesuitas y allí recibe una formación muy completa, como quiera que ese establecimiento educativo gozaba de gran prestancia y a él acudían estudiantes destacados de las provincias de Vélez, Socorro, San Gil, Pamplona, Cúcuta y Ocaña.
Cuando concluye sus estudios secundarios, se traslada a Bogotá para iniciar la formación superior y cuando en la mente lo rondaba el dilema entre estudiar medicina o derecho, optó por la segunda, para después trasladarse a la primera, que culminó con honores en la Universidad Nacional.
En ese Centro educativo comienza a experimentar sus primeras actuaciones políticas, al lado de un personaje de apellido Zawasky, que había llegado a la Capital con la misión de sembrar las ideas socialistas entre la juventud de la época.
Este agitador político, que había sido formado para el reclutamiento de efectivos, pronto se fijó en los jóvenes más destacados de la época, dentro de los cuales estaban, entre otros, Gabriel Turbay, Alberto LLeras, José Mar, Alejandro Vallejo, Moisés Prieto, Luis Tejada, Luis Vidales y Guillermo Hernández Rodríguez.
Esas ideas socialistas, sin lugar a dudas sirvieron para nutrir y experimentar a esa muchachada inquieta, que muy pronto encontró cabida en el ejercicio formal de la política colombiana, llegando varios de ellos a las más altas dignidades del Estado.
Pero una vez concluida la jornada académica para la obtención del título profesional en el ramo de la medicina, resuelve regresar a su solar nativo de Bucaramanga, para dedicarse al ejercicio de la profesión y para disfrutar la existencia al lado de su familia y de los amigos que lo vieron crecer. Ahí en medio del ambiente parroquial de la Bucaramanga de 1926, transcurrían los días y las horas en apacibles tertulias y en actividades serenas y sosegadas llenas de disfrute y deleite.
Es el retrato que logra elaborar su coetáneo y amigo el poeta Carlos Torres Durán, que para esa época su inspiración logró plasmar el bello poema titulado “Vida de Bucaramanga”

Vida fácil la nuestra, pobretona y sencilla,
sin caprichos, sin lujos, sin amor, sin placer,
vida casta y humilde, vida de pacotilla,
de cervezas y kolas, chocolate y café.

Ese escenario aldeano, pronto hizo reflexionar a Turbay, pues su temperamento, su preparación y su visión de mundo, estaban signados para otras aspiraciones muy distintas a las que el panorama bucólico que lo rodeaba le advertía.
Fue entonces cuando decidió medir fuerzas para intentar llegar a la Asamblea de Santander, que en esa época era el teatro en donde actuaban los más sobresalientes intelectuales, que afiliados a los partidos tradicionales, acudían allí a defender sus ideas, a proponer las formulas para el mejor gobierno, a exhibir el derroche de su sabiduría, o a veces, a ventilar las malquerencias parroquiales.
Allí Turbay alternó con personajes como Laureano Gómez, José Camacho Carreño, Alejandro Galvis Galvis, Manuel Serrano Blanco, Jaime Barrera Parra, Roberto Serpa, Julio Valdivieso y otros.
Su actuación en la Duma, lo llevó a destacarse como un elemento hábil en el análisis de los problemas y su marcado interés por los ismos de la problemática regional, lo hicieron merecedor para ser ungido Secretario de Gobierno de Santander, a donde renuncia poco después para aceptar su postulación para la Cámara de Representantes.
Llega Turbay al Congreso de 1928 en un escenario lleno de complejidades, pues estaba haciendo crisis el gobierno de Miguel Abadía Méndez, acosado por los reparos a la contratación de las obras públicas, el despilfarro de los recursos provenientes del café, por las consecuencias que dejaba la crisis económica mundial, las alteraciones del orden público por los problemas sindicales atañaderos a las bananeras y el desgaste de una hegemonía política en el ejercicio del gobierno, que ya superaba los 40 años.
A todo esto se sumaba la división que se presentaba al interior del partido Conservador, que veía extender dos alas muy distintas al interior de sus toldas, en cuanto a la preferencia de nombres para suceder al profesor Abadía, que como cosa curiosa, en medio de las dificultades que presentaba su gobierno, citaba a Palacio a los alumnos de la facultad de Derecho de la Universidad del Rosario, para dictarles allí su cátedra de asuntos Constitucionales.
En ese centro de complegidades descrito, comienza a mostrar su talento como hombre público de gran proyección y no sólo participa de los acalorados debates con un fondo netamente político, sino que en medio de su novatada, se resiste a ser un observador cauteloso y comienza a proponer fórmulas para aprovechar la oportunidad histórica que ofrecía la división del Partido Conservador.
Fue Turbay entonces uno de los cerebros que comenzó a estudiar con pericia y cálculo matemático cómo debía ser ese teatro de operaciones para aprovechar el momento supremo que permitiera la reconquista del poder, hazaña que no había sido posible desde el siglo pasado.
El personaje sin duda que encarnara la candidatura presidencial del liberalismo, era clave para el aseguramiento del éxito de la empresa electoral. La persona que surgía como el más señalado líder, era Alfonso López Pumarejo, por su destacada actuación en el ejercicio de la oposición al Gobierno y por su notable mérito como conductor de la colectividad; pero él mismo estaba poseído por el escepticismo, pues casi media centuria de derrotas no podían generar un panorama esperanzador, sobre todo cuando se carecía de todas las herramientas que se derivan del ejercicio del poder, y cuando las garantías electorales no se manifestaban con ninguna claridad.
Fue así, como ante las múltiples insistencias para que tomara en sus manos la bandera de su Partido y lo condujera por el sendero que se advertía, su renuencia no se hacía esperar y en todo momento, el no, fue su respuesta escueta y definitiva, para lo que pensaba podía ser una auténtica aventura.
¿Cómo enfrentar entonces esa coyuntura?
El joven Gabriel Turbay, que apenas daba con cortedad sus primeros pasos por los amplios salones del Capitolio Nacional y que por su juventud, por su inexperiencia y por la carencia de ancestros pasaba casi inadvertido para la mayoría de los curtidos legisladores, se le ocurre fijar su mirada en el jefe de la legación diplomática de Colombia en Washington, el doctor Enrique Olaya Herrera, hombre de especial talento, respetado en el liberalismo y también en el conservatismo, como quiera que el Gobierno de ese Partido le había depositado su plena confianza para enviarlo a la principal misión diplomática de nuestro país en el exterior.
Sabía Turbay que no era fácil promover ese nombre, no sólo por estar vinculado al Gobierno, sino porque la distancia de su actuación lo había separado de una participación activa dentro de las tareas de las huestes de su Partido en época de grandes dificultades y apremios. Pero entendía muy bien quien ideaba ese personaje, que en esos reparos estaban precisamente las fortalezas del candidato: Un hombre por encima del bien y del mal entre las posibles diferencias al interior de su Partido; una persona con una inteligencia demostrada en una ya extensa carrera pública, y un individuo que no representaba amenazas sino que ofrecía tranquilidad a la militancia conservadora, circunstancia definitiva a la hora de pretender mantener la crisis que estaba viviendo esa colectividad, pues si el candidato liberal estaba frente a una actuación contestataria y beligerante, muy seguramente la reacción del bando contrario sería la de unirse, para evitar en esta forma a toda costa el triunfo de una personalidad que no sólo se mostraba combatiente, sino que podía llegar a ser en extremo rencorosa y vengativa.
Es entonces cuando acude a dos personajes reposados y sobresalientes de su colectividad, a quienes les expone en detalle su idea. Se trataba de Eduardo Santos y Francisco José Chaux, quienes resuelven redactar una misiva que sería firmada por los tres, a la cual se adhiere también Botero Saldarriaga, sugiriendo e implorando la necesidad de su regreso inmediato al país y de que fuera él, la figura que en mejores condiciones podía conducir la colectividad frente al supremo instante que se advertía.
A Olaya, amigo del poder, le parecía muy sugestiva la propuesta, pero la incertidumbre lo asediaba con marcada desazón y se le ocurre entonces la idea, no de renunciar a su apetecible cargo, sino de solicitar una licencia para venir al país a auscultar el escenario que se advertía, no solo al interior de su Partido, sino también a catar el sentir de los electores en las diferentes regiones del país.
Como el Embajador era amigo del Gobierno, pudo cumplir su propósito tal como lo había ideado y ese trío de personajes que habían sido los emisarios de la súplica desesperada, se pone al frente de la organización de los más diversos escenarios, públicos y privados, para que se suscitara el entusiasmo necesario que le permitiera a Olaya definirse definitivamente a renunciar y a aceptar la candidatura única del partido Liberal para las elecciones de 1930.
El objetivo se cumplió y el agraciado pudo comprobar de que no sólo su Partido lo aclamaba en todos los sitios que su recorrido le iba señalando, sino que muchos personajes conservadores, cansados de la división crítica de su Partido, le manifestaban la ausencia de reparos a una presidencia suya.
Aquí es cuando Turbay sale a las plazas públicas a hacer derroche de su capacidad organizativa y de su elocuencia política, para asegurar el éxito de su candidato en la elección presidencial, a pesar de representar un partido históricamente minoritario.
Las condiciones se dieron: El Maestro de maestros Guillermo Valencia y el militar con señalamientos de héroe, Alfredo Vásquez Cobo, no pudieron zanjar sus hondas diferencias y unidas esas circunstancias a los errores que el Presidente en ejercicio y la Iglesia cometieron, impidieron que fuera posible el sueño de una única candidatura que permitiera la unificación del potencial electoral y el aseguramiento de la continuidad en el ejercicio del poder, por casi 50 años confirmada.
Turbay, en esa campaña, marca una impronta definitiva para su carrera política, pues a su temprana juventud tiene la oportunidad no sólo de trabajar al lado de los más grandes jefes de su Partido, sino que también desempeña un papel protagónico en una campaña que entra a reclamar un triunfo histórico en el acontecer político de la nación, que se define como uno de los hechos fundamentales en la historia del siglo XX.
La “Concentración Nacional” fue la denominación que el candidato de dio a su proyecto político, aludiendo a una candidatura por encima de su Partido, aplicando una táctica de filigrana electoral, que le permitiera acopiar adeptos en todos los recodos políticos.
El triunfo se dio producto de una táctica manejada con magistrales criterios y Olaya asume en medio de una expectativa muy grande, como quiera que no era fácil en esos tiempos, aceptar un cambió de régimen
Olaya ve entonces en el novel prospecto de su pupilo a un potencial dirigente llamado a ocupar espacios superiores y responsabilidades mayores en esa nueva época que el país asume, al ocurrir el cambio de régimen y por lo tanto de orientación de los destinos de la nación.
Él, pensando en el adiestramiento de esas nuevas figuras, nombra a Turbay en 1930 jefe de la misión diplomática en Bélgica, para facilitarle el contacto con la cultura europea y para que pudiera acrecentar el caudal de su conocimiento, al poderse acercar a todos aquellos países que habían conformado la cuna de la civilización.
Allí lo observa con detenimiento y le extiende un manto tutelar que le permite no solo transmitirle claros conceptos, sino también sopesar el pensamiento y el raciocinio de aquel hombre que cumplía la misión de darle otros hervores a su fresca e inquietante personalidad.
Tres años transcurrieron desde aquél entonces, cuando Olaya Herrera se dio cuenta de que su Gobierno ya había tomado suficiente afianzamiento y ya la consolidación lograda le permitía dar el paso para que un liberal, después de transcurridos más de 45 años, ocupara por primera vez el ministerio de Gobierno y de esta manera fuera el jefe de la política en la orientación del Estado, hecho que finalmente ocurrió el 21 de septiembre de 1933.
Aquí es cuando da la sorpresa, escogiendo para tan delicado encargo a Gabriel Turbay, cuando apenas cumplía 32 años de edad, y de esta manera sentaba las bases de renovación al interior de su Partido y el esquema fresco y de proyección que señalaba para el resto de su tarea gubernativa.
El escogido asume el cargo, designa como su secretario al doctor Jorge Soto del Corral, una de las mentes brillantes que se asomaban en esos tiempos, y de inmediato entra a trabajar sobre grandes y fundamentales reformas que debería aplicar en su paso por ese ministerio.
La primera de ellas es la implantación del registro civil de nacimiento y la segunda la Cédula de Ciudadanía, que había sido propuesta por él en la Cámara de Representantes.
Dentro de los objetivos del nuevo esquema de gobierno, estaba el de poder dotar a las ciudadanos de un sistema de identificación, único, serio y confiable, que facilitara no sólo los procesos legales, sino también la transparencia electoral, a través de un instrumento de identificación seguro y leal.
Pero también asume con mucha preocupación el tema de la Justicia, en ese entonces, como hoy, a cargo de esa Cartera, y sienta las bases para impulsar un sistema práctico e imparcial que le pudiera ofrecer al país la seguridad del postulado de “Una pronta y cumplida Justicia”. Para tal efecto, conforma comisiones técnicas que fueran a visitar los Tribunales Superiores de Distrito Judicial en donde se impartieran claros conceptos sobre la manera de adelantar los procesos y fijó términos perentorios para que esos despachos se pusieran al día en el trabajo asignado.
También le correspondió diseñar la actuación de Colombia ante la Conferencia de Río de Janeiro y de la fijación de las aspiraciones de nuestro país, en el delicado y espinoso caso del conflicto territorial con la vecina república del Perú, en donde se vivió un episodio conmovedor, del cual se ha ocupado en muchas oportunidades esta Academia.
Y le correspondió también al novel Ministro, el abordamiento de un delicado tema que producía una enorme sensibilidad en la población colombiana y que era el de la separación de la Iglesia y el Estado. Él era perteneciente a una familia tradicionalmente católica y practicante, pero era conciente de que la Iglesia, inmiscuida en los asuntos de Gobierno, producía efectos perturbadores en la paz pública y complejidades en el manejo de los asuntos gubernamentales, dos cosas que era necesario detener, por no decir que eliminar, del vetusto sistema político colombiano.
La elección anterior había estado llena de intervenciones abiertas del clero y el propio Arzobispo de Bogotá había impartido ordenes directas a obispos y sacerdotes para que se inclinaran en favor de determinado candidato, entre uno de los dos que representaban al partido Conservador, instrucciones que fueron cambiadas en dos oportunidades, de acuerdo a la mayoría de los afectos que se expresaban en cuanto a los intereses que el mismo clero im pectore defendía.
El Ministro con pericia y firmeza iba expresando mensajes claros y diseñando directrices que fueran conduciendo a crear un clima para una Iglesia dedicada a los asuntos del espíritu y un régimen público, manejado por quienes de manera libre escogiera la voluntad popular.
Turbay, en el ejercicio de ese cargo, tiene la oportunidad de lucir su potencial al más alto nivel y en las más difíciles circunstancias: Una oposición que se resistía a la pérdida del poder después de casi cinco décadas; un Congreso adverso dominado por el partido vencido en la contienda presidencial; unas reformas sustanciales que eran indispensables para poder sentar las bases de un nuevo orden y un compromiso con su Partido para estar en condiciones de asegurar la continuidad en el Gobierno, después del periodo presidencial vigente.
Quienes lo contemplaron en el manejo de esos asuntos, manifiestan que lo veían permanentemente inmerso en el estudio de los temas que manejaba desde el Gobierno y consultaba por largas horas a los expertos en las más diversas materias, para que sus decisiones pudieran estar rodeadas de la fuerza indispensable para que fueran acatadas y reconocidas como instrumentos eficaces de gobernabilidad.
Su misión oficial se extiende hasta el final del Gobierno, en donde en unas elecciones cruciales para definir la etiqueta partidista del siguiente mandato, el electorado se inclina por la posibilidad de darle continuidad a los hechos creados por Olaya Herrera, ahora en la persona de Alfonso López Pumarejo, el líder más destacado del partido Liberal y que curiosamente había rechazado la candidatura en el periodo inmediatamente anterior.
Al siguiente año, Turbay asiste al Congreso como senador y el 12 de agosto de 1935, se reúne la Convención Nacional del Liberalismo en Bogotá, presidida por los doctores Alejandro López y Armando Solano, y escoge los nombres de las personas que deberían asumir la jefatura del Partido gobernante para los próximos cuatro años. Atendiendo ese difícil compromiso, integra un cuerpo colegiado en la siguiente forma: Enrique Olaya Herrera, Gabriel Turbay, Carlos Arango Vélez, Francisco Rivera Escobar y José Miguel Arango.
Esta nueva etapa, le impone a Turbay grandes expectativas a través de los más variados escenarios de protagonismo en que se ve investido: La Dirección Nacional Liberal lo acoge como su Presidente y lo propio hace el Senado de la República. Esta doble condición significa que tiene que ser el defensor fundamental de las reformas presentadas al Congreso para transformar el modelo de gobierno, en lo que el titular llegó a denominar como “La revolución en marcha” y a su vez, tiene que ser el batallador partidista en la confrontación política.
Lo que pretendía esa enmienda constitucional era de unas pretensiones sin antecedentes desde 1886: Una reforma tributaria que incrementara sustancialmente los impuestos a los grandes empresarios con el objeto de allegar recursos para que se financiaran las obras públicas, la educación y la salud.
Las bases para hacer valer el principio constitucional que define a la propiedad privada como una función social, incluyendo normas claras sobre la explotación de las tierras, los derechos de los arrendatarios y colonos y definición los derechos laborales.
Propuso la separación de la Iglesia del control de la educación, consagró la libertad de enseñanza y definió el impulso que le daría a la universidad pública.
Además, en esa actuación, sentó las bases para el acuerdo con el Perú y las pautas que se tendrían en cuenta para el manejo de las relaciones con los Estados Unidos.
Esta agenda de trabajo, requería de unos líderes de especiales condiciones para asegurar su tránsito victorioso: en el Gobierno, Darío Echandía como titular de la Cartera Política y en el Congreso y el Partido Gabriel Turbay, ejerciendo la jefatura por partida doble.
Este acontecer tuvo su momento culminante, cuando el parlamento parecía agruparse mayoritariamente en favor de la negación de las enmiendas propuestas, con lo cual dejaba al Gobierno tendido en la lona del desprestigio y de la frustración, que sin duda lo conducirían inexorablemente al fracaso definitivo. Todo ese esfuerzo para estructurar los cambios a la modernización del país se defenestraría y con esa actitud el Liberalismo y su Gobierno se irían al traste.
El Presidente decide entonces convocar a su sanedrín y se la juega con la propuesta de renunciar al cargo, condicionando la permanencia a la expedición de los proyectos legislativos propuestos.
Turbay toma la bandera de la defensa del compromiso adquirido con los electores y de la salvaguarda de la dignidad del Partido en el ejercicio del Gobierno, advirtiendo que si el Presidente caía, también caería con él el Partido Liberal, constituyendo un golpe del cual no se volvería a reponer en varias décadas.
Después de intensos debates y de sostener con coraje las arremetidas de la oposición, el Presidente del Congreso redacta un texto que consiguió aprobar mayoritariamente y que dice: “El Senado de la República, después de reafirmar su confianza en el señor doctor Alfonso López, y de reconocer que a éste le rodea merecidamente la opinión del país, por el patriotismo, por la probidad y la rectitud que lo han inspirado en todos los actos, por el hondo surco democrático que ha abierto en la conciencia nacional por las nuevas orientaciones sociales y económicas que ha impuesto a la marcha del Estado, resuelve: No aceptar la renuncia que de su elevado cargo se ha dignado presentar a esta Corporación el Excelentísimo señor Presidente de la República”.
De esta manera, la batalla política fue ganada y López procede a dar el impulso definitivo para la aprobación de su “Revolución en marcha”.
Poco después López estima necesario tener a Turbay dentro del Gobierno y lo designa ministro de Relaciones Exteriores para que se ocupe de los importantes temas anteriormente enunciados. Al respecto Carlos Lleras manifiesta: “Esta designación tenía especial significado, dada la forma como Gabriel había manejado todo el problema político y había contribuido a evitar la crisis presidencial salvaguardando al mismo tiempo la independencia y la dignidad del Congreso”.
Al cumplir con la función encomendada, Aguarda la Convención Nacional que debe proclamar la candidatura presidencial para participar en los comicios que deberían definir el sucesor de López, evento en el cual se proclama a Eduardo Santos, con plenos poderes para integrar las directivas del Partido. Después de ocurridos esos sucesos, Turbay resuelve retirarse del cargo para asumir su curul en el Senado, situación que aprovecha Santos, para colocarlo a la cabeza de la nueva directiva del Partido en una nómina de la cual hacen parte Luis Cano, Francisco Samper Madrid, Jorge Gartner, Carlos Lozano y Lozano y Alejandro Benítez. A su vez, se integran las listas para el Congreso y Turbay es señalado para encabezar la de Senado, junto con Fabio Lozano Torrijos, Jorge Eliécer Gaitán y Gonzalo Restrepo. En esa lista, surge por primera vez al escenario político Alfonso López Michelsen, al ocupar la tercera suplencia.
En 1938, entra en definición el proyecto de López sobre huelgas, el cual desata una honda controversia, pues los empresarios formularon toda clase de reparos y el poder económico se sintió amenazado por este paquete de normas, lo cual hizo que se expresara intensamente ese poderío a través de los más diversos voceros que tenía la representación en el Congreso. Le corresponde entonces al jefe de la bancada liberal fijar la posición de su Partido, para lo cual expresó:
“El Liberalismo se opone: Primero, a la política de lucha de clases. Segundo, a la acción política de los sindicatos. Tercero, a la huelga general y a las de solidaridad que impliquen una coacción de carácter político por la tendencia a la huelga de carácter general. Cuarto, a la tendencia internacionalista del movimiento obrero. Quinto, a la huelga en los servicios públicos. Sexto, a la intervención en la dirección de las huelgas y de las actividades sindicales de los extranjeros no vinculados al trabajo nacional. El Liberalismo preconiza la colaboración de las clases sociales sobre las bases de seguridad y justicia. Los procedimientos de la conciliación previa y el arbitraje en los conflictos de trabajo. La elevación a la categoría legal de las conquistas obtenidas por los trabajadores para hacerlas estables y generales. Apoya y fomenta las organizaciones sindicales considerándolas como elementos eficaces para el progreso social”.
Esta era la voz del Jefe de la bancada, que expresaba el criterio en desarrollo del programa de Gobierno y que defendía e imponía una conducta consecuente de la representación parlamentaria para con la palabra empeñada de quien conducía en su nombre la dirección del Estado.
Viene la campaña de Santos para el debate presidencial y Gabriel Turbay se recorre el país entero demandando el respaldo para la continuidad de la obra de Alfonso López, tesis que resulta triunfadora. Ya en ese escenario, entra nuevamente a ejercer como Presidente del Senado; el siete de agosto le da posesión al nuevo Presidente Eduardo Santos y al día siguiente es elegido por la mayoría parlamentaria como primer Designado a la Presidencia, junto a Tulio Enrique Tascón que es escogido como Segundo Designado.
Santos le hace un llamado para que ingrese a su administración y para tal efecto le ofrece las carteras de Gobierno y de Exteriores, para que escogiera en la que mejor se sintiera, pero la oferta es declinada porque prefiere proseguir con la misión de dirigir el poder legislativo, a la par que los intereses de su Partido.
De esta manera se comprueba que Turbay era el hombre más solicitado en el liberalismo, recogía un enorme prestigio y sus actos marcaban un protagonismo de incalculables dimensiones que lo mantenían en todo momento como un oráculo al cual acudían en los estados de especial envergadura.
Esta situación, llevó a Silvio Villegas a retratar, desde la otra orilla política, la figura y la personalidad de este líder, en las siguientes palabras: “Fue, por encima de todo, el enérgico capitán de sí mismo. Luchó contra todo y contra todos y fue el primero de los hombres menores de 40 años que reclamó la Presidencia de la República, enfrentándose a las oligarquías consagradas. Para la acción política, estaba singularmente dotado. En el manejo de los hombres alternaba el grito imperioso, la seductora amistad, el sensual halago. Era de la gran estirpe de Murillo Toro, de Rafael Núñez, de Carlos Holguín, de Enrique Olaya Herrera, un ave de altanería, un hombre nacido para dominar. El valor temerario fue su facultad dominante. A los próceres de la Guerra civil los manejó muchas veces a gritos, siendo a la vez el más suave y el más grato de los camaradas. Cuando departíamos íntimamente con él, teníamos la certidumbre de que era el único amigo que nos había amado en la vida. Su educación personal era subyugadora…. Gabriel Turbay fue el político más hábil de su generación, en ambos partidos”.
Cuando el gobierno de Santos avanzaba, la dirigencia liberal comienza a señalar a Turbay como el próximo candidato del Partido a la Presidencia y cuando la idea toma cuerpo en muchos de los directorios departamentales, vienen las elecciones para Senado, que en esa época era una facultad potestativa de las asambleas departamentales y Alfonso López Pumarejo sorprende solicitándole a la Asamblea de Cundinamarca que lo ungiera para tal posición, propuesta que no encuentra eco inicialmente, frente a lo cual responde Alberto Lleras desde el periódico “El Liberal” acusando a Turbay de querer obstaculizar ese propósito, quedando de esta manera sentada la aspiración de López a la reelección presidencial, para suceder a Santos.
Viene el nuevo Senado a donde acuden López y Turbay elegidos por la Asamblea de Cundinamarca y semanas después se realiza la Convención Liberal, bajo la presidencia de Alejandro Galvis Galvis; Turbay decide ausentarse del país y Santos toma la decisión de nombrarlo Embajador en Washington.
Allí adelanta una intensa gestión ante la comunidad de las Naciones, participa en debates trascendentales sobre el tema cafetero para estructurar por primera vez un pacto de cuotas, y asume la decisión de adelantar una renegociación de la deuda externa de Colombia. Mientras tanto viene la reelección de López, que se impuso a pesar de las muchas objeciones que varios dirigentes muy respetables del liberalismo habían expresado.
Ese nuevo mandato trae a Turbay por segunda vez como Canciller y allí se ocupa de temas importantes como la reforma del Concordato, en medio de un fuerte debate público derivado de la sensibilidad que producía el tema entre una población de inmensa mayoría católica.
Vienen después los debates contra el Presidente por todo lo relacionado con la intervención de la familia presidencial en los negocios de la Handel y de la Trilladora Tolima, episodios que dejaron muy maltratada la imagen del mandatario y frente a los cuales Turbay guardó prudente silencio al no comprometerse con la defensa pública del Primer Mandatario. Esto lo llevó a renunciar y se dedica a preparar, ahora sí, el lanzamiento de su candidatura presidencial, a la cual le surge una disidencia encabezada por Jorge Eliécer Gaitán, que se revelaba contra la dirigencia tradicional que proclamaba a Turbay, situación que es aprovechada por el Partido Conservador para lanzar la candidatura de Mariano Ospina Pérez, un hombre reposado que no ofrecía resistencias y que había tenido una actuación apacible dentro de su colectividad, circunstancias que no hacían advertir un temor especial sobre el candidato contrario.
Aquí es cuando el Partido comete todos los errores posibles que lo conducen a la pérdida del poder y al fin de la época de lo que se llegó a denominar como la “República Liberal”.
Gaitán hace derroche de su capacidad oratoria derivada de ser uno de los penalistas más reconocidos en el país y plantea un discurso con bastante sabor populista contra lo que él dio en llamar como las “oligarquías y el establecimiento” peroración que produce cierto calado en las bases populares y es cuando comienza a ser alentado por algunos dirigentes liberales para que lleve su candidatura hasta el final.
La situación fue angustiosa para el liberalismo y en medio de lo que se veía venir, esa dirigencia decide acudir a Alfonso López Pumarejo para dejar en manos de él la definición de la situación, concediéndole poderes para que señalara cuál de los dos candidatos debería ser el que reuniera al liberalismo para la confrontación frente a Ospina. López se negó a ser el definidor del problema e impartió libertad para que se obrara en las urnas.
En ese instante el liberalismo advierte una caída anticipada, como efectivamente ocurrió, pues en las mesas de votación demostró ser una mayoría segmentada que no fue capaz de ser suficiente para vencer al contendor.
De esta forma López pasaba la cuenta de cobro a Turbay a costa de la caída del Partido y la enorme decepción que sufre el candidato oficial del liberalismo, lo lleva a precipitar un viaje a Paris en donde se refugiaría de todas las desventuras sufridas en esos siniestros comicios.
Allí, rumiando en la soledad todos esos desengaños, cae en una profunda depresión, pero a medida que pasan los meses y que sus amigos le hacen toda clase de requerimientos para que regrese a retomar las banderas, decide aceptar la oferta para lo cual comienza a preparar su viaje.
Le escribe a Turbay Ayala comunicándole que la fecha está cerca y que se siente más vigoroso que nunca y se reúne en Venecia con Jorge Zalamea y allí le manifiesta: “reorganizaré la lucha en la misma fila de soldado en que la empecé hace 25 años…. Pero ahora no me engañarán. Por mucho tiempo guardé un respeto reverencial a figuras del Partido que no lo merecían. Algunas de ellas me deben muchas de las preeminencias que obtuvieron y que me fueron pagadas en desafecto, en hostilidad e incluso en traición”.
Todo estaba ya listo para ese viaje a la reconquista del sendero que advertía glorioso, pero por aquellas jugadas siniestras del destino y de la vida, que a veces suele voltear dramáticamente los sueños y las esperanzas, ese periplo de ambiciones resultó ser transportado a la eternidad, pues un ataque de asma lo vence definitivamente y lo aparta de este mundo el 17 de noviembre de 1947, cuando contaba apenas con 46 años de edad y cuando la plenitud de su cerebro le advertía todavía la presencia en muchas batallas por librar.



Bibliografía.

1. Gran enciclopedia de Colombia, Biblioteca El tiempo, Círculo de Lectores autores varios
2. Crónica de mi propia vida, Carlos Lleras Restrepo, Círculo de lectores.
3. Ocampo López, Javier. Gabriel Turbay, Banco de la República, Biblioteca Luis Ángel Arango,
4. Serpa Uribe Horacio, Gabriel Turbay. Partido Liberal Colombiano.
5. Castro Perdomo, Cesar. El Congreso en Colombia. Tomo I, Senado de la República, Imprenta Nacional, mayo, 1988.
6. Tirado Mejía, Álvaro. Nueva Historia de Colombia. Editorial Planeta. 1989
7. Durán Gómez, Eduardo. Gabriel Turbay, estadista santandereano. Academia de Historia de Santander, volumen XLII. Imprenta departamental. 1988.
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9. El Tiempo. Bogotá. Colección desde 1928.
10. Vanguardia Liberal. Bucaramanga. Colección desde 1928.
11. El Deber. Bucaramanga.
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21. Torres Durán, Carlos. Algunos madrigales y otras cosas de entonces. Editorial Cosmos. 1980.
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23. Archivo del Congreso
24. Archivo de la familia Turbay.



Votar por Mukasey es votar por la tortura


Publicado el 6 de Noviembre de 2007, Amy Goodman. Boletín Democracy Now.

El juez Michael Mukasey admite que la técnica conocida como “el submarino” es repugnante, pero se niega a decir si equivale a un método de tortura. Aún así, los senadores demócratas Charles Schumer y Dianne Feinstein votaron a favor de su confirmación como Fiscal General de EE.UU. Mukasey, Schumer y Feinstein deberían hablar con el periodista francés Henri Alleg. Editor de un periódico en Argelia, en 1957 fue sometido al llamado “submarino”, o “waterboarding”, por el ejército francés, cuando los franceses intentaban aplastar el movimiento independentista argelino. El periodista, de 86 años de edad, habló conmigo desde su casa en París:

R20;Me pusieron sobre una tabla, me sujetaron a ella con correas y me acercaron a un grifo. Me cubrieron la cara con un trapo. Enseguida el trapo se llenó de agua. Uno tiene la sensación de estar ahogándose. El agua corría por toda mi cara. No podía respirar. Es horrible, una sensación horrible de tortura y de muerte, de estar a punto de morir”.

El periodista Stephen Grey, cuyo documental “Rendición Extraordinaria” se emite en los canales de TV de la PBS esta semana, me contó: “Yo, como muchos periodistas, debería publicar una corrección, en realidad una disculpa, porque todos hemos dado a conocer a “el submarino” como una simulación de ahogamiento. Está claro, según los que lo han practicado, que se trata de un ahogamiento real... es algo que causa un fuerte impacto en la conciencia y, por lo tanto, estamos habando de tortura”.

En una encomiable demostración de compromiso con su trabajo, el ex Fiscal General Adjunto en funciones, Daniel Levin, según ABC News, se sometió al “submarino” cuando la Casa Blanca le encargó que replanteara su postura oficial sobre la tortura en 2004. Cuando llegó a la conclusión de que “el submarino” es una forma de tortura, fue desplazado de su cargo.

El lunes 5 de noviembre, activistas contra la tortura efectuaron una demostración real de un “simulacro de ahogamiento” frente al Departamento de Justicia. El actor de veintiséis años Maboud Ebrahimzadeh se ofreció como voluntario para ser la víctima. Al terminar la sesión, estaba al borde del llanto: “Es la experiencia más aterradora que he vivido. Y, a pesar de que es un ambiente controlado, cuando el agua entra en tus pulmones, quieres gritar pero no puedes, porque ni bien lo haces te ahogas”.

Cuatro abogados militares enviaron una carta a Patrick Leahy, presidente del Comité Judicial del Senado, declarando lo siguiente: “El “submarino” es inhumano, constituye tortura y es ilegal”. Veinticuatro ex agentes y analistas de inteligencia manifestaron su acuerdo con los abogados militares añadiendo: “Sea que los servicios de inteligencia de EE.UU. estén actualmente usando o no esta práctica, debería ser bien fácil para él [Mukasey] responder”.

A pesar de esto, Mukasey declaró ante el Comité Judicial del Senado: “Desconozco lo que implica esta técnica, no sé si “el submarino” es una forma de tortura”.

En la audiencia del Comité Judicial en la que se votó sobre el nombramiento, Leahy dijo: “Ningún senador debiera ser cómplice de las manipulaciones legales de esta administración, apoyadas por personas como Alberto Gonzales, John Yoo y David Addington, y acordar con ellos en que las leyes vigentes no hacen de “el submarino” algo ilegal. Hemos perseguido las llamadas “torturas del agua” durante más de 100 años”.

Soldados de EE.UU. han sido procesados por participar en simulaciones de ahogamiento en Filipinas en 1901 y en Vietnam en 1968. Estados Unidos encarceló a un oficial japonés en 1947 por usar este método contra tropas estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial.


El senador Edward Kennedy añadió: “No se equivoquen: “el submarino” ya es ilegal para la ley estadounidense. Es ilegal según las Convenciones de Ginebra, que prohíben ‘ofensas contra la dignidad personal’, lo que incluye el trato cruel, humillante y degradante. Es ilegal según la Ley contra la Tortura, que prohíbe actos ‘destinados específicamente a infligir sufrimiento severo ya sea mental o físico’. Es ilegal según la Ley sobre el Trato a los Detenidos, que prohíbe el ‘trato cruel, inhumano o degradante’. Y viola la Constitución”. El senador prosiguió: “El simulacro de ahogamiento es una asfixia en cámara lenta que proporciona suficiente tiempo para contemplar la inevitabilidad del desmayo y la muerte — normalmente la persona que lo sufre se pone histérica durante el proceso. Para los no iniciados resulta horrible observarlo, y si sale mal puede llevar a una hipoxia terminal. Cuando se hace correctamente, es una muerte controlada”.


El senador republicano Arlen Specter, que votó a favor de la confirmación de Mukasey, dijo que el Congreso debería aprobar una ley que prohíba la práctica del “submarino”, y dijo tener la garantía de parte de Mukasey de que apoyaría tal ley. ¿Qué ocurriría si el presidente Bush vetara la ley, o si emitiera uno de sus “Signing Statements” -las declaraciones presidenciales que indican el modo en que se interpretará la letra de la ley-, que usa para esquivar ciertos anteproyectos que él mismo firma y convierte en ley?


A pesar de todo esto, los votos de Schumer y Feinstein a favor de Mukasey implican que el Comité Judicial ha votado 11 contra 8 a favor de recomendar ante el plenario del Senado su nombramiento como Fiscal General. Desde los fondos para la guerra hasta la aprobación de la tortura, uno se podría preguntar, ¿habría alguna diferencia si los republicanos tuvieran la mayoría?

Ahora solamente el Senado puede bloquear el nombramiento de Mukasey. Quizás, aunque sea, un senador se decida a obstruir la confirmación, sería suficiente para que Mukasey investigue y haga pública su opinión sobre si “el submarino” es una forma de tortura. Si un ciudadano, soldado o funcionario estadounidense fuera sometido a esta práctica en otro país, ¿dudarían los estadounidenses siquiera un instante en calificarlo de tortura? Una obstrucción del proceso de nombramiento podría darles a los partidarios de Mukasey, como Schumer y Feinstein, un tiempo para reconsiderar su postura. Para empezar, deberían hablar con Henri Alleg.
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Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now! (www.democracynow.org), noticiero internacional diario emitido por más de 500 estaciones de radio y televisión en Estados Unidos y el mundo.
© 2007 Amy Goodman