sábado, 26 de enero de 2008

El secuestro es esclavitud
4 de febrero, todos a la calle contra las FARC, por la vida, la libertad y el acuerdo humanitario.

CONTENIDO


• El arte de escribir, Amylkar Acosta Medina.
• Un español progresista es el nuevo superior de los jesuitas, La Nación.
• Chávez: las armas del chantaje injerencista, Rafael Guarín.
• El cristal con que se mira, Octavio Quintero.
• Colombia en la agenda venezolana, Cecilia López Montaño.
• Una propuesta para la paz, Mauricio Cabrera Galvis.
• Ortega ¿Por qué no?, César González Muñoz.
• Terrorismo, beligerancia, conflicto armado, Juan Manuel López Caballero.
• Más allá del torbellino, Iván Marulanda.
• Una nueva forma de esclavitud, Hipólito Solari.
• Cecilia Galvis recibe premio “Salud Hispana 2008”, Alejandra Milojevic.
• La soberbia del emperador, Fritz Stern.
• El impacto de las potencias emergentes en la economía mundial, Federico Steinberg.
• Nuevamente la politiquería, Ramón Elejalde.



EL ARTE DE ESCRIBIR


Amylkar D. Acosta M

“Quítenle a este mundo el arte de escribir
y le quitarán toda su gloria”
Francois De Chateaubriand

Marguerite Duras hizo suyo el aserto de Raymond Queneau: escribe, no hagas más! Evoco estas palabras, pensando con el deseo de seguirlas al pié de las letras. Ella misma percibía en su propia humanidad que “hay una locura de escribir que existe en sí misma” y yo, a ratos, me siento poseído por ella. Empero, los aficionados al arte de escribir nos tenemos que contentar con ser sólo eso, aficionados, alentados siempre por la fijación a la que alude J. C Planeéis, en el sentido que “cuando uno escribe más por vocación que por profesión, más por placer que por ganarse la vida, más por comunicarse que por emborronar papel, siempre está aprendiendo”.
Yo me aparto del aserto de Nietzsche cuando afirmó que “yo soy una cosa, mis escritos otra”; en mi caso, yo y mis escritos somos una y la misma cosa. Y ello es así, porque si algo me ha caracterizado, tanto en mis escritos como en mis actuaciones, es la coherencia y entre unos y otras siempre están mis convicciones como hilo conductor. Ello suele extrañar en un medio en el que pulula la afición por el surfismo, en el que muchos prefieren desplazarse sobre la cresta de la ola del momento y, como afirmó Ingenieros, no tienen inconveniente en pasar del timón al remo cuando de sobrevivir se trata en medio de la adversidad. Otros, optan por la línea del menor esfuerzo, dejándose llevar plácidamente por la corriente sin importar la dirección de esta, cuando no es que, como las giraldas, toman la dirección en la que soplan los vientos, quedando a merced de estos. Se trata de quienes aguzan sus sentidos para estar siempre con las tendencias, coincidiendo con John Nashbit cuando refiriéndose a ellas dijo que son “como los caballos, es mejor montarse en la dirección que van”. Yo, en cambio, siempre he militado en mis ideas, las mismas que he plasmado en mis escritos, las he defendido con ardentía y denuedo, pues parodiando a Bertolt Brecht, podemos decir que “Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque”.
Dijo José María Vargas Vila en uno de sus célebres libelos que “la fuerza de un escritor no radica en su talento, sino en su carácter”. Y carácter es lo que se necesita para asumir posiciones diáfanas, rotundas, sin esguinces, para militar en sus propias ideas, cualesquiera que ellas sean, sin desertar de ellas. No pocas veces me ha tocado remar contra la corriente; pero, lo hago siempre con el espíritu abierto a las ideas de los demás, pues comparto con Serrat que “lo que más enriquece el pensamiento de uno es la pluralidad de pensamiento de los demás”. Mis distintas obras y ya son veintiséis las publicadas, están escritas en un lenguaje sencillo, llano, descomplicado, sin perder el rigor académico, de tal manera que su contenido es totalmente asequible tanto a doctos como a profanos en la temática de los mismos. Al leerlos se podrán percatar también de la evolución del pensamiento del autor, pues no oculto mi aversión por los dogmas, los fundamentalismos y me rehuso a aceptar camisas de fuerza que coarten mi libertad de pensamiento, los grilletes mentales no van con migo. Yo creo en la afirmación de Alvin Toffer, cuando asegura que “Los analfabetas de este siglo no son aquellos que no saben leer y escribir sino aquellos que no pueden aprender, desaprender y volver a aprender” y ojala pueda sobrevivir al intento de lograr tal cometido.
Siempre se ha dicho que para saber escribir, se necesita haber vivido abundantemente; yo añadiría que para aprender a escribir, que es lo que yo hago a diario, compulsivamente, se necesita además vivir intensamente y ese ha sido el sino de mi vida. Ahora, además, para quien intente incursionar en el arte de escribir, por que escribir es el arte de lo sublime, tiene que librar una lucha sin cuartel para no dejarse atropellar por la tecnología. Desde 1999 acometí esta empresa y todavía no puedo cantar victoria; no pocas veces los duendes del computador o del ordenador, como prefieren llamarlo los españoles, me han ganado la partida. Como afirma Mutis, el gran escritor colombiano, “El castellano se encuentra sumergido en el vértigo de la informática”: pero, esos son los gajes del oficio, qué le vamos a hacer. Siempre he dicho que las ideas son embriones en fecundación y en mis libros anidan con profusión, mutantes y en constante estado de hibernación.


Riohacha, Enero de 2008
www.amylkaracosta.net



Un español progresista es el nuevo superior jesuita
Adolfo Nicolás, de 71 años, hizo su carrera en Asia


ROMA.- El padre Adolfo Nicolás, un español de 71 años que vive en Japón, progresista, y que pasó la mayor parte de su carrera en Asia, fue elegido ayer nuevo superior general de los jesuitas.

El nuevo "papa negro" -como le dicen tradicionalmente al jefe de los jesuitas por su gran influencia, porque su elección es de por vida y por su hábito negro-, sucedió al holandés Peter-Hans Kolvenbach, que después de 24 años al frente de la Compañía de Jesús dimitió por razones de edad y salud.

Por su larga experiencia en Asia y su capacidad de gobierno, el español Nicolás fue elegido en la segunda votación -electrónica- por la mayoría de los 217 delegados de todo el mundo que participan de la 35a. Congregación General de la orden desde el 7 de enero último. Entre los delegados hay dos argentinos, el padre Alfonso Gómez Baulín y el padre Luis Rafael Velasco.

Al mediodía, cuando Nicolás -nacido en Palencia, España, en 1936- fue elegido, las campanas repicaron en el cuartel general de los jesuitas del Borgo Santo Spirito, a unos cien metros del Vaticano.

Acto seguido, y tal como indican las reglas de este virtual "cónclave" y justamente porque los jesuitas le deben su obediencia al papa, Benedicto XVI recibió una llamada telefónica con la que fue informado de la elección del nuevo líder de la orden más numerosa y de prestigio intelectual del mundo. Hoy hay 19.700 jesuitas; en su momento de esplendor, 1965, eran 36.000.

El padre Nicolás, 29° sucesor de San Ignacio de Loyola al frente de la Compañía, es conocido por sus ideas progresistas y personalidad inspiradora. Es considerado de la línea del famoso Pedro Arrupe, el vasco que gobernó a los jesuitas de 1965 a 1983. Esos fueron años tormentosos para la Compañía de Jesús, puesta en el banquillo por el Vaticano porque muchos de sus miembros adoptaron la Teología de la Liberación.

Al igual que Arrupe, un doctor que estuvo en Hiroshima cuando cayó la bomba atómica, el padre Nicolás vivió más de cuatros décadas en Asia, un continente famoso por misioneros jesuitas como Francisco Javier y Matteo Ricci.

Recorrido

Su vida eclesial comenzó en 1953, cuando entró en el noviciado de Aranjuez; más tarde se graduó en Filosofía en Madrid y se trasladó luego a Tokio, donde concluyó sus estudios de teología y fue ordenado sacerdote el 17 de marzo de 1967.

Entre 1968 y 1971 realizó un máster en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana, en esta capital; desde 1971 hasta 1978 fue profesor de Teología Sistemática en la Universidad Sohia de Tokio, y de 1978 a 1984 fue director del Instituto Pastoral de Manila, Filipinas. También fue rector del Escolástico de Tokio (1991-1993) y provincial de los Jesuitas en Japón (1993-1999) y moderador de la Conferencia Jesuita de Asia Oriental y Oceanía (2004-200). El padre Nicolás habla japonés, inglés, francés e italiano.

Su elección fue considerada "audaz" en ámbitos jesuitas porque este español representa una especie de mezcla entre los modos gentiles y diplomáticos de Kolvenbach y el compromiso con las reformas y la justicia social de Arrupe.

"Tiene un carácter dulce y muy sociable", dijo el padre José de Vera, jefe de la oficina de prensa de los jesuitas, que destacó que su especialidad "es la inculturación del cristianismo", es decir, la adaptación del cristianismo a las distintas tradiciones nacionales, sin imponer la cultura occidental. "Elegimos al mejor", comentó un delegado proveniente de Corea, sin ocultar su gran satisfacción.

Anteayer, en vísperas de la elección del nuevo superior general, el papa Benedicto XVI había solicitado a los jesuitas en una carta "la total adhesión" a la doctrina oficial de la Iglesia Católica, en particular sobre temas como la "Teología de la Liberación" y la "moral sexual".

En la misiva, el Papa indicó "los puntos neurálgicos hoy fuertemente atacados por la cultura secular, como la relación entre Cristo y las religiones, algunos aspectos de la Teología de la Liberación y varios puntos de la moral sexual, sobre todo en lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y a la pastoral de las personas homosexuales".

Por Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia



Chavez: las armas del chantaje injerencista.


Rafael Guarín.

La realización del socialismo del siglo XXI depende de la capacidad de la revolución bolivariana de construir un mercado y ''un bloque regional de poder''. Para lograrlo, Hugo Chávez parece estar dispuesto a todo, desde la financiación clandestina de campañas electorales y movimientos sociales, hasta el empleo de su aparato militar dentro y fuera de sus fronteras. Su obsesión por edificar la ''Patria Grande'', la misma a que se refieren las FARC, lo convirtió en una grave amenaza para la seguridad nacional de Colombia y la paz en la región.

Las supuestas ''gestiones humanitarias'' para que esa guerrilla liberara 47 personas terminaron por confirmar, no sólo las afinidades ideológicas, las denuncias de complicidad y de tolerancia en su territorio, sino la existencia de una verdadera confabulación con esa organización terrorista. Horas después de que las FARC reclamaran el estatus de beligerancia y de que el ministro del Interior venezolano, Ramón Rodríguez Chacín, dijera a los guerrilleros que ''en nombre del Presidente Chávez estamos muy pendientes de su lucha. Mantengan ese espíritu, mantengan esa fuerza y cuenten con nosotros'', Chávez propuso reconocerles dicho estatus y solicitó a la comunidad internacional que les retire la calificación de terroristas.

cada movimiento de las FARC y Chávez alrededor del acuerdo humanitario obedece a una partitura cuidadosamente escrita, con la diligente asistencia de la senadora colombiana Piedad Córdoba, quien hace una década confesó, después de haber visitado al jefe guerrillero Manuel Marulanda, que su vida ''se partió en dos'', además de estar ''muy bien impresionada por su frescura intelectual'' y su ''compromiso y capacidad de lucha''. Así, cada puesta en escena de este macabro juego busca legitimar la injerencia chavista en los asuntos internos de Colombia y legitimar el terrorismo fariano. En el horizonte se cruzan el logro de la beligerancia y la ejecución del plan estratégico de toma del poder de las FARC con la integración de esta nación al bloque bolivariano.

Esto no es nuevo. Las FARC vienen trabajando desde hace varios años por conseguir la beligerancia y avanzar en lo que Simón Trinidad, preso en Estados Unidos, definió como un ''Estado en formación''. A eso obedece que en 1998 se condicionara el inicio de diálogos con el gobierno Pastrana a la desmilitarización de 42,000 km. cuadrados en el sur del país, de los que intentaron desplazar al Estado. Eso explica la insistencia en que la liberación de los secuestrados sólo es posible si se repite el mismo modelo en los municipios de Pradera y Florida y exigir, para un nuevo proceso de paz, el despeje de los departamentos de Caquetá y Putumayo, cuya extensión supera la de Guatemala, Costa Rica, Panamá, Cuba, El Salvador, Honduras y Nicaragua, entre otros países.

Para el mismo fin, las FARC se valen de un discurso bolivariano, definido antes de la primera elección de Chávez y aprovechan cualquier escenario para tejer alianzas con partidos y movimientos políticos que en el continente se declaran antiimperialistas y seguidores del teniente coronel. En la misma línea procuran hacer presencia en eventos internacionales, dirigen cartas a la Unión Europea y al Movimiento de Países No Alineados, suelen saludar la elección de mandatarios de América Latina, entre ellos la de su ''hermano'' Daniel Ortega, y dicen tener contactos secretos con gobiernos de la región.

Pero la acción más macabra para conseguir beligerancia es chantajear con la suerte de militares, policías y dirigentes políticos encadenados en la profundidad de la selva y sometidos a tratos crueles, inhumanos y degradantes. Lo que despierta repudio es que las ''gestiones humanitarias'' fueran empleadas a manera de camuflaje por Chávez y Córdoba para seguir ese juego y pedir al presidente Nicolás Sarkozy que la UE excluyera a las FARC de la lista de organizaciones terroristas, lo que es un velado chantaje a Francia a cambio de la libertad de Ingrid Betancur. El chantaje ahora se repite al supeditar la normalización de las relaciones con Venezuela a que Uribe acepte las exigencias que sobre las FARC efectúa el gobierno venezolano.
El estatus de beligerancia no allana la paz pero si escala el terrorismo. Si en teoría se obliga a las FARC a respetar el derecho internacional humanitario (DIH), en la práctica se impondrán las palabras de Raúl Reyes: ''Mientras exista la confrontación es imposible humanizar la guerra''. Mucho menos cuando el terrorismo caracteriza los enfrentamientos asimétricos. Lo que realmente obligará a ese grupo a respetar la dignidad humana es la vigencia plena del Estatuto de Roma y la certidumbre absoluta de justicia ante sus crímenes.

Chávez asevera que dicho estatus acaba con el secuestro. ¡Mentira! Le da legitimidad como arma contra el orden político. A partir del reconocimiento de beligerancia será legítimo asesinar y secuestrar soldados y policías con base en otra mentira: que estamos en un conflicto armado no internacional, del cual se desprende otra: son prisioneros de guerra. Alienta asimismo la continuación de la violencia de las FARC, pues ratifica que sus planteamientos político-militares consiguen los objetivos propuestos.

El proyecto farchavista necesita de un gobierno en Colombia ''cuya divisa en política internacional sea la Patria Grande y el socialismo'', en términos del Manifiesto de las FARC del pasado 1 de octubre. A eso se orientan en primera instancia los esfuerzos de las FARC y la revolución bolivariana. Se trata de quebrar la política de seguridad democrática en las urnas, elegir un presidente que lleve a cabo un acuerdo humanitario bajo las condiciones de las FARC y despeje los departamentos mencionados para diálogos de paz. Todo concluiría en una Asamblea Nacional Constituyente que implemente el socialismo del siglo XXI.

Pero el escenario puede ser peor. El reconocimiento de beligerancia que eventualmente haga Venezuela implica comenzar relaciones diplomáticas con un pretendido gobierno en cabeza del Secretariado de las FARC, que bien podría instalarse en Caracas o por lo menos tener una delegación permanente. Del mismo modo, la posibilidad de conceder asilo político a los terroristas y apoyo económico y militar a sus acciones sería una declaración de guerra a Colombia.



El cristal con que se mira:


Sarkozy insta a Uribe a dejar sus inamovibles

OCTAVIO QUINTERO

Las cosas son según el cristal con que se miran, dice el refrán popular que ahora me parece a lugar para resaltar un par de frases expresadas por el presidente francés, Nicolás Sarkozy, al presidente Uribe, durante la entrevista que ambos mandatarios sostuvieron el lunes en el inicio de la ofensiva del colombiano por Europa con el fin de que la UE siga manteniendo en la lista de terroristas a las Farc.
El envío de la AP que me sirve de base dice en su encabezado que el presidente francés estima que Europa debe seguir considerando a las Farc un grupo terrorista, pero también dice que alentó a Uribe a no excluir ningún método que pudiera ser útil para lograr la liberación de rehenes.
Los editores simpatizantes de la política de Uribe frente a las Farc, seguramente potenciarán la información sobre la base de que “Francia rechaza la propuesta de Chávez de retirar a las Farc de la lista de terroristas”; y los editores que consideren que la vía no es la guerra sino el diálogo, enfocarán la misma noticia sobre la base de que “Francia instó al presidente Uribe a retirar las condiciones “inamovibles” que ha interpuesto como obstáculo para lograr un acuerdo humanitario con las Farc”. Y en ambos casos, la noticia será, como lo mandan los cánones, “veraz”.
Pero el mensaje no es el mismo. Un lector desprevenido de la primera información considerará que efectivamente las Farc son tan terroristas que hay que mantenerlas en esa lista diabólica, porque lo dice el presidente de Francia; y otro lector, también desprevenido, considerará que el presidente Uribe con sus inamovibles está obstruyendo el acuerdo humanitario con las Farc, único camino por el cual los centenares de secuestrados que se pudren en la selva colombiana podrían retornar sanos y salvos a casa.
Si me permiten mi subjetividad, yo creo más fuerte el “tirón de orejas” que Sarkozy da a Uribe con eso de “no excluir ningún método que pudiera ser útil para lograr la liberación de rehenes” porque es que, quien está obligado por la Constitución a velar por la vida de los colombianos es el presidente Uribe y no las Farc.
Como ven, las cosas siguen siendo del cristal con que se miran. Y esto que es así, de alguna manera respetable desde el principio de la subjetividad de cada quien, sólo tiene de malo en que los dueños de la opinión pública están, a través de los medios, poniendo el color del cristal con que nos quieren hacer ver las cosas que por intereses políticos y económicos ellos las ven.
Hay una serie de libritos de culinaria que llama “Somos lo que comemos”. Como las noticias se consumen como pan, o más que el pan, uno de nuestros estómagos cerebrales, el subconsciente, está lleno de noticias subliminales que nos enajenan, haciéndole creer a unos y otros ubicados en los extremos ideológicos de la izquierda y la derecha que mediante la fuerza de Uribe o el terror de las Farc, se puede imponer una solución unilateral a este trágico desgarramiento que sufre Colombia por más de 50 años y que, avivado por el enfrentamiento Chávez-Uribe, puede llegar a incendiar también a Suramérica.
Así, cuando Sarkozy alegra el oído de Uribe haciéndole saber que Francia seguirá apoyando el calificativo de terroristas a las Farc, “mientras no cambien de actitud”, también le fustiga cuando le notifica que es su obligación “no excluir ningún método que pueda ser útil para lograr la liberación de los rehenes”.
Ahora bien, como creo que tanto los oídos de las Farc como los de Uribe están rotos, y lo que por un lado les entra por el otro les sale, vamos a ver quién le para bolas primero al francés, si Uribe o las Farc; porque en este momento, y para el caso, a eso se ha reducido el problema de al menos la liberación de los rehenes: a una terquedad inhumana.

oquinteroefe@yahoo.com
21-01-08



COLOMBIA EN LA AGENDA VENEZOLANA


Cecilia López Montaño.

Un seminario de la Corporación Andina de Fomento (CAF) para discutir la necesidad de una nueva política social en América Latina, nos dio a dos colombianos y a seis latinoamericanos más la oportunidad de ver la crisis colombo-venezolana desde Caracas. Como es de suponerse, el interés era inmenso y por ello el poco tiempo libre se dedicó a mirar la televisión, a leer la prensa de ese país y a conversar con los dos venezolanos que asistieron al evento. Las horas de exposición a los medios y las ideas de algunos de los vecinos permiten señalar elementos que deberían ser considerados tanto por el gobierno de Colombia como por los medios del país y por todos los colombianos conectados como nunca a esta compleja situación.

En primer lugar, debe anotarse que Colombia es prácticamente la agenda de Venezuela. Allí las noticias sobre Colombia no se limitan a dos o tres noticieros en horas específicas. Todo el día, óigase bien todo el día, se transmiten y retransmiten notas sobre Colombia. Obviamente las palabras del presidente Chávez, las de su Canciller y las de sus ministros, especialmente las del Interior, se escuchan y se ven a toda hora, pero, así mismo, las reacciones de Colombia también copan la televisión. Sin embargo, los más agresivos son los programas de opinión que, de nuevo, se presentan durante diversas horas del día y muchos en horario triple A. Hasta los embajadores venezolanos, entre ellos el que está en Cuba, aparecieron permanentemente justificando la intervención de Venezuela en el conflicto colombiano porque ese país "sufre las consecuencias de que Colombia no resuelva su conflicto".

Un particular despliegue recibió la proposición de la Asamblea Nacional venezolana de respaldar la propuesta del presidente Chávez de otorgarle estatus de beligerancia a las FARC. Esta noticia se repetía permanentemente en diversos programas de televisión acompañada de las fuertes declaraciones del Canciller Maduro después del comunicado del gobierno colombiano. Pero inclusive se están divulgando hechos que han tenido poca cobertura en Colombia como el reciente viaje del presidente Chávez a Centro América y en donde Colombia era el tema. Frases que se oyen son preocupantes como por ejemplo: "el pueblo colombiano esta con el gobierno venezolano" entre otras, "porque quiere la paz mientras Uribe quiere la guerra". En conclusión, se debe tener conciencia de que cada palabra que se dice en Colombia tiene un tremendo eco en Venezuela y, por lo tanto, no debe haber palabras sueltas.

En la prensa de oposición el tema es otro y hay columnas excelentes que los colombianos deberíamos leer. La del pasado sábado por Ana Julia Jatar en “El Nacional” titulada “La Trampa” reconoce el grave error que cometió el señor Presidente Uribe al escoger a Chávez como mediador, lo que terminó, según sus palabras, generándole gran vulnerabilidad al gobierno colombiano que ha dejado de tener el monopolio de las negociaciones. Pero en esta prensa se le da prioridad a la otra cara de la moneda de la situación venezolana. Los economistas que asistieron al evento de la CAF no salían de su sorpresa al ver que no se consigue una aspirina en las farmacias y al comprobar el desabastecimiento de productos básicos como la leche, la carne, los huevos y el pollo. Se decía en los corrillos que tal vez era la primera vez que en América Latina, en medio de tanta riqueza, se vivía tanta escasez. Pero algunos colombianos que trabajan en esta entidad comentaban que la solidaridad de los venezolanos es increíble. Cuando alguien conseguía a las 5 de la mañana una botella de leche, la compartía sin problemas con sus vecinos.

Dos realidades tremendamente difíciles: Colombia acapara la agenda venezolana, con lo que se incrementa la distancia entre los dos países mientras la situación interna de ese país es cada vez más compleja. Esta combinación de problemas se da en Colombia pero de distinta manera. En lo político es más grave porque la actitud de Chávez ataca el corazón mismo del país y su autonomía. En lo económico, las consecuencias empiezan a vislumbrarse. Colombia pierde, sin duda, pero los venezolanos también y esta realidad debería abrir el camino al diálogo de dos países hermanos que se necesitan. Se requiere con urgencia, ahora que el gobierno colombiano tiene todo el apoyo del país, una estrategia más clara y contundente para que la crisis entre los dos países no se prolongue. Sufrirán los colombianos, especialmente quienes deben ser nuestra primera prioridad: los secuestrados y luego, el pueblo venezolano sometido a una incomprensible situación económica.



E-mail cecilia@cecilialopez.com



UNA PROPUESTA PARA LA PAZ


MAURICIO CABRERA GALVIS, Cali, Enero 20 de 2008

Es difícil hablar de paz cuando suenan los tambores de guerra; es arriesgado hablar de negociaciones cuando el clamor casi unánime es de castigo ante las atrocidades cometidas; es casi una locura insistir en el diálogo humanitario cuando la barbarie ha mostrado los extremos de inhumanidad a que es capaz de llegar. Pero es en estas circunstancias cuando es más necesario hacerlo. Por eso puede ser útil imaginar una carta abierta que podría dirigirse al presidente Uribe con una propuesta para avanzar hacia la pacificación del país, que diría lo siguiente.

“Señor Presidente: el objetivo del gobierno es la paz de Colombia pero nos enfrentamos a grupos violentos que por muchísimas razones pueden ser calificados de narcoterroristas. Su principal fuente de financiación es el tráfico de drogas ilícitas que les permite mantener su infernal maquinaria de guerra. Aunque dicen tener fines políticos altruistas, la realidad es que desprecian y violan los derechos humanos de sus víctimas como ha sido denunciado en los comunicados oficiales: “secuestran, ponen bombas indiscriminadamente, reclutan y asesinan niños, asesinan mujeres embarazadas, asesinan ancianos y utilizan minas antipersonal dejando a su paso miles de víctimas inocentes”.

El expresidente López decía que era mejor negociar con estos grupos violentos cuando estuvieran derrotados o debilitados militarmente. Todavía no lo están, pero para detener esta oleada de violencia que desangra a Colombia es urgente iniciar un proceso de paz que debe incluir varios elementos y etapas.

Primero hay que establecer una zona de despeje (o encuentro si se prefiere llamarla así) para realizar las conversaciones; por supuesto no se deben repetir los errores del Caguán pero se requiere un espacio donde los cabecillas y sus ejércitos puedan estar con la total tranquilidad que no van a ser atacados ni encarcelados.

En las negociaciones hay que exigirles que entreguen las armas, aunque no tengamos como verificar si se quedan con arsenales escondidos; por supuesto hay que exigirles que cesen los secuestros, asesinatos, masacres y toda acción violenta contra la población civil, pero deberemos aceptar que sigan delinquiendo porque no tenemos la capacidad de acabar con el negocio del narcotráfico y ellos no están interesados en desmontarlo..

Para lograr la desmovilización de estos ejércitos ilegales tenemos que estar dispuestos a hacer concesiones como por ejemplo reconocer el carácter político de sus delitos y abrirles espacios para una futura actividad política incluyendo la presencia en el Congreso, porque ellos querrán mantener el control político de las zonas donde hoy lo tienen por las armas y el amedrentamiento a la población...

De otra parte habrá que adecuar las leyes y el código penal para disminuir sustancialmente las penas para sus delitos atroces, incluyendo los de lesa humanidad; se necesitarán lugares de reclusión especial similares y cercanos a las zonas campesinas donde han actuado y sobre todo habrá que garantizarles que a pesar de ser narcotraficantes no serán extraditados a los Estados Unidos (…)” .

* * *
Esta carta es imaginaria, pero es muy probable que algún asesor del Presidente le debió escribir una en términos muy parecidos en el 2002, pero no referida a la guerrilla sino a los paramilitares, porque el proceso que empezó con el despeje de Santa Fe de Ralito y desembocó en la Ley de “Justicia y Paz” trató de seguir todos los pasos y recomendaciones aquí mencionadas, y si tuvo variantes fue por los limites impuestos por las Cortes Constitucional y de Justicia.

Hoy lo que todos sentimos es rabia e indignación por las atrocidades de las Farc, y debemos salir a las calles a rechazar el tratamiento inhumano que dan a los secuestrados y exigir su inmediata liberación. Pero como sociedad nos hemos tragado sapos peores; aceptamos sentarnos a la mesa con los paramilitares, dejar de llamarlos terroristas y negociar con ellos a pesar de sus crímenes, barbarie y atrocidades. ¿No será necesario hacer lo mismo con la guerrilla si realmente queremos que haya paz en Colombia?



Ortega ¿Por qué no?


César González Muñoz

No sé qué piensa el secretario de hacienda del Distrito, Juan Ricardo Ortega, sobre el alcance y la manera de financiar la seguridad social, o sobre cuál ha de ser el mejor sistema tributario para una sociedad democrática, o cosas así. No sé, tampoco, si es cuota de alguna fuerza política en el gabinete distrital. No sé si se siente o no fuera de lugar, como mosco en leche, en el ambiente del gobierno del Distrito, o si el Concejo será para él un lugar horrible, una Cueva de Rolando o el estrepitoso lugar central de la democracia bogotana.

Pero sé que puede ser un excelente secretario de hacienda. Un juicioso guardián de la claridad de las cuentas, de la eficiencia de los procesos de recaudo, de la puntualidad de los pagos. Un buen gestor del financiamiento del presupuesto y un gerente exitoso de la deuda pública distrital.

Su nombramiento causó algún ruido, por ser un miembro de la clique de economistas “ortodoxos” locales. Parte de ese ruido no es más que un chico pleito. Si la administración distrital se perdiera en un pantano neoliberal, seguramente no sería por la presencia de Ortega en el gabinete. Entre otras cosas, en ese grupo humano hay pesos pesados políticos de centro izquierda que serán muy influyentes en los próximos años. A Ortega le puede ir bien allí, pero no creo que llegue a convertirse en el cerebro gris del régimen Samuelista.

Las tareas rutinarias de los secretarios de hacienda del Distrito son muy intensas y variadas: Su responsabilidad principal es tener las cuentas claras, una buena reputación y una imagen de seriedad y competencia profesional. Ahora, si la gran meta fiscal de la administración como un todo fuera la de mantener una buena calificación de riesgo ante los acreedores nacionales y extranjeros, esa mediocre actitud no sería culpa exclusiva del secretario de hacienda. Imagino al Alcalde Moreno diciendo: “las necesidades están allá afuera, y no hablo sólo del metro. La plata está aquí adentro, y en los bancos locales y extranjeros. Hay que hacer el puente entre las necesidades y la plata. Ortega, maneje eso al menor costo posible. No se quede mirando la calificación de riesgo como si fuera el Santo Grial”.

El Polo tiene razón en protestar porque el secretario de hacienda no sea de los suyos. Ello es natural en el juego político y electoral. Pero antes de descalificar a Ortega por neoliberal, lo justo ahora es esperar a ver qué dice y que hace el nuevo funcionario. Es posible que el hombre haya decidido asumir el puesto por motivos altruistas e intelectualmente respetables.

Más allá de las rutinas contables y financieras que el secretario debe atender, esta es una época en la que el debate político de fondo debiera ser el tema prioritario de los economistas. Éstos, en su condición de ciudadanos, deben reconocer que los buenos resultados económicos dependen de la confianza que produzcan las instituciones políticas en la mente de la ciudadanía y de la percepción de gobiernos y empresarios extranjeros sobre la seguridad de la vida privada y colectiva en Colombia. En todas partes es urgente un debate público bien informado sobre las opciones de la organización económica y social. Los economistas bien entrenados pueden desempeñar un papel líder en esa acción. Para ello deben atreverse a salir de expedición hacia otras regiones del pensamiento social como la política y la historia, y desarrollar además habilidades de persuasión y de comunicación con el público.

Los economistas debemos reconocer que nuestra profesión es una disciplina que sólo tiene utilidad social como auxiliar de la política y la sociología. Así nos iría mejor a todos. Ojalá este sorpresivo secretario estuviera de acuerdo.



Terrorismo, beligerancia, conflicto armado


Juan Manuel López Caballero.

Respecto a los temas de actualidad de terrorismo, beligerancia, conflicto armado, el tratamiento de los medios de comunicación del país ha sido similar al que le dan ante un partido a los equipos de fútbol.

Pero en las relaciones internacionales las aproximaciones emocionales no ayudan a manejar mejor una situación conflictiva, sino usualmente a empeorarla. Éstas tienen más de una partida de ajedrez, donde hay que saber como se mueven las fichas, pero el juego se trata poder compaginar lo que uno intenta y las jugadas que hace la contraparte, para al final lograr el resultado buscado.

Para nuestro caso lo conducente es saber primero que significan esas categorías dentro del contexto formal institucional, es decir cuándo se dan, cómo se aplican, y qué consecuencias deben producir (el equivalente a las reglas del ajedrez); y de otra parte, entender que espera Chávez con sus propuestas.

El problema es que estamos ante dos caracteres mesiánicos, con ideologías extremas y opuestas, con propósitos obsesivos (el uno la revolución continental y el otro el exterminio de las FARC), en un caso de enfrentamientos personales, y en un momento en que a ambos les conviene un problema externo para ‘unir’ al país y distraerlo de problemas internos. En estas condiciones lo difícil es evitar el enfrentamiento y lo menos conducente es estimular el patrioterismo como si fuera patriotismo. Y lo pertinente no es aspirar a imponer a quien no tiene nuestro mandato una forma de actuar, sino darle las direcciones a quien sí lo tiene para que actúe en función del interés general y que su temperamento y/o sus convicciones no nos agraven los problemas.

Como lo han explicado y/o aceptado todos los estudiosos y analistas del tema, ‘beligerancia’ es un concepto ya superado y sin mayor significado actualmente. En 1900 el Instituto de Derecho Internacional definió: “El reconocimiento de beligerancia es un acto mediante el cual, bien un gobierno reconoce que el conflicto armado que se desarrolla en su territorio es una guerra sometida al conjunto de las leyes y costumbres de la guerra, bien un tercer Estado considera que este conflicto armado constituye una guerra frente a la cual permanecerá neutral”. Pero desde entonces han surgido las declaraciones de los Derechos Humanos, el DIH, la Corte Penal Internacional, etc. que han desarrollado esta temática. Y justamente en relación a los conflictos internos se estableció que la obligatoriedad del DIH no depende de, ni afecta, el estatus de las partes en conflicto. En todo caso según esa definición -única desde el punto de vista institucional- ningún cambio se produce ante la comunidad internacional o para Colombia por la declaratoria por parte de Venezuela y la única consecuencia que traería sería su neutralidad ante el conflicto.
Chávez probablemente así lo entiende, puesto que su propuesta fue que se retirara a las FARC y al ELN de la lista de grupos terroristas; y solo por diferentes interpretaciones se desvió la discusión hacia la ‘beligerancia’.

La noción de terrorismo es aún más vaga en lo normativo. A lo largo del desarrollo del Derecho Internacional se ha buscado llegar a su definición sin haberla nunca logrado. Informalmente sí hay consensos sobre unas características para su tipificación, a saber: 1) el propósito de someter a un grupo poblacional determinado a la voluntad del terrorista; 2) que el medio sea el terror, con la amenaza de producir un daño personal irreparable; y 3) que ésta sea indiscriminada pudiendo afectar a cualquier miembro del grupo atacado (por eso al acto terrorista lo define es su objetivo, no lo bárbaro del mismo). La razón de esta dificultad es que cualquier conflicto está muy cerca de esas tipificaciones y dentro de él casi siempre algún comportamiento coincide con situaciones parecidas; como cada parte justifica su razón de actuar, lo que un lado ve como terrorismo el otro lo ve legítimo dentro de las leyes de la guerra; y como son siempre los vencedores quienes juzgan, es la victoria lo que determina quien es terrorista y quien no.
Los Estados Unidos a los 8 días del atentado a las Torres Gemelas hizo pasar por el Consejo de Seguridad de la ONU la resolución 1373 que se refiere a las obligaciones de los Estados ante los terroristas. Su contenido obliga a no apoyar tales grupos y a ayudar a enfrentarlos. Pero ni estaba ni está definido cuándo un grupo pertenece a esa categoría. Lo que existen son las listas elaboradas por los Estados Unidos unilateralmente y las de la Unión Europea consensuadas entre sus miembros.
Como esas listas no tienen porqué obligar a terceros países y no depende de lo que las FARC hagan sino de las decisiones y políticas del Gobierno Americano y en menor medida de la hoy Europa Unida, Venezuela es libre de no seguir esa calificación; y por eso también no parece demandable ante las Cortes Internacionales su actuación. Pero por eso igualmente ni las obligaciones ni probablemente la actitud de los terceros países debería cambiar en caso desaparecer de ellas.

Por último es conveniente entender la noción de ‘conflicto armado’ dentro de este panorama.
Para que las partes en un enfrentamiento armado tuvieran obligaciones de carácter humanitario que no dependieran de su estatus jurídico o político, este concepto sustituyó al de beligerancia en el DIH. Que las FARC son, en lo real, parte de un conflicto armado interno es insólito negarlo; como igualmente es claro que no cumplen estrictamente las condiciones que contempla el DIH (a comenzar por el no respetar sus reglas). Pero el DIH no es una jurisdicción con jueces, penas, etc.; es decir, es un instrumento declarativo que solo proclama el ‘debe ser’; el negar la existencia de un conflicto armado en el sentido del DIH solo sirve para afirmar que no tiene el Estado Colombiano los deberes que se derivan, en particular el de procurar hacer los ‘acuerdos especiales’ o humanitarios que contempla el articulo 3 común a todos los Convenios de Ginebra.

En resumen, respecto a ‘beligerancia’ o ‘terrorismo’ las decisiones de cada país son autónomas, sin que deriven obligaciones internacionales para Colombia o para otros países. El negar el ‘conflicto armado’ –como lo hace nuestro Gobierno- si produce el efecto de negar a su turno la obligación de buscar acuerdos humanitarios.

Que el Gobierno colombiano de categoría de beligerantes, elimine la calificación de terroristas o reconozca el conflicto armado con las FARC puede ser conveniente (y probablemente hasta indispensable) si los propósitos prioritarios son el retorno de los retenidos y el explorar la posibilidad de un proceso de paz negociado.
Cinco años de la estrategia seguida no ha avanzado nada tales propósitos. No cambiarla no parece aportarles nada, y solo lleva a prolongar la guerra en forma indefinida, o pendiente de la expectativa de una rendición final de la guerrilla.
Es obvio que para Chávez el objetivo es darle importancia a su ideología o proyecto, y que su protagonismo en esto lo ayuda. Pero más que considerar ‘bravuconadas’ las declaraciones de Chávez o buscar solidaridades ante las agresiones personales contra Uribe es alrededor de las perspectivas que se abren a nuestros propósitos y en función del fin que se desea que se debe analizar el tema.



MÁS ALLÁ DEL TORBELLINO


Iván Marulanda, Rionegro 2008-01-24

Existen valores superiores que nos comprometen a los colombianos por encima de las diferencias en la manera de apreciar las situaciones, la vida, e imaginar el orden social y el porvenir. Por encima de la política. En los últimos días salieron a flote con fuerza.

La unidad de la nación por ejemplo, el respeto a las instituciones democráticas que nos hemos dado a punta de tropezones y enormes esfuerzos en casi dos siglos de tormentas, la independencia y la soberanía como patrimonio de la historia de luchas de nuestro pueblo, por lo mismo la dignidad, la identidad y el orgullo de la nación. Estos sustratos fueron removidos en las últimas semanas y brotaron a flor de piel.

Vivimos momentos de solidaridad, de indignación, sin que falten cierta exaltación y fervor patrióticos. Hugo Chávez y las FARC, el uno con sus despropósitos y los otros con su barbarie, tocaron esas fibras. El dolor de las víctimas del secuestro consterna a los colombianos y al mundo entero.

Más allá del dolor y la indignación que generan las ignominias de la guerrilla y el rechazo al vecino que fastidia con sus impertinencias, hay cosas que no se pueden perder de vista. Algunas las quiero comentar.

Está bien, presidente Uribe. Reconocemos que Usted es responsable del manejo de las relaciones internacionales y en ese frente cuenta con el apoyo de las fuerzas democráticas del país. Pero no improvise más. Piense dos veces lo que va a hacer, consulte la sabiduría y la experiencia acumuladas a lo largo de casi dos siglos de existencia de la república.

Entienda que los menesteres de la diplomacia no son personales, como para manejarlos a oído, con el fraseo y los modales de la parroquia y la intuición y el instinto del animal político. A la torera. Se trata de cuestiones complejas que demandan ilustración, reflexión y mesura. Consultas interminables, paciencia, protocolos, finura. Lo que se hace en ese frente compromete a todos y tiene consecuencias enormes, luego tenga en cuenta lo que saben y piensan los demás, así no pertenezcan al círculo íntimo suyo, de visión limitada, atrapado en las ambiciones, los recelos y los miedos propios de cualquier rosca palaciega.

Por otra parte, se le reconocen al Presidente de la República sus dominios en lo que se refiere al manejo del orden público. Pero escúchese bien. Las vidas de los secuestrados, puestas en peligro por las FARC, están en manos del Jefe del Estado. Una cosa es que estas guerrillas paguen su infamia, como debe ser, pero lo primero y más importante es la vida y la libertad de los rehenes. Otra vez no se trata de las prioridades personales ni de los impulsos y los sentimientos del presidente. Lo que está en juego son valores supremos en los que se funda la nación, no un gobierno. La vida, la libertad, el respeto a la dignidad humana. Es allí en donde están las glorias a las que puede aspirar el presidente, no en la proeza de matar o vencer al enemigo.

La guerra es otro cuento. Uribe verá hasta dónde la pelea y hasta dónde la conversa. Por lo que resulte de su política deberá responder ante los conciudadanos. Pero por lo pronto, debe tener claro que no puede disponer a discreción del destino de los secuestrados y que no está en sus manos decidir a su arbitrio entre sacrificarlos o salvarlos. Tiene qué hacer lo necesario para salvarlos. Más que su deber, es su obligación.

En cuanto a los partidos políticos de oposición quiero hacer esta reflexión. Comprendo sus deberes de unirse al gobierno en la defensa de la soberanía y la dignidad nacionales, y contribuir al buen suceso del Acuerdo Humanitario. Pero cuidado con desdibujarse como fuerzas con capacidad de ofrecer alternativas a los colombianos. Más allá del presente tan peculiar por el que atraviesa el país, gracias a la índole de los personajes que gobiernan por estos días en varios puntos de la región incluida Colombia y que nos mantienen envueltos en un torbellino, vendrán otros tiempos, otras decisiones, otras oportunidades que demandarán protagonistas, ideales, propuestas, equipos políticos, organización. En esa dimensión deben moverse estas fuerzas y sus dirigentes para que lleguen frescos a ese futuro no lejano y la sociedad tenga de dónde escoger. No caigan en el papel de asesores, ni de espectadores, mucho menos de aduladores del régimen. Eso los acaba.




Una nueva forma de esclavitud


Hipólito Solari Yrigoyen, LA NACION, Buenos Aires, enero 25 de 2008-01-25

Los sucesos vinculados al rescate de personas secuestradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han dado origen a varias lecturas, en las que primaron los argumentos políticos. Los esfuerzos que se hagan para lograr la liberación de los cautivos siempre son auspiciosos, aunque existe el derecho a la crítica sobre los métodos que se utilicen para llevar adelante las buenas intenciones. No es mi deseo sumar mi voz a los análisis políticos del tema, sino referirme a los derechos humanos, enfoque que debe centrarse en el hecho de los secuestros en sí mismos y de las personas que son víctimas de esta crueldad.

Son muchos los derechos humanos que se desconocen con la práctica de los secuestros políticos. Se viola el derecho a no ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes; el derecho a la libertad y a la seguridad personal; el derecho que tiene toda persona privada de libertad a ser tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano; el derecho a poder circular libremente y a escoger su lugar de residencia. Se violan los derechos a un juicio justo y a no a ser condenado por actos u omisiones que no fueran delictivos. Se viola el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica de una persona; a no ser objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su domicilio o su correspondencia ni de ataques a su honra y reputación; a la libertad de pensamiento y de creencias. Se violan los derechos de reunión, de protección de la familia, de opinión, a la libertad de expresión, de igualdad ante la ley, a no ser discriminado y los derechos del niño cuando se trata de menores.

Sin embargo, hay otro derecho fundamental que se viola y que merece un comentario especial. Se trata de la prohibición absoluta de ser sometido a esclavitud. "Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos estarán prohibidas en todas sus formas", proclama la Declaración Universal de 1948. En términos análogos se expresa en su artículo 8° el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que aplica e interpreta el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. El secuestro político es una nueva forma de esclavitud y el secuestrado es un esclavo sometido a servidumbre.

La antigua Sociedad de las Naciones, que funcionó después de la Primera Guerra Mundial, aprobó, en 1926, en Ginebra, un Convenio sobre la Abolición de la Esclavitud. La esclavitud, tal como está definida en este Convenio, es el estado o condición de las personas sobre las que se ejercen todos o parte de los poderes atribuidos al derecho de propiedad. El secuestro político tiene esas características y es, por lo tanto, una nueva forma de esclavitud, y la víctima él es un esclavo reducido por la fuerza al estado de servidumbre.

En 1956, las Naciones Unidas aprobaron la Convención Suplementaria sobre la Abolición de la Esclavitud, la trata de Esclavos y las Instituciones y Prácticas Análogas, que entró en vigor el 30 de abril de 1957. Por analogía, entonces, se asimilaron a la esclavitud nuevos casos de servidumbre, como la que se establece por deudas, la de la gleba, la entrega de una mujer en matrimonio sin derecho a oponerse a cambio de dinero o especies, la entrega de niños y adolescentes con el propósito de que se explote su trabajo, la prostitución infantil, la mutilación sexual de las niñas, la utilización de los niños en conflictos armados, la trata de personas y otros crímenes similares.

El secuestro político no fue incorporado entonces a las prácticas análogas a la esclavitud y, por lo tanto, no está comprendido en la Convención Suplementaria, pero ésta dejó la puerta abierta para futuras nuevas ampliaciones, ya que, como se dice en sus considerandos, el objetivo es intensificar los esfuerzos nacionales e internacionales encaminados a abolir la esclavitud y las instituciones y prácticas análogas a ella, y ese propósito no se agotó con los casos enumerados. Al haberse difundido esta nueva práctica, debe constituir un delito internacional con obligación de incluirlo en las legislaciones nacionales como un crimen autónomo.

Las Naciones Unidas deben reconocer oficialmente esta nueva forma de esclavitud para luchar por su abolición, y sería auspicioso que la Argentina promoviese ese reconocimiento.

El autor fue senador nacional; preside la ONG Nuevos Derechos del Hombre.



Colombiana homenajeada en Atlanta:
Cecilia Galvis Recibe “Premio Salud Hispana 2008”


Por Alejandra Milojevic Ñanco, amilo@atlantalatino.com, 01/17/2008

Por su incansable trabajo para promover políticas en beneficio de la comunidad hispana y que los servicios de salud estuvieran a su alcance, independientemente de su estatus migratorio, la microbióloga colombiana Cecilia Galvis recibirá el “Premio de la Salud Hispana 2008” que entrega por primera vez la Coalición de Salud Hispana de Georgia, (HHCGA, por sus siglas en inglés).

La ceremonia se llevará a cabo mañana en el centro de eventos La Mansión Hall y además de reconocer sus 20 años de liderazgo comunitario, Galvis se despedirá de la comunidad georgiana pues regresará a su tierra natal,donde continuará luchando para que los más necesitados tengan acceso a servicios de salud.

A través de dos frentes esta profesional trabajó en beneficio de la comunidad latina. Uno como presidenta de la HHCGA, donde luchó para que instituciones médicas otorgaran servicios de salud a los hispanos, y otra, como gerente del Programa de Promoción de Salud Familiar de Saint Joseph Mercy Care Services.

PIONERA

Titulada en microbiología con licenciatura en salud, Galvis es originaria de la ciudad norteña de Bucaramanga, e impartía clases en la Universidad Industrial de Santander, pero cuando llegó a Estados Unidos, en 1980, se dedicó por completo a ser madre y cuidar a sus dos hijos.
Tras unos años en Georgia, retomó su vida profesional como voluntaria en los Servicios Católicos y en 1989 asumió su primer trabajo remunerado, como coordinadora del Programa de Educación de VIH/Sida en el Saint Joseph Hospital, pero siempre estuvo preocupada por desarrollar programas educativos para padres y adolescentes.

Desde esa posición encabezó la creación de la HHCGA pues contactó a las entidades que en ese entonces servían a la comunidad latina, entre las que se encontraban los Servicios Sociales Católicos, La Asociación Latinoamericana, El Hospital Grady y los Condados de Fulton, Dekalb y Atlanta, para que participaran en la iniciativa.

También se acercó a los grupos comunitarios hispanos para asegurarse que entregaran la información adecuada para que las personas pudieran utilizar los servicios que estaban a su alcance.

Al respecto Susy Martorel, actual presidenta de HHCGA reconoció que el liderazgo de Galvis posicionó a la Coalición incluso a escala nacional. “Ha dedicado muchos años a ser una líder que trabaja por el beneficio de los hispanos y ha logrado que esta organización sin fines de lucro haya crecido y progresado al punto de ser reconocida a nivel estatal y nacional”.

Recordó que cuando se aplicó la Ley Nacional de Reducción del Déficit (DRA, por sus siglas en inglés), en julio del 2006, que negaba los beneficios de Medicaid a los recién nacidos hijos de inmigrantes indocumentados, la colombiana jugó un papel trascendental.

“La crisis del Medicaid que afectó a las familias latinas y a sus hijos, del cual fui testigo como asistente social del Hospital Grady, fue una de las grandes tareas que hizo Cecilia. Ella se reunió con el director del programa y con otras personas a escala nacional para luchar contra esa nueva política y la ganamos. Sin una líder como ella, que dio mucho esfuerzo en esa lucha, no lo hubiésemos logrado”, comentó.

NUEVO LIDERAZGO

La labor de Galvis ha ido más allá de consolidar la HHCGA, ya que como pedagoga de salud ha impartido clases y ha conocido a personas en el ámbito personal a quienes les ha prestado no solo un apoyo educativo sino también moral.

Por ello, Pierluigi Mancini, vicepresidente de la Coalición de Salud Hispana de Georgia, asegura que este reconocimiento se debiera haber realizado hace mucho tempo atrás, pero considerando que Galvis termina su ciclo laboral en el estado y regresa a Colombia, este es el mejor momento para honrarla.

El director ejecutivo de Clínica de Educación, Tratamiento y Prevención de la Adicción (CETPA, por sus siglas en inglés) añadió que actualmente, se requiere de líderes hispanos –como Galvis- que se esmeren por conseguir el apoyo económico que muchas instituciones sin fines de lucro requieren para continuar apoyando a la comunidad latina.

NO BAJAR LA GUARDIA

Por su parte, Cecilia Galvis recibió con humildad este premio pues, desde su punto de vista, “es algo inmerecido, porque ellos están reconociendo la acción de la coalición, pero esta no ha sido solo mi esfuerzo sino que de todo un grupo de profesionales voluntarios que me han acompañado durante muchos años”.

En los 10 años en que se desempeñó como presidenta de la HHCGA, esta colombiana fue testigo del incremento demográfico que experimentó la población hispana en el estado, y del aumento en la demanda de servicios de salud por parte de los nuevos habitantes que no hablaban el idioma inglés.

Asimismo, vivió de cerca el impacto negativo que tuvo entre la población hispana la decisión del gobierno estatal de recortar los beneficios a los indocumentados, al firmar la ley 529 en el 2006.

Al respecto, Galvis sostuvo que el derecho a los servicios de salud no debería ser negado por estatus migratorio.

“Ha sido muy doloroso porque la salud es un derecho y no se trata de hablar de legalidad o ilegalidad sino de una comunidad con derechos, deberes e igualdad de acceso, porque la comunidad latina viene para servir y contribuir a este país. Hay que ser justos, por eso la coalición busca facilitar el acceso a los servicios”.

No obstante, instó a la comunidad a no desanimarse y continuar trabajando, sobretodo a mantener un buen estilo de vida y cumplir con las normas de conducta para sensibilizar a los legisladores a aprobar una reforma migratoria integral.



La soberbia del emperador


Fritz Stern, LA NACION, Buenos Aires, enero 26 de 2008.

La pretendida singularidad de Estados Unidos hace que, por lo común, se lo considere exento de analogías históricas. Sin embargo, van generalizándose las comparaciones con la suerte que corrieron otros imperios.

Hace poco, me sorprendió una analogía con la historia alemana: su desastroso liderazgo durante la Primera Guerra Mundial, cuyo epítome fue el káiser Guillermo II. Cuando subió al trono, en 1888, tenía 29 años. Su padre, un liberal, había sucumbido a un cáncer de garganta a los 88 días de reinado. Su abuelo, Guillermo I, había presidido los triunfos militares prusianos que posibilitaron la creación, por Bismarck, del Reich unificado en 1871.

Menos de dos años después, Guillermo II despidió a Bismarck y se erigió en líder de un país en el apogeo de su dominación de Europa. En la década de 1890, Alemania era la potencia más fuerte del continente. Pero el poder genera oposición y sus alarmados vecinos empezaron a formar alianzas defensivas.

Guillermo hacía alarde de su poder absoluto. Creía haberlo recibido por mandato divino. Despreciaba al Parlamento, cuyas facultades estaban circunscriptas por una Constitución que él se jactaba de no haber leído nunca. Era inteligente y, quizás, aun talentoso; el progreso tecnológico lo impresionaba. Pero era impulsivo y nadie había encauzado su formación. Le gustaba la parafernalia del poder, le encantaban los uniformes. Su ostentación y su extravagancia iban a contrapelo de la idiosincrasia prusiana.

Era muy dado a la retórica altisonante. En una ocasión, les previno a unos reclutas recién juramentados que deberían disparar contra sus propios padres si él lo ordenaba. Cuando la Rebelión de los Bóxeres, en China, impartió una orden sorprendente a la expedición punitiva: debía infundir terror, como otrora los hunos. Detestaba las críticas de los liberales. Expresaba desprecio hacia las demás naciones, en especial hacia Gran Bretaña. Su anglofobia ambivalente y el recelo hacia su madre, hija de la reina Victoria, tenían algo que ver con esto.

Peor aún, apoyaba a aquellos grupos que procuraban acrecentar el poderío militar alemán; crear una flota de alta mar capaz de desafiar a la británica. Rehuía las pequeñas cuestiones de gobierno porque interferían en sus diversiones. Desde el comienzo mismo de su reinado, su volubilidad y su equilibrio mental inquietaron a su entorno.

La política exterior alemana del período 1890-1914 -cuyo responsable formal y, por momentos, efectivo fue el káiser- incluyó una serie de fracasos y reveses. Empero, el comportamiento de Alemania durante la Primera Guerra Mundial demostró que, de hecho, Guillermo no reinaba. A principios de julio de 1914, tras el asesinato de Francisco Fernando, archiduque de Austria, el káiser azuzó a los austríacos, pero a fines del mes no pudo impedir que sus propios subordinados iniciaran una guerra siguiendo los dictados de la estrategia militar (el famoso Plan Schlieffen).

Una vez iniciada la guerra, Guillermo devino en comandante supremo. Su función principal habría sido arbitrar en las internas de su gobierno. En el centro, surgió un conflicto entre civiles y militares: el ejército alemán siempre había tenido la mentalidad y posición de un Estado dentro del Estado. Además, las dirigencias de unos y otros estaban divididas.

Después de la batalla del Marne (septiembre de 1914) y el fracaso del Plan Schlieffen, algunos asesores del káiser se percataron de que una victoria militar era poco probable y, por ende, había que negociar la paz. Pero para entonces, hasta el canciller (un civil) había decidido objetivos bélicos extravagantes que tornaban ilusorias las esperanzas de una paz negociada.

De ahí en más, el estado mental del káiser pasó a ser un factor dominante en la conducción de la guerra. Aun así, era preciso tomar decisiones harto ominosas: cambiar las cúpulas militar y civil y, en 1917, declarar o no la guerra submarina irrestricta. En caso afirmativo, Estados Unidos se convertiría, sin duda, en país beligerante.

El destino de Alemania y de Europa pendía de las decisiones que tomara Guillermo. Pero al cabo de tres años de matanzas inimaginables, el káiser había quedado reducido a mero instrumento de la dictadura militar que ejercían Paul von Hindenburg y su jefe de estado mayor, Erich Ludendorff. Ambos gozaban de la confianza de las clases gobernantes alemanas. Estaban resueltos a rechazar todo compromiso, convencidos de que "una embestida más" les daría la "victoria total". Entretanto, le ocultaron sistemáticamente la verdad al káiser, aislándolo de la realidad.

En los primeros meses de 1918, hubo un momento -luego de que los bolcheviques firmaron una paz cartaginesa dictada por Berlín- en que pareció posible una victoria alemana. Pero en agosto, los Aliados atravesaron las líneas alemanas. Ludendorff quedó estupefacto, temió el colapso súbito de su ejército y exigió al gobierno civil recién constituido que pidiera de inmediato un armisticio. Como los Aliados no querían negociar con el káiser, los alemanes, cansados de la guerra, empezaron a pedir su abdicación.

El ejército obligó a Guillermo a exiliarse en Holanda. Allí, hasta su muerte en 1941, despotricó contra cuantos pudo. Los culpables eran los judíos y los socialistas. Sólo él tenía razón. Reflejando y alentando, una vez más, a un gran segmento del que había sido su pueblo, vio en Hitler, el hombre nuevo elegido por Dios, al salvador de una Alemania derrotada a traición.

Guillermo tuvo defectos aterradores y actuó al frente de un sistema político que adolecía de fallas profundas. Con todo, en última instancia, su mayor error fue entregar el poder a los halcones militares y civiles, mal llamados "conservadores" porque contemplaban un reordenamiento drástico de Europa.

Desde luego, Estados Unidos no es la Alemania imperial. Pero quizá podría extraer una lección de un país cuyos gobernantes en tiempos de guerra, además de reñir entre sí, causaron daños inconcebibles a su pueblo y al mundo con su comportamiento mendaz, sigiloso y paranoide. Las consecuencias de su liderazgo sólo se manifestaron más tarde, cuando el pueblo de una nación agraviada se volvió contra sí mismo en hondas divisiones y odios políticos y morales.

Hizo falta una catástrofe peor, un azote que marcó la historia mundial, para que ese pueblo aprendiera una lección. Ojalá que los norteamericanos aprendan más pronto la suya sobre los peligros y las locuras de una soberbia imperial desmedida.

© Project Syndicate y LA NACION

El autor es profesor emérito de Historia en la Universidad de Columbia (NY).

(Traducción de Zoraida J. Valcárcel)


El impacto de las potencias emergentes en la economía mundial


Federico Steinberg
ARI Nº 4/2008 - 04/01/2008
, Real Boletín Elcano.

Tema: La irrupción de las potencias emergentes en la economía mundial está motivando un cambio estructural sin precedentes. Este ARI estudia sus principales implicaciones.

Resumen: Este ARI examina las implicaciones económicas y políticas del auge de las potencias emergentes en la economía global. Revisa brevemente cómo ha ido evolucionando su peso e influencia durante los últimos años y analiza su impacto en términos macroeconómicos, comerciales y sobre la retribución del trabajo y el capital en los distintos sectores. Finalmente, señala el impacto de este proceso para la economía española y los retos a los que debe hacer frente.

Análisis

Introducción
La irrupción de las potencias emergentes en general y de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) en particular en la economía mundial supone un shock de enormes proporciones que está generando cambios sustanciales en el entorno económico global. Ya está en marcha una reconfiguración de la geografía de la producción mundial. Además, se están produciendo importantes modificaciones en los patrones de intercambios comerciales y financieros, así como en las pautas de consumo energético. De hecho, parece como si la clásica distinción entre centro y periferia planteada por los teóricos del estructuralismo hace medio siglo finalmente estuviera quedando obsoleta.

Para entender la magnitud de estos cambios, basta con subrayar que tan sólo la entrada de China y la India en el sistema de producción global supone un impacto mayor que el que implicó la entrada de EEUU en la economía mundial en el siglo XIX. Entonces, dicho cambio modificó los equilibrios de poder en la geopolítica mundial de forma drástica, por lo que es de esperar que a lo largo de las próximas décadas los principales países emergentes “forzarán” (en el mejor de los casos pacíficamente) reformas en las instituciones de gobernanza global.

Este artículo subraya las implicaciones económicas y políticas del auge de las potencias emergentes, a las que llamaremos “BRIC+”. Tras revisar brevemente las principales magnitudes de este cambio económico estructural, se analizan algunos de sus efectos sobre la política macroeconómica y sobre la nueva división del trabajo, con especial atención a los nuevos patrones comerciales globales y sus efectos sobre el neoproteccionismo en los países avanzados. Por último, se señala el impacto de este proceso para la economía española, subrayando las nuevas oportunidades que abren estos mercados y las políticas necesarias para aprovecharlas.

Las cifras del cambio
Todos los estudios que hacen proyecciones de crecimiento coinciden en que los cambios a los que estamos asistiendo en los últimos años no son más que la punta del iceberg. Según las estimaciones del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el banco de inversión Goldman Sachs (que acuñó en 2003 el concepto de BRICs), durante las próximas décadas el conjunto de las economías emergentes de Asia, Europa del Este, América Latina y África continuará creciendo al menos tan rápidamente como en los últimos años, con China y Rusia desacelerándose a partir de 2020 –sobre todo por el envejecimiento de su población– pero con la India y otros emergentes asiáticos acelerando su crecimiento (véase Pablo Bustelo, El auge económico de China e India y sus implicaciones para España, Documento de Trabajo nº 31/2007, Real Instituto Elcano). Sin embargo, ya existen datos suficientes como para apreciar una transformación estructural en la economía mundial.

El aumento del peso de los “BRIC+” en la economía mundial no tiene precedentes. Mientras que hace tan sólo 30 años eran responsables del 34% del PIB mundial –medido en Paridad de Poder de Compra– hoy superan el 50% (la cifra alcanza el 30% si se calcula a tipos de cambio de mercado). Además, ya generan el 45% de las exportaciones mundiales, poseen el 75% de las reservas de bancos centrales, consumen más de la mitad de la energía mundial y han sido responsables del 80% del incremento de la demanda mundial de petróleo durante el último lustro, lo que explica el espectacular aumento de su precio. Con todo ello, desde 2003 su producción ha crecido en un 35% mientras que la de los países desarrollados lo hacía sólo en un 13%.

Sus mercados financieros no han quedado al margen de este dinamismo y de hecho están atrayendo a numerosos inversores de los países ricos. Así, en los últimos cinco años sus mercados bursátiles se han revalorizado en promedio un 400% en dólares (en Brasil la cifra alcanza el 900%) mientras que, por ejemplo, el S&P 500 estadounidense sólo se ha revalorizado un 70% durante el mismo período. Por último, las empresas multinacionales de los “BRIC+” se han lanzado a adquirir activos más allá de sus fronteras. En 2007 invirtieron más de 70.000 millones de dólares en el exterior, 55.000 millones en los países desarrollados (estas cifras no incluyen las inversiones de los controvertidos fondos soberanos de los países emergentes, que también están adquiriendo activos en los países avanzados, aunque de forma menos transparente). Este panorama puede completarse con una última cifra de carácter más bien anecdótico: el 80% de las grúas de construcción del mundo están en China, un cuarto de ellas en una sola ciudad, Shangai.

Efectos sobre la economía mundial
La dinámica señalada arriba está generando importantes cambios económicos. Por una parte, aparecen nuevos fenómenos de carácter macroeconómico, en su mayoría positivos. Por otra, se están produciendo procesos de redistribución de rentas (tanto entre países como entre individuos dentro de cada país); es decir, el auge de los emergentes genera ganadores y perdedores que alimentan tensiones geopolíticas internacionales y movimientos defensivos y neo proteccionistas en los países avanzados. Veamos los más importantes.

En primer lugar, las principales fuentes de demanda mundial ya provienen de los “BRIC+”, que han dejado a los países ricos en un segundo plano. Esta diversificación de fuentes del crecimiento ha hecho posible suavizar el ciclo económico mundial y ha dado lugar en los últimos años al período denominado “la gran moderación”, caracterizado por un crecimiento estable, baja volatilidad y una alta capacidad de adaptación de las economías nacionales a los shocks económicos adversos. Así, según datos del FMI, el crecimiento medio de la economía mundial en los últimos cinco años ha sido del 4,9% a pesar de que los países avanzados sólo han crecido en media un 2,6%. Y lo que resulta más positivo es que las actuales turbulencias financieras –originada en las hipotecas de baja calidad en EEUU– no parece estar afectando significativamente a las economías emergentes, por lo que ya se habla de un desacoplamiento del ciclo económico mundial; es decir, que aunque EEUU reduzca su crecimiento (o incluso entre en recesión) las economías emergentes no se verían demasiado afectadas, lo que evitaría una fuerte desaceleración a nivel mundial. Muchos comienzan a hablar ya de una economía global que finalmente ha dejado de volar con un solo motor.

En este contexto, en los últimos cinco años, la renta per cápita mundial ha crecido por encima del 3%, más rápido que en la era dorada del capitalismo de la posguerra (1950-1973) y posiblemente más rápido que en ningún otro período de la historia de la humanidad. Este crecimiento está teniendo importantes efectos sobre el nivel de desarrollo y la reducción de la pobreza. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) podrían cumplirse en 2015 gracias a los “BRIC+”, especialmente los asiáticos. Incluso África, que no logrará alcanzar los ODM y que sigue siendo el continente más marginado de la globalización, está logrando aprovechar esta coyuntura tan favorable y lleva cinco años creciendo a un promedio del 5,5%, especialmente por el aumento del precio de las materias primas que muchos de sus países exportan. Por otra parte, ha comenzado a emerger lo que el Banco Mundial ha bautizado como la nueva clase media global, que en los próximos 20 años podría alcanzar los 1.000 millones de personas, mayoritariamente chinos e indios. Se trata de un nuevo grupo de consumidores con una renta suficiente como para adquirir bienes y servicios de alto valor añadido que se producen (e idean) en los países desarrollados, sobre todo en empresas multinacionales punteras. Esto significa un aumento sin precedentes del mercado potencial para las empresas mejor posicionadas.

En segundo lugar, la entrada de los “BRIC+” en el sistema de producción mundial está generando un cambio estructural en la dotación y relación de factores productivos a nivel mundial que está modificando sus precios relativos; es decir, los salarios y los beneficios empresariales. Para entender lo que está sucediendo basta con pensar en términos de una simple regla económica: en pocos años se ha doblado la oferta de trabajo global, que se ha incrementado en unos 1.500 millones de personas. Pero como los países emergentes son relativamente más abundantes en trabajo –sobre todo trabajo poco cualificado– que en capital, no han sido capaces de aportar una cantidad significativa de capital al conjunto de la economía mundial (y mucho menos de doblar la oferta de capital mundial). Por lo tanto, el efecto de su inserción internacional es una reducción del ratio global capital/trabajo, que lleva a una presión a la baja de los salarios y al alza de los rendimientos del capital (véase Ferrán Casadevall y Clara Crespo, “¿Tenía Marx Razón?”, ARI nº 65/2007, Real Instituto Elcano).

A su vez, este fenómeno tiene diversos efectos. En el lado positivo y desde el punto de vista macroeconómico, los “BRIC+”, con sus bajos salarios y sus fuertes exportaciones de manufacturas y servicios a precios relativamente bajos –que además vienen apoyadas por tipos de cambio que en algunos casos están subvaluados– han venido ayudando a contener la inflación a nivel mundial, incluso con aumentos del precio del petróleo. Esto ha permitido que los bancos centrales de los países desarrollados hayan mantenido tipos de interés más bajos que si no existieran las economías emergentes, lo que ha permitido aumentar la liquidez y el crecimiento a nivel mundial.

Pero esta presión a la baja en los salarios está teniendo importantes efectos adversos sobre los trabajadores de los países desarrollados, especialmente aquellos de cualificación baja y media empleados en sectores que compiten directamente con las importaciones de los países emergentes. Además, esta mayor competencia está aumentando la inseguridad económica en los países ricos, ya que, en ocasiones, el aumento de las importaciones incrementa el desempleo en vez de reducir los salarios reales, especialmente en aquellos países en los que los mercados laborales son menos flexibles (Europa continental). Esto mina la cohesión social y alimenta sentimientos proteccionistas y de rechazo a la globalización. De hecho, aunque los consumidores de los países avanzados pueden acceder a bienes más baratos gracias a las importaciones de los países emergentes, las encuestas muestran que valoran cada vez menos positivamente el libre comercio porque consideran que puede destruir el contrato social sobre el que se articula la convivencia, especialmente si no existen redes de protección social para compensar a los perdedores (véase Ismael Sanz y Ferrán Martínez i Coma, “Apoyo a la globalización y Estado del Bienestar”, ARI nº129/2006, Real Instituto Elcano; y Kenneth Scheve y Matthew Slaughter, “A New Deal for Globalization”, Foreign Affairs, julio/agosto de 2007).

Hasta la fecha, los sectores más afectados por la competencia de los “BRIC+” han sido el textil, el calzado, los juguetes, los automóviles e incluso los bienes industriales de valor añadido medio o que se han estandarizado, como los electrodomésticos o el hardware (naturalmente, el efecto varía de país a país en función de su estructura productiva, por ejemplo, el textil portugués está sufriendo considerablemente más que el español). Además, desde algunas industrias de los países desarrollados se observa con preocupación como China está logrando elevar el valor añadido de sus exportaciones a gran velocidad, lo que implica que sectores de tecnología media o alta (tanto de bienes como de servicios), que creían no estar expuestos a la competencia extranjera, comienzan a estarlo. Además, las nuevas tecnologías han hecho posible que ciertos servicios que en el pasado no eran comercializables internacionalmente, hoy lo sean, lo que aumenta la competencia en los segmentos más estandarizados de los servicios de valor añadido medio, como los informáticos, algunos servicios financieros, bancarios o de telecomunicaciones, e incluso los servicios médicos de radiología (por el momento, el electorado estadounidense se ha mostrado más preocupado por este outsourcing de servicios que el de la UE). También hay que mencionar que el impacto del aumento de la competencia no sólo se está notando en los países desarrollados. Muchos países en desarrollo con mayores costes laborales que los emergentes asiáticos, por ejemplo los del Magreb, ven como sus productos están perdiendo competitividad-precio en los mercados internacionales.

Conclusión

Retos y oportunidades para España
España, al igual que los demás países desarrollados, debe asumir que estos cambios económicos estructurales no van a revertirse y que además se volverán más intensos en el futuro. De hecho, debería ser consciente que en parte son consecuencia de las políticas de liberalización impulsadas por los propios países avanzados durante las últimas décadas, aunque también han sido reforzados por la revolución tecnológica y por las reformas económicas internas de los países en desarrollo. Por ello, es necesario hacer frente a dos retos. El primero es defensivo: suavizar el coste del ajuste interno que el auge de los “BRIC+” tiene sobre la economía y la sociedad. El segundo tiene carácter ofensivo y supone conseguir que las empresas y trabajadores puedan aprovechar las nuevas oportunidades que ofrecen los mercados emergentes.

El primer reto radica en reconocer que muchos sectores tradicionales intensivos en trabajo poco cualificado y que compiten con las importaciones de los “BRIC+” no serán viables en el futuro, lo que hace necesario facilitar la transición desde el actual modelo productivo español hacia otro más intensivo en conocimiento y con mayor productividad. Además, es imprescindible poner en práctica políticas públicas para compensar a los individuos que se vean más perjudicados a lo largo de este necesario proceso de transición y acelerar el proceso de reconversión productiva hacia aquellos sectores viables a largo plazo. Sólo así se conseguirá reducir la falta de apoyo a la globalización y el creciente proteccionismo que se extiende por las sociedades avanzadas. Por ello, las redes públicas de protección social deberían servir para reducir la incertidumbre y la creciente inseguridad económica, pero no para mantener a flote sectores que no pueden competir globalmente y que drenan recursos para inversión en actividades intensivas en conocimiento, que son en las que España y el resto de países desarrollados tienen mayores oportunidades.

El segundo reto es utilizar las políticas públicas para facilitar que las empresas puedan acceder el enorme mercado que suponen los “BRIC+”. En los últimos años, la economía española ha llevado a cabo un gran esfuerzo de internacionalización, por lo que muchas de sus empresas están bien situadas para afrontar este desafío. De hecho, han aumentado su flexibilidad y capacidad de respuesta ante los cambios, ya producen bienes y servicios intensivos en –o que incorporan– conocimientos y tecnología y han sabido fragmentar su cadena de producción y de valor para aprovechar las nuevas oportunidades. Los sectores en los que se vislumbran mayores oportunidades son los de banca y servicios financieros, telecomunicaciones e informática, infraestructuras, transportes, energía, petroquímica, algunos segmentos del mercado agroalimentario, o servicios culturales, por nombrar solamente algunos. Pero para que más empresas españolas logren servir a estos nuevos mercados en los que se enfrentan a la competencia de otras multinacionales, es necesaria una cooperación más intensa y fluida entre administraciones y empresas: deben diseñar conjuntamente las estructuras de incentivos adecuadas para promover las aplicaciones de la inversión en I+D+i.

Finalmente, España también debería intentar que su voz en las instituciones económicas de gobernanza global tenga cada vez más fuerza en un contexto en el que los países avanzados están perdiendo influencia, algo que sólo será posible con una UE cohesionada que hable con una sola voz. El nuevo tratado de Lisboa permite a los europeos ser algo más optimistas en este sentido.

Federico Steinberg
Investigador del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid



Nuevamente la politiquería


Ramón Elejalde, www.ramonelejalde.com

Con los ochenta y cuatro empleados despedidos de la Contraloría de Antioquia, que oficiaban en su calidad de provisionales, se está abriendo una tronera impensable en la estabilidad de los funcionarios y se está iniciando el fin del control fiscal, tal como se hace hoy, en Colombia.
El doctor Jorge Rojas Otálvaro el mismo día que retira a tan elevada cantidad de servidores públicos, presenta un proyecto de ordenanza a la Asamblea para que le “ordene” realizar un estudio técnico con el fin de profesionalizar el control fiscal. Sin saber aún qué tipo de Contraloría quiere y va a diseñar la Asamblea, Rojas comienza a ejecutar mientras llega la orden. Pero los anuncios que hacen los mismos diputados de la coalición de Gobierno que son diez y ocho, son alarmantes: “Vamos a despedir a muchos funcionarios de carrera y vamos a incrementar el número de funcionarios de libre nombramiento y remoción”. Grave. Eso quiere decir que los políticos requieren más puestos para repartir. No hay estado de derecho. No existen garantías para los servidores públicos.
Uno de nuestros diputados afirmaba esta semana, sin sonrojarse, que la coalición de gobierno distribuiría la burocracia de la contraloría en diez y nueve partes, una para cada diputado y la restante para el Contralor. ¡Abrase visto en las manos que caímos! Evidentemente que cuando la Procuraduría aborde la investigación que personalmente le he pedido, entregaré las pruebas para que investigue esta afirmación que me hicieron.
El argumento central del doctor Rojas Otálvaro para los despidos fue la necesidad de profesionalizar la entidad. Claro que los despidos no reflejan esa situación: Despidió a funcionarios hasta con dos carreras y varias especializaciones, muchas de ellas patrocinadas por la Contraloría y referidas al tema. Despidió secretarias con formación profesional y dejó algunas, tal vez cinco, que fueron las únicas provisionales que se salvaron del despido, sin más preparación que su diploma de bachillerato o por tener un fuero especial. Evidentemente que esas personas tenían fuertes motivaciones para quedarse en el cargo. Una es la secretaria del cerebro gris de todos los despidos, además autor del deplorable y mal redactado proyecto de ordenanza de la reestructuración; otra, la hija de un conocido alcalde de Alas Equipo Colombia en el Valle de Aburrá y gran elector de ese movimiento, el mismo a que pertenece el contralor Rojas Otálvaro; otra es familiar de un reconocido concejal de Medellín que hace parte de la coalición del Gobierno departamental; las otras dos son funcionarias que gozan de un fuero especial. Claro que mientras se quedaban “las roscas” políticas del Contralor, salía la doctora Gloria Lucía Jiménez, simplemente secretaria, pero ingeniera de sistemas. Contralor, esto demuestra el grado de profesionalización que usted busca.
Se anuncia el reintegro de una funcionaria, madre cabeza de familia, que además tiene el privilegio de ser de Alas Equipo Colombia. Nos alegra y es justo, pero las demás madres cabeza de familia no reúnen el segundo requisito, lo que las dejará por fuera de la magnanimidad de Rojas Otálvaro.
A los funcionarios despedidos les han venido vendiendo una perversa versión para que no intenten ninguna acción judicial: Una vez salga la reestructuración los van a reintegrar al cargo. Puro cuento chino. Además eso tiraría por tierra la motivación de los despidos. Esa actitud, fuera de malévola, es humillante para con personas que le sirvieron con lealtad y esmero a la Contraloría y al Departamento de Antioquia.
Hoy me arrepiento de no haber acompañado en el Congreso de la República al presidente Álvaro Uribe cuando propuso acabar con las contralorías por ser simplemente un foco de politiquería y pensar que el argumento que tuve para defender estas instituciones fue el profesionalismo y la seriedad que han demostrado contralorías como la de Antioquia y la de Medellín. Ya perdimos una de estas entidades en los vericuetos del clientelismo y la politiquería, el señor Rojas Otálvaro y la coalición de Gobierno, los grandes responsables.
¡Ah! Olvidaba decir que esta semana me topé con un diputado perteneciente al partido de la U. Le dije que extrañaba que él y su partido estuvieran en ese tipo de negociaciones. Silencio total. Así es la nueva política. ¡Qué horror! Me quedo con la anterior.

viernes, 25 de enero de 2008

EL SECUESTRO ES ESCLAVITUD.