sábado, 17 de mayo de 2008

CONTENIDO


• Un episodio oscuro, Ramón Elejalde Arbeláez.
• Despegue al infierno, Octavio Quintero.
• Monsiváis estrena doctorado, Diego Cevallos.
• Secuelas de la crisis financiera, Paul Krugman
• CEPAL, 60 años marcando caminos, Daniela Estrada.
• El feudalismo político colombiano, Rodolfo Correa.
• Las FARC y el deterioro ético, Mauricio Cabrera Galvis.
• Frente a la revolución de los biocombustibles, Juan Manuel López Caballero.
• El Congreso se asfixia, Cecilia López Montaño





Un episodio oscuro


Ramón Elejalde, www.ramonelejalde.com

La forma como Yidis Medina y Teodolindo Avendaño cambiaron su voto en el Congreso de la República con el fin apoyar la reforma constitucional que permitiría la reelección presidencial, no fue, como parecen demostrarlo las últimas pruebas conocidas, un simple episodio de regateo clientelista entre unos parlamentarios y el Gobierno, tan usual en éste y otros congresos del mundo.
Los episodios que se van conociendo son oscuros y demuestran una podredumbre increíble que es necesario afrontarla con decisión para que estas cosas no vuelvan a suceder. Todo parece indicar que aquí no operó la consabida maniobra del parlamentario clientelista que cotiza su voto para sacar tajada en contratos y burocracia. De estos comportamientos hay muchas historias conocidas y famosas. Hay políticos que se especializan en este tipo de acciones. Yo recuerdo a un compañero de bancada que cuando se discutía la ley para convocar el famoso referendo que promovió durante su primer mandato el doctor Álvaro Uribe, pronunció un encendido discurso defendiendo la existencia de las contralorías departamentales y municipales y luego de una amable conversación con el entonces ministro del Interior, dio una voltereta y cambió su voto. Ese espectáculo digno de un gran trapecista lo observaron millones de colombianos en la televisión.
Pero en la historia de la reforma constitucional que facilitó la reelección presidencial, las cosas que se van conociendo desbordan esa malsana práctica y nos llevan a un mundo de una burda corrupción. Según denuncia Yidis Medina, el entonces parlamentario Teodolindo Avendaño recibió, entre otras prebendas para cambiar su voto o abstenerse de votar, una notaría en el círculo de Bogotá. Como Teodolindo o Tirolindo como le dicen sus paisanos de Caicedonia, no tenía un candidato que llenara los requisitos para ocupar esa posición, salió a buscar quien le comprara semejante posición por cuatrocientos millones de pesos. ¡Tamaño despropósito! La fe pública en manos de quien ofrezca más dinero y no de quien gane en un concurso, como lo dispone la norma Constitucional. Vamos llegando al día en que las posiciones oficiales no se obtengan a través de la preparación y la academia, sino que se subasten en la plaza de mercado al mejor postor.
Este triste episodio de nuestra actividad política no puede quedarse aquí, tiene que llegar hasta el fondo. El presidente de los colombianos y los funcionarios señalados por Yidis Medina y los que seguramente saldrán a flote con la investigación, le deben una explicación a la nación entera. Yo recuerdo los cien puntos que contenían el programa inicial del doctor Álvaro Uribe, allí criticó y prometió acabar con las prácticas clientelistas, pero ahora vemos que esas prácticas se degradaron a extremos que avergüenzan. El clientelismo que criticaba en su manifiesto el Presidente es un simple juego de niños, comparado con lo que vamos conociendo en esta lamentable historia.
Los cuentos de Yidis y Teodolindo mientras más asombren, más van tendiendo un manto de dudas sobre la legitimidad de nuestras instituciones. Una ilegitimidad en el origen, que difícilmente podrán legitimar hechos posteriores, así esté llenos de muchos votos y de mucha aceptación popular. El poder obtenido por Pinochet en forma ilegítima en su origen, jamás lo pudieron legitimar posteriores plebiscitos, consultas y referendos, así hubiere obtenido votaciones cercanas al noventa por ciento.
Notícula. Poco a poco el Contralor de Antioquia va consolidando su fortín burocrático y clientelista. Acaba de suprimir cargos de carrera que estaban ocupados por funcionarios de carrera o por funcionarios en provisionalidad de vacante definitiva y creó 129 cargos de libre nombramiento y remoción. Eso les da, al decir de ciertos diputados, un promedio de cinco o seis cargos por diputado de la coalición de gobierno para nombrar próximamente. A la par de este atropello el Contralor viene perdiendo todas las acciones de tutela que le han interpuesto por el despido de 86 funcionarios en provisionalidad. Los funcionarios que ha tenido que reintegrar seguramente los despedirá nuevamente con la argucia de la reestructuración, contrariando clarísimas sentencias de juzgados y tribunales que para el caso concreto han dispuesto otra cosa, incluyendo una aclaración de sentencia de la Sala de Familia del Tribunal Superior de Medellín. Sobre estas y otras perlas nos ocuparemos próximamente.


Despegue al infierno


OCTAVIO QUINTERO
Los sucesos de esta semana deben tener grogui al presidente Uribe. La decisión de la Corte Suprema de Justicia de dictar medida de aseguramiento contra Jidis Medina por haber vendido su voto a favor de la reelección del 2006, es un gong jurídico ensordecedor contra la legitimidad de su mandato.
Sin más elementos de juicio se puede colegir ya que el segundo mandato de Uribe es espurio, bien porque se condene a Jidis por cohecho o porque se anule el voto que mañosamente conseguido, finalmente dio pábulo a la reforma constitucional.
Lo que ahora toca preguntar es, ¿si esa tramoya fue tan evidente en el momento mismo de la votación, por qué la Corte Constitucional no se detuvo un instante a meditar sobre el asunto antes de expedir su exequibilidad a la reforma que permitía la reelección?
Pues, porque entre otros avatares de la reelección, lo que se ha conseguido con la reforma del “articulito”, como así peyorativamente se calificó en su momento, fue abrir una inmensa tronera en la llamada ley de contrapesos que equilibra los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial en el ejercicio democrático. Cuando la Corte asumió el caso, ya el reelegido había tenido la oportunidad de imponer dos magistrados más en la composición de la Corte Constitucional quienes, indudablemente, compensaron con creces el favor recibido.
El presidente de los colombianos ha sido puesto contra las cuerdas. La Corte Suprema, milagrosamente escapada de sus garras, ha compulsado copia de su fallo contra Jidis a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes para que investigue en lo pertinente al Presidente; y a la Fiscalía, para que averigüe lo respectivo a los altos funcionarios que se ocuparon de la diligencia de sobornar a la parlamentaria, entre otros, los ministro de Interior y Protección Social, a instancias, quién lo duda, del propio presidente Uribe.
Pero, “no lo griten, no se abracen, no se besen”, como dice un locutor de fútbol argentino cuando el tiro casi es gol. La Comisión de Acusaciones de la Cámara, toda es uribista. Luego, no debe esperarse la más mínima imparcialidad de su parte; y el actual Fiscal (Mario Iguarán), ex viceministro de Sabas Pretelt de la Vega, por la época ministro de Interior y Justicia y hoy embajador en Roma, acaba de declararse inhibido para llamar a juicio a su antiguo superior “y gran amigo”. Es decir, que por ese lado podríamos esperar, si acaso, mucho tilín-tilín y pocas paletas.
El otro episodio en esta aciaga semana de Uribe es el de la disolución de los partidos uribistas, curiosamente propuesta por el Alto Comisionado de Paz, Luís Carlos Restrepo. La idea no caló, y como bumerang, de regreso le asestó un duro golpe a su pretensión reeleccionista, pues, el Partido Conservador no sólo notificó al Comisionado que no iba a disolverse sino que iría en el 2010 con candidato propio a la Presidencia. Como quien dice, uno menos en las cuentas de Uribe; a no ser que un renovado, vigoroso y gustativo plato de lentejas sacie las ansias burocráticas del conservatismo y reponga sus fuerzas uribistas.
Pero no sólo el conservatismo. En las huestes propiamente uribistas no se ve mucha emoción en el palco de honor. Una connotada uribista, Martha Lucía Ramírez, quien fuera, inclusive, su ministra de Defensa en su primer periodo, lo que anda proponiendo es una consulta nacional popular dizque para reponer la maltrecha institucionalidad colombiana. Y ni qué decir de la cabeza de este grupo, Cambio Radical, el senador Vargas Lleras, quien acaba de pedir licencia para ausentarse del país y salir en plan de estudios, aunque para muchos esta sea una fuga de las circunstancias que podría ser, o de la delicada situación política o de la comprometida situación parapolítica. Cualquiera de las dos, o las dos al mismo tiempo, podrían ser.
Hasta los gatos se van de espaldas; no sólo Uribe. No se puede dejar pasar por alto que en este intrincado episodio que vive la sociedad colombiana, sesudos constitucionalistas como los ex parlamentarios e ideólogos liberales, Edmundo López Gómez y Darío Martínez, incurran en el despropósito de proponer un gran acuerdo nacional dizque liderado por el presidente Uribe para salir de la crisis institucional que ahoga al país.
Poner al presidente Uribe, que llegó al poder en el 2002 agregándole a su bagaje político un alto contenido de constreñimiento electoral armado, y se hizo reelegir en el 2006 acogotando la Constitución y sobornando a congresistas, es como meter el zorro en el gallinero a que cuide el corral.
Colombia, a estas alturas, y después que la Corte Suprema acaba de condenar a Jidis Medina por haber vendido su voto a favor de la reelección, no le quedan sino dos caminos: la renuncia del presidente Uribe y su alejamiento total de la política, sin perjuicio de las acciones legales que emprenda la justicia nacional y/o internacional, o una Asamblea Nacional Constituyente. Como se dice en el argot del juego de cartas, aquí no queda más que barajar y volver a repartir.
Y ni siquiera una de estas dos salidas le garantizaría al país la estabilidad hacia el futuro. La sociedad colombiana, si es que por fin se pellizca, tendría que ponerse alerta sobre los procesos siguientes de reforma constitucional y elecciones de nuevo Presidente y Congreso con el fin de evitar que disfrazados de ovejas ingresen a la palestra los lobos de siempre.
Por ahí andan algunos, como Mockus, diciendo que si fuera Uribe ya hubiera renunciado. Pero que no dude nadie que su expresión contiene más fondo político que moral. También se ve crecer el discurso social y la censura moral de otro antisocial y e inmoral como Hommes, el inefable ministro de Hacienda de Gaviria que embutió a Colombia en el modelo neoliberal impuesto por el Imperio. Así mismo el belicoso ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, anda fabricándose corona de espinas con inminente atentado de las Farc contra su vida. Y, como en el verso del poeta… “volverán las oscuras golondrinas”: los ex presidentes Gaviria, Pastrana y Samper, deben estar adornando de falacias nuevas sus discursos viejos de paladines sociales con los que han embaucado a las masas en tantos años y durante tantas veces.
Otros escenarios y nuevo reparto, requiere la ópera. De lo contrario, este episodio no pasará de ser un nuevo despegue al infierno.
oquinteroefe@yahoo.com


Monsiváis estrena doctorado


Diego Cevallos, IPS, mayo 10 de 2008.
MÉXICO, may (IPS) - Como regalo de su cumpleaños 70, el escritor mexicano Carlos Monsiváis recibió el doctorado "Honoris Causas Perdidas", creado ex profeso para reconocer a quien ha declarado: "ya que no tuve infancia por lo menos déjenme tener currículum".
El doctorado fue entregado por la municipal Universidad Autónoma de la Ciudad de México en el marco de los numerosos actos organizados para celebrar las siete décadas del "instigador democrático" y "escultor de palabras", como han llamado los críticos a Monsiváis.

Nacido el 4 de mayo de 1938, el escritor será el centro de una serie de homenajes hasta finalizar el año, pero en especial este mes.

Autoridades municipales de la capital mexicana, universidades y grupo de intelectuales organizaron coloquios, proyecciones de video y hasta un despliegue de carteles en autobuses y parques con algunas de sus ingeniosas palabras.

"O ya no entiendo lo que está pasando, o ya pasó lo que estaba entendiendo", es una de las frases más celebradas de este escritor.

Pero hay cientos. "En la clase política todos reconocen de inmediato a un analfabeto funcional; lo que sí queda un tanto a oscuras es cómo se reconoce a un alfabetizado" y "al ver la suerte maravillosa de los poderosos, surge la duda agnóstica: ¿ellos manipulan a Dios o Dios quiera quedar bien con ellos?".

Monsiváis fue en los últimos 50 años un defensor de las más diversas causas: diversidad sexual y étnica, laicismo, protección del ambiente, democracia y libertad literaria, entre otras. Lo ha hecho en innumerables textos y con su asistencia cotidiana y muchas veces sorpresiva a toda clase de presentaciones y manifestaciones callejeras.

También ha sido un crítico mordaz del poder político y económico, de los fanatismos, de los partidos de derecha e izquierda, además de mantenerse como un instigador de las acciones colectivas y un denunciante incansable de las injusticias sociales.

"Me considero un amante de las causas perdidas, que, por otra parte constituyen 90 por ciento de las causas", declaró hace poco al semanario estadounidense Newsweek.

"Monsiváis tiene una lucidez y un compromiso social a toda prueba, pero además maneja la ironía y el humor como nadie más. Por eso es imposible encasillarle en ninguna escuela o corriente", dijo a IPS Marisol Solares, una estudiante universitaria de literatura que se declara "fan total" del escritor.

Aunque se califica de izquierda, critica con dureza el autoritarismo con el que, a su entender, se gobierna en Cuba. También ha lanzado dardos contra el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y su pregonado Socialismo del Siglo XXI.

En febrero de 2007, declaró a IPS que el Partido de la Revolución Democrática, la principal agrupación de izquierda de México, ya no le interesaba, pues exudaba un "analfabetismo moral impresionante" y mantenía cercanía con el ahora ex presidente cubano Fidel Castro y el mandatario venezolano, quienes a su entender no son demócratas ni representan a la izquierda.

Son múltiples los galardones obtenidos por Monsiváis, autor de libros como "Días de guardar" (1970), "Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza" (1987), "Escenas de pudor y liviandad" (1988) y "Los rituales del caos" (1995). El escritor recibió en 2006 el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.

Es usual ver a este escritor sin afeitar, despeinado y con una vestimenta sencilla, donde jamás hay lugar para corbatas.

Monsiváis, quien vive desde su niñez en una modesta casa en la colonia Portales, un barrio antiguo del sudoeste de la capital de México, se declara abrumado por los homenajes y las palabras cálidas que ahora escucha.

"Todo esto es como una sorpresa, y lo digo genuinamente, y como un malestar, se están confundiendo de personas", declaró.

Monsiváis es para el crítico literario Adolfo Castañón el último escritor público de este país "en el sentido en que no sólo cualquier mexicano lo ha escuchado o leído, sino que todos son capaces de reconocerlo en la calle".

Christopher Domínguez, otro crítico literario, sostiene que Monsiváis sufrió una conversión inevitable y gradual hacia ser un "líder de opinión que convoca multitudes y que -quizá a su pesar-- ha empezado a tomarse en serio como una suerte de patricio cultural que destila sus materiales según la óptica de ese estatuto y no desde la perspectiva del artefacto literario".

"La progresiva politización del discurso de Monsiváis es coherente con una idea de la cultura cuyos fundamentos pasionales lo llevaron a encararse como instigador democrático", escribió Domínguez.

La investigadora y crítica literaria Linda Egan, de la universidad estadounidense de California, quien asiste en México a los homenaje de Monsiváis, anunció que está preparando una especie de diccionario sobre los aforismos del escritor.

Para Egan, Monsiváis es el "cronista ubicuo de México y ahora, más que nunca, del mundo ancho y avecindado", por lo que es urgente catalogar sus frases.

"No preguntes qué puede hacer tu patria por ti, eso es egoísta; pregúntate por lo que queda todavía en la patria que pueda ser tuyo", es una de las tantas frases del escritor mexicano publicadas en revistas, diarios y libros o escuchadas en alguna entrevista.

Otros ejemplos: "Para que ningún escándalo perjudique tu carrera política, es necesario que desde el principio evites las mentiras y te concentres en los desmentidos".

"Si les molesta tanto la corrupción, ¿por qué no le ponen otro nombre? Muerto el término se acabó la indignación moral".

"Está de moda criticar a la izquierda, estuvo de moda criticar a la izquierda, estará de moda criticar a la izquierda. ¿Qué no entiende la izquierda que si no está de moda no necesita ideólogos, sino asesores de imagen?".

"Derechista: aquél que le da consejos a la izquierda para que no desaparezca. Derechista: el persuadido de que el pecado es la tapadera de la subversión".

"La gran ventaja de las encuestas: nos ayudan a prescindir definitivamente de los argumentos".

"Hijo, ya te dije que no traigas condones a la escuela, eso es desconfiar de tus compañeritas". "Como no tengo hijos, tengo una gran confianza en el México de mis nietos".


La secuela de la crisis financiera


PAUL KRUGMAN, Mayo 9 de 2008, Nuevo Herald, tomado de la Biblioteca Digital que dirige la Dra. Lilia Beatriz Sánchez.

Hay que cruzar los dedos y tocar madera: es posible, aunque no seguro, que haya terminado lo peor de la crisis financiera. Esa es la buena noticia.
La mala es que conforme se estabilizan los mercados, las posibilidades de una reforma financiera fundamental se estén alejando. Por lo tanto, es probable que la crisis siguiente sea peor que ésta.
Veamos la historia hasta este momento.
Después de la crisis financiera que inició la Gran Depresión, los reformistas del Nuevo Pacto regularon el sistema bancario, con el objetivo de proteger la economía de crisis futuras. El sistema nuevo funcionó bien por medio siglo.
Pero entonces, Wall Street hizo una jugada para anular las regulaciones usando complejos arreglos financieros, con lo que puso la mayor parte del negocio bancario fuera del alcance de los reguladores. Washington pudo haber revisado las regulaciones para resolver el asunto del nuevo ''sistema bancario en las sombras'' con disimulo, pero eso habría significado oponerse a la ideología de adoración del mercado del momento.
En lugar de eso, altos funcionarios, desde Alan Greenspan para abajo, se pusieron a corear elogios a la innovación financiera y expresar su desprecio a las advertencias sobre los riesgos en aumento.
Y entonces llegó la crisis. En agosto pasado, a medida que los inversionistas se dieron cuenta de la magnitud del desastre hipotecario, se desplomó la confianza en el sistema financiero.
Creo que ha sido una suerte tener a Ben Bernanke como presidente de la Reserva Federal en estos tiempos difíciles. Es posible que carezca del talento de Greenspan para personificar al Mago de Oz, pero es un economista que ha impartido cátedra por mucho tiempo sobre la Gran Depresión y la década perdida en Japón en los años 90, y entiende lo que está en juego.
Bernanke reconoció, con mayor rapidez con la que otros pudieron haberlo hecho, que nos encontrábamos en una situación que tenía un parecido enorme con la gran crisis bancaria de 1930 y 1931. Su primera prioridad tenía que ser evitar una cascada de fracasos financieros que debilitarían la economía.
Los esfuerzos de la Reserva en estos últimos nueve meses me recuerdan la vieja serie de televisión MacGyver, cuyo ingenioso héroe siempre escapaba de situaciones peligrosas armando inteligentemente aparatos salvadores con objetos comunes y corrientes, y cinta adhesiva.
Debido a que las instituciones que tenían dificultades no se llamaban bancos, las herramientas usuales de la Reserva para resolver los problemas financieros, diseñadas para un sistema centrado en los bancos tradicionales, fueron en gran medida inútiles. Así es que la Reserva integró arreglos improvisados para salvar la situación, como el rescate de Bear Stearns.
Aún está lejos la certeza de que todas estas improvisaciones hayan resuelto la crisis. Sin embargo, era lo que había qué hacer, y por el momento parece que las cosas se están calmando.
Así es que van dos hurras para Bernanke. Infortunadamente, su mismo éxito --si es que lo ha tenido-- presenta otro problema: le da al sector financiero una posibilidad de bloquear la reforma.
Ahora sabemos que, de todas maneras, esas cosas que no se llaman bancos pueden provocar crisis bancarias, y que la Reserva necesita llevar a cabo rescates de tipo bancario en su nombre. Lo que viene después es que se requiere una regulación de tipo bancario para los fondos de cobertura de riesgos, los vehículos especiales de inversión y así sucesivamente. En particular, se necesita que se les exija contar con el capital adecuado.
Sin embargo, aunque nuestro sistema financiero descontrolado ha sido malo para el país, ha sido muy bueno para los embaucadores, que se embolsan grandes sumas cuando las cosas parecen ir bien, y luego escapan ilesos --e incluso frecuentemente con cuantiosas indemnizaciones por despido-- cuando las cosas van mal. No quieren regulaciones que podrían estabilizar la economía y que sí restringirían su estilo de vida.
Y ahora que se han despejado un poco las nubes financieras, la oposición a una regulación sensata va viento en popa. Incluso se está atacando la propuesta muy modesta de la Reserva para controlar los préstamos hipotecarios abusivos por medio de una normatividad nueva, y hay signos preocupantes de que podría retractarse.
Quizás una victoria arrolladora de los demócratas en noviembre pueda revivir la causa de la reforma financiera, pero en este momento, parece que pronto vamos a retornar a lo mismo de siempre.
El paralelismo que me preocupa es lo que sucedió hace una década, después de que fracasó el fondo de cobertura de riesgos denominado Administración de Capital a Largo Plazo (ACLP), que causó el congelamiento temporal de todo el sistema financiero.
Con suerte y habilidad, se contuvo la crisis, pero en lugar de servir como advertencia, el episodio alimentó la falsa creencia de que la Reserva tenía las herramientas necesarias para resolver los impactos financieros. Así es que no se hizo nada para remediar las vulnerabilidades que reveló la crisis de la ACLP, las mismas que están en el centro de la crisis actual, que es mucho mayor.
Y si no arreglamos el sistema ahora, hay muchas razones para creer que la siguiente crisis será aún peor, y que la Reserva no tendrá suficiente cinta adhesiva para mantener las cosas unidas.



Cepal, 60 años marcando caminos


Daniela Estrada, IPS, mayo 10 de 2008.
SANTIAGO, may (IPS) - Entre las misiones hoy atribuidas a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo de la ONU que cumple este año 60 de trayectoria, figura la de contribuir a delinear una estrategia de desarrollo que aproveche la actual bonanza de la región.
Nacida el 25 de febrero de 1948 como comisión regional del Consejo Económico y Social de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), los expertos concuerdan en que la Cepal siempre ha intentado "pensar" a América Latina a partir de sus singularidades.

En tal proceso, este organismo ha sido fuente de importantes teorías, además de blanco de numerosas críticas.

El argentino Raúl Prebish, secretario ejecutivo de la Cepal entre 1950 y 1963, planteó que el atraso de la región se explicaba por las desiguales condiciones de intercambio comercial entre el "centro" (el Norte industrial) y la "periferia" (las economías exportadoras de materias primas).

Más tarde, esta teoría se conocería como "desarrollismo" o "estructuralismo".

Prebish propuso la industrialización a través de la sustitución de importaciones, reforma que, según el economista, era una realidad antes surgir como concepto, pues fue la única forma de afrontar los estragos dejados por dos guerras mundiales y la Gran Depresión entre ellas. Esa industrialización suponía un rol activo del Estado.

"La Cepal ha sido desde el comienzo una institución de formación tanto del espíritu público como del conocimiento que los latinoamericanos y en particular los tomadores de decisiones necesitan para analizar y orientar tanto el presente como el futuro", resumió el sociólogo francés Alan Touraine en un seminario conmemorativo efectuado el 28 de abril en Santiago.

Emblemático es el caso del ex presidente brasileño por dos periodos consecutivos (1995-2002) Fernando Henrique Cardoso, quien como funcionario de la Cepal entre 1962 y 1979 formuló, junto con el sociólogo chileno Enzo Falleto, la teoría de la dependencia latinoamericana, continuadora del desarrollismo de Prebish.

Según la revisión histórica del propio organismo, después de la industrialización de los años 50, la Cepal propuso "reformas para desobstruir la industrialización" en los 60 y la "reorientación de los estilos de desarrollo hacia la homogeneización social y hacia la diversificación pro-exportadora" en los 70.

En la década del 80, propuso la "superación del problema del endeudamiento externo mediante el ajuste con crecimiento" y en la del 90, la "transformación productiva con equidad".

En la última década, la Cepal, cuya sede permanente está en Santiago de Chile, concentró su atención en la desigual distribución de la riqueza.

Se destacan los documentos "La protección social de cara al futuro: Acceso, financiamiento y solidaridad" (2006) y "Cohesión social: inclusión y sentido de pertenencia en América Latina y el Caribe" (2007).

El primero destaca la necesidad de establecer sistemas de protección social solidarios universales, tanto de pensiones como de salud, a través de un pacto fiscal, es decir una reforma tributaria.

El segundo propone eliminar las brechas de acceso a la educación, la salud, la vivienda y las tecnologías de la información, así como fortalecer las instituciones públicas.

El primero de los dos grandes aportes de la CEPAL a la región fue "cuestionar el supuesto, común en sus inicios, de que el desarrollo económico se daba más o menos en forma automática según se dejara al mercado funcionar", dijo a IPS el ex decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, Joseph Ramos.

"La Cepal enfatiza factores estructurales que pueden frenar el crecimiento como son la concentración de la propiedad, la falta de espíritu emprendedor y la falta de capital humano, y la concentración de las exportaciones en materias primas y no en conocimiento", añadió el experto.

"También contribuye a generar un conocimiento empírico sobre América Latina", señaló Ramos, quien dirigió la división de Desarrollo Productivo y Empresarial de la Cepal entre 1992 y 1998.

"Históricamente la Cepal ha hecho propuestas de desarrollo muy interesantes para la región", dijo a IPS Hugo Fazio, director del no gubernamental Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda).

Pero no ha estado exenta de críticas. La izquierda radicalizada de los años 60 vio a la teoría desarrollista como un "salvataje" al capitalismo, mientras que sectores de derecha han considerado que sus propuestas son proclives al "estatismo".

Fazio destaca los aportes del colombiano José Antonio Ocampo, secretario ejecutivo de la Cepal entre 1999-2003, en el debate sobre el impacto de la globalización de los mercados de capitales en la región.

"En los últimos años, al igual que ha sucedido con los organismos financieros internacionales, el papel de la Cepal ha sido limitado", acotó.

Los desafíos actuales no son menores. La gran demanda de productos básicos por parte de China ha beneficiado a muchos países latinoamericanos, especialmente a los exportadores de minerales, debido a las mejoras en los términos de intercambio.

Este año, las economías latinoamericanas completarán seis años de crecimiento continuado.

Ante este escenario, muchos esperan que la Cepal muestre caminos posibles de desarrollo para la región para al menos los próximos 25 años, respetando las múltiples diferencias políticas, económicas, sociales y culturales entre los países.

El actual secretario ejecutivo de la Cepal, el argentino José Luis Machinea, ya dio señales de que así será.

En el próximo periodo de sesiones de la Comisión, los 44 países miembros (todos los de América Latina y el Caribe más algunos de Europa y Asia) discutirán en junio el documento "Transformación productiva veinte años después. Viejos problemas, nuevas oportunidades".

"Hay que aprovechar las ventajas comparativas estáticas: si nos pagan más por los productos que exportamos tenemos que producir más de eso, pero con esos recursos tenemos que avanzar en procesos de transformación productiva que generen una estructura más diversificada. Ahí está el gran desafío de la región", remarcó Machinea.

Pero a su juicio hay dos interrogantes al respecto: "¿Cómo hacemos para apropiarnos de la renta de los recursos naturales? y ¿cómo invertimos bien los recursos?".

"Varios países lo están intentando, y en principio está bien. Hay un cambio extraordinario en los precios y tiene una lógica que los países traten de apropiarse de una parte de esa renta", indicó.

"Pero si no lo hacemos bien, si en el intento de apropiarnos de esa renta generamos incertidumbre para la inversión privada, vamos a tener un problema para crecer. Hay que apropiarse de la renta, pero manteniendo los incentivos a la inversión privada. No es una tarea sencilla ni desde el punto de vista político ni económico", reflexionó.

Por otra parte, para el colombiano José Antonio Ocampo, quien también intervino en el seminario de abril, la frustración histórica de la Cepal es la "integración latinoamericana".

"Actualmente la Cepal ya no es 'el' think tank (usina de ideas) de la región", se lamentó Ramos.

"A diferencia de 60 años atrás, cuando era 'el' centro de excelencia de análisis económico, hoy han surgido muchas universidades de calidad en la región, que la superan en la cantidad y calidad de sus investigadores", señaló.

"Por ello, la Cepal debe centrarse en dos funciones donde creo tiene ventajas: hacer los análisis comparativos de qué ocurre, qué funciona y qué no funciona en la región, pues las universidades tienden a centrarse en temas nacionales, y ser articulador, centro focal, en distintos temas centrales del desarrollo, reuniendo a los mejores centros de investigación", aseguró Ramos. (FIN/2008)


El feudalismo político colombiano


Rodolfo Correa.

El feudalismo es un sistema político económico que existió del año 1000 al 1300 después de Cristo.

Como referencia, podemos decir que el sistema feudal se construyó sobre la base del ideal Germánico de “fidelidad personal”, el cual se expresa en la organización de bandas de guerreros jóvenes adscritos a un jefe, quien los protege y a quien aquellos deben fidelidad y obediencia.

Posteriormente, el término feudalismo se utilizó para designar un conjunto de instituciones que respaldan compromisos generalmente militares, entre un hombre libre, el vasallo, y un hombre libre en situación superior (noble). El primero recibe del segundo un feudo o tierras para su mantenimiento que se realiza a través de la acción y explotación de los siervos.

En teoría, esto es sólo historia. Sin embargo sorprende que precisamente la acción política en nuestro país siga basando su funcionamiento en esta estructura medieval.

En efecto, observamos como en Colombia existen unos feudos o territorios al mando de un barón electorero, a cuyo alrededor se adscriben otros individuos que, encargados del mantenimiento del feudo, viven para lograr que la maquinaria politiquera funcione para perpetuar en el poder a quien los protege, les da puestos en la administración pública y en general, los explota como siervos irreflexivos que cosechan votos.

Con un sistema así concebido, la política se encuentra lejos de conseguir sus propósitos de vivir con igualdad, garantizar la libertad y promover la solidaridad entre los ciudadanos. Mientras sigamos los Colombianos en el medioevo político, las bondades de la democracia serán ajenas a nuestra realidad, seguiremos ensombrecidos por la acción perversa de quienes creen que la política es el arte de volverse rico y que el ejercicio del poder, a la manera de un bar en promoción, es una “hora feliz” en la que se puede beber el patrimonio público hasta que los voraces apetitos del egoísmo marchito queden saciados.



LAS FARC Y EL DETERIORO ETICO


MAURICIO CABRERA GALVIS, Cali, Mayo 11 de 2008

Los análisis que ordinariamente se hacen sobre los impactos negativos de las Farc en la sociedad colombiana destacan, con razón, las consecuencias nefastas del terrorismo y el secuestro, o tratan de estimar sus costos económicos. Sin embargo, no se ha prestado suficiente atención a una de las secuelas más graves del accionar de la guerrilla: el deterioro de la moral pública y la ética ciudadana.

“A los colombianos se nos corrió la frontera moral”, es la conclusión del profesor Luis Jorge Garay en su estudio sobre la Captura del Estado por actores legales e ilegales que se aprovechan de los bienes públicos para satisfacer sus intereses privados ante la aceptación pasiva de la ciudadanía. También se reconoce que el narcotráfico corrompió los valores éticos de la sociedad al imponer la cultura del dinero fácil, el lujo y la ostentación como sinónimos del éxito.

Pero la corrupción moral que han generado las Farc es de otra índole: es el debilitamiento de los criterios y principios sobre los medios que puede utilizar una sociedad para alcanzar la paz, a punto tal que para luchar contra el terrorismo y la barbarie se ha llegado a aceptar que todo vale, inclusive los mismos métodos terroristas que se supone combatir.

La manifestación más dramática de este deterioro ético es, por supuesto, el apoyo activo o la complacencia pasiva con el terrorismo paramilitar como instrumento para enfrentar a la guerrilla y “limpiar” regiones infestadas por el secuestro y la extorsión. Como es sabido, la tentación de la defensa propia y la aplicación privada de la justicia generó en Colombia un monstruo de mil cabezas que sobrepasó en barbarie a su enemigo, pero que aún hoy que se han hecho públicos sus crímenes y masacres sigue siendo aceptado por una parte de la sociedad como un mal necesario.

Porque desafortunadamente desde las altas esferas del gobierno se sigue promoviendo el principio de que todo vale con tal de acabar con las Farc, se sigue justificando que en aras de la seguridad democrática se puede utilizar cualquier atajo. Así se aceptan y se multiplican las detenciones arbitrarias de miles de inocentes y la muerte de muchos de ellos, se violan los principios del derecho internacional para matar a un jefe guerrillero, se pagan recompensas a asesinos que llevan manos ensangrentadas como prueba de su felonía. Cuando el Estado acepta utilizar la “combinación de todas las formas de lucha” pierde legitimidad y aunque estemos próximos a la derrota militar de la guerrilla es posible que nos derroten en lo moral.

El odio y el rechazo a las Farc es tan fuerte, y por supuesto tan justificado, que ha generado un curioso fenómeno político: mientras el péndulo ha oscilado hacia la izquierda en la mayoría de los países latinoamericanos por la necesidad de reformas sociales que alivien la pobreza y la miseria, en Colombia la tendencia es hacia la derecha pues la seguridad es el tema prioritario.

No hay duda que la alta popularidad del presidente Uribe se debe en buena parte a su política contra las Farc. Es una reacción popular lógica y explicable. El problema surge cuando esa popularidad, y el objetivo deseable de acabar con las Farc, se convierte en el argumento para justificar actos de corrupción como el cohecho con Yidis y Teodolindo para aprobar la reelección. Como dijo Mockus, ni siquiera el fin de “salvar la patria” justifica el atajo de la compra de votos.

También son pertinentes unas palabras de Montesquieu, -el pensador francés cuya concepción de la separación de los tres poderes es la base del moderno Estado de Derecho-: “Si yo supiese algo útil para mi familia y que no lo fuese para mi patria, intentaría olvidarlo. Si yo supiese algo útil para mi patria y que fuese perjudicial para el género humano, lo consideraría como un crimen, porque soy necesariamente hombre mientras que no soy francés más que por casualidad”.



Frente a la revolución de los Biocombustibles


Juan Manuel López Caballero.

La crisis alimentaria mundial tiene como una de sus principales causas la alternativa de sustituir los combustibles fósiles por biocombustibles.
Esta relación se da a través de tres aspectos: 1- la disminución por cambio de destinación tanto en cuanto a áreas de siembra como a la naturaleza de los productos (v,gr. la reducción del arroz y el reemplazo por maíz en estados Unidos); 2- por aumento de precios, el cual se causa tanto por el lado de la demanda –puesto que se reduce la oferta en el momento mismo que debía aumentar por la mejora del ingreso de la población China e India-, como por el lado de costos –puesto que los abonos, transporte y demás factores dependientes del petróleo se han disparado- (como lo han destacado las autoridades mundiales, esto aleja del acceso a la alimentación a centenares de millones pobres que quedarían condenados a morir de hambre); y 3- el aspecto supuestamente positivo de ser menos dañino en lo que tiene que ver con el cambio climático.
Esta podría o parecería ser una de las revoluciones económicas más grandes de la humanidad y en todo caso equivaldría a un cambio en el principal factor de producción actual, con todas las consecuencias que esto implica. Estas aún no se han podido establecer pero si las inquietudes al respecto:
- El verdadero costo del biocombustible (sea etanol o biodiesel) depende del precio del insumo agrícola; era rentable cambiar el destino alimentario por la energético antes del alza producida por la nueva demanda, pero tras el ajuste de precios ya no lo es (en EE.UU. de 250 pequeñas plantas de trasformación de concentrados balanceados que habían iniciado su conversión a etanol 194 han retornado a la venta de alimentos para animales)
- Dependiendo del potencial de la materia prima y de la eficiencia en la conversión, se puede gastar más en combustibles fósiles en la etapa de producción que el sustituto que resulta después del proceso, (v. gr. la caña de azúcar no tiene ese problema pero no es claro que pasa en cuanto al maíz)
- Los biocombustibles no producen daño ambiental por óxidos del carbono, pero su combustión genera derivados del nitrógeno que no se sabe hasta donde pueden generar efectos ambientales negativos
- La totalidad de la producción de alimentos que eventualmente se pudiera destinar a usos energéticos alcanzaría para remplazar apenas el 10% de los combustibles fósiles
- En un estudio comparativo de 17 fuentes diferentes de energía lo único que tenían de más interesante los biocombustibles era ser alternativa directa del petróleo –otras fuentes como la energía nuclear, solar, eólica, del mar, de putrefacción, etc. son más baratas y presentan diferentes opciones pero solo son utilizables donde se generan- (no remplazan el petróleo que consume los Estados Unidos).

La razón por la cual no se ha profundizado más sobre estas dudas es porque quien impulsa tal revolución es el Gobierno Americano y la política del mandatario actual lo justifica: contra la tradición americana de que no tienen amigos o enemigos sino intereses, Bush al ‘diplomar’ de enemigos a Irán a Irak y a Venezuela estableció una confrontación con quienes le suministran más del 30% de sus necesidades. Los intentos de apoderarse del control de esas reservas fracasaron y ni por la vía de la guerra ni por la vía de las amenazas a través de conciertos internacionales logró ese resultado.
En otras palabras la transformación del mundo tras el ataque del 11 de septiembre y la subsecuente imposición de la clasificación de terrorismo como problema de la humanidad por parte de la administración Bush ha traído como secuela este nuevo problema.
Colombia, o nuestro actual gobierno, tiene como única política internacional adherir a la voluntad americana para esperar que ello nos saque adelante. Al igual que Uribe tiene su ‘Uribito’, nosotros creemos que podemos ser una pequeña reproducción de esa potencia. Es lo que estamos viendo cuando tomamos caminos como el de ataques preventivos en territorios extranjeros o cuando por la vía mediática intentamos satanizar a todo el que no siga las directrices de este gobierno, buscando que el mundo comparta nuestras posiciones y nuestros problemas.
Razón tiene el Presidente Correa al decir que el problema del continente es Colombia que es donde se da la guerrilla, el narcotráfico, la narcopolítica, la parapolítica, la siembras de coca, etc. Pero nosotros en vez de reconocer que es fruto de nuestro ordenamiento social e institucional, que es producto de las medidas y las políticas que se han adelantado, intentamos encontrar la solución culpando a quienes no son responsables del manejo del país y buscamos que sean terceros ajenos a nosotros quienes nos la den, como si ella dependiera de ayudas y directrices americanas o de forzar a nuestros vecinos a participar en nuestros conflictos.
El argumento del terrorismo y el desplazamiento de la producción energética hacia los combustibles son la política americana, para beneficio de los americanos, y responde a la situación de Estados Unidos en el mundo y a la prioridad que da a sus intereses por encima de los del conjunto de la humanidad y de la comunidad de países (ya el candidato McCain lo dijo con más claridad: el objetivo del Presidente de los Estados Unidos debe ser el bienestar de sus ciudadanos y no el del planeta; por eso no comparten Pactos de Kyoto, de Copenhaguen, o de Rio, ni Cortes de la Haya o Estatutos de Roma).
A pesar de lo que parece creer este gobierno, Colombia no es los Estados Unidos: ni puede actuar en la misma manera, ni los objetivos que busca deben ser los mismos, ni seguir sus pasos producirá iguales resultados.
En lo diplomático el resultado obtenido hasta hoy es ser considerados el problema del vecindario y como Estado y como Gobierno un régimen semimafioso.
Seguir los lineamientos de las estrategias americanas en la explotación del campo o sostener que Colombia no tendrá problemas de alimentos y promover la producción de biocombustibles suponiendo que con ello se compensarán los faltantes que se puedan presentar, nos puede llevar a una crisis del sector rural y alimentaria peor que la que en lo internacional o en lo institucional estamos viviendo.
Actualmente las actividades del campo más rentables son la Caña de Azúcar y la Palma Aceitera justamente por la alta demanda que tienen para etanol y biodiesel. El gobierno como parte de su política de incentivos escogió esos rubros para subsidiarlos. El resultado es que en este momento se incrementa el precio de los alimentos para los pobres y la política estatal sigue siendo subsidiar a quienes hoy más ganancias están obteniendo.
La idea que un país no debe depender de un modelo de desarrollo sino de las circunstancias del mercado, y de que ‘pegarse’ a las políticas americanas es la solución de todo, hace que no se busque una organización del país tomando medidas estructurales y prospectivas sino nos contentemos con no hacer nada o con seguir lo que para Estados Unidos es conveniente. Por eso mientras el mundo tiembla pensando en que hacer respecto a la crisis de alimentos y la producción de biocombustibles nuestro Ministro nos dice que eso no tiene que ver con Colombia y nuestro Gobierno sigue tratando el tema como si nada hubiera cambiado.



EL CONGRESO SE ASFIXIA


Cecilia López Montaño

El proceso de la parapolítica, aquel escándalo que parece de nunca acabar y que cobra víctimas cada vez más cercanas al círculo presidencial, le ha hecho un enorme daño al Congreso, afectando su capacidad de trabajo. Como si el fenómeno de la parapolítica se limitara a unos “congresistas corruptos” que se aliaron con ejércitos privados para obtener apoyo político. Todo este revolcón que afortunadamente ha salido a la luz pública ha cobrado su mayor víctima: el Congreso. No solo eso: este cuerpo colegiado ha terminado asfixiado entre los mensajes velados de la Presidencia de la República y el rechazo de la opinión nacional, alimentada por unos medios que parecen esclavos del último escándalo.
¿Cuál ha sido la consecuencia de esto? Las comisiones paralizadas; la Cámara congelada y el Senado, igual. Pareciera que el Legislativo se mueve al ritmo de lo que dicen los funcionarios del Gobierno. Sin importar el debate que se había programado previamente ni las leyes que se debían debatir, los congresistas se limitan a responder a las acusaciones oficiales por un lado, y a defender las posturas del señor Presidente por el otro. Ante esto cabría preguntarse, ¿dónde está la independencia del Congreso?, ¿cómo se está reflejando en la realidad la supuesta repartición del poder en tres ramas que se deben complementar? Más grave aún: ¿dónde están los grandes debates que se deben dar en el Congreso?
Según se percibe en los comentarios de los colombianos que participan en los diferentes foros, el ciudadano parece no preocuparse por esta inactividad legislativa. Está tan encantado con la avalancha de noticias y chismes que terminan por asociar el trabajo político con “la cosa política”, aquel curioso segmento de Noticias RCN. Pero no. La política no es entretenimiento, no es el escándalo ni el episodio telenovelesco del día a día. Es hora de que los colombianos se concienticen de esto y empiecen a pensar en temas reales como el empleo, la disminución de la pobreza, la crisis en la educación o el desastre del sistema de salud. Es desde la política de donde se debaten estos temas. Es desde el Congreso donde se toman las decisiones que conciernen estos problemas y trazan el rumbo del país en el mediando y el largo plazo. Pero con un Legislativo asfixiado, ¿cómo se puede hacer esto?
Mientras tanto, los índices de aprobación de las Cámaras siguen bajando y bajando en una relación inversamente proporcional con los niveles de popularidad del señor Presidente. Esta nube que cubre el Congreso, con gran responsabilidad de muchos de sus miembros, hay que reconocerlo, está afectando el trabajo de una rama de vital importancia en cualquier democracia. Es que los colombianos parecen olvidar que más allá del control político, el Congreso tiene una larga lista de proyectos que deben ser discutidos para el normal funcionamiento del Estado. Entre estos se destacan: el Tratado de Libre Comercio con el Triángulo Norte de Centroamérica; la reforma política; el proyecto que obliga a las cooperativas a pagar parafiscales y el proyecto que regula el derecho de huelga, entre otros.
Pero no: con la insaciable hambre por el escándalo, la riña y el chisme de última hora que parece ha permeado a toda la sociedad colombiana, no ha habido tregua para que los congresistas cumplan la función para la que fueron elegidos. Una de las conclusiones a la que se llega es que no siempre es justo que se tengan todos esos prejuicios contra la Institución. Hay muchos temas que se deben discutir y cientos de propuestas de legislativas que quieren aportar soluciones desinteresadas para salir de la crisis política.
El país tiene que diferenciar entre el Congreso como institución irremplazable para el buen funcionamiento de la democracia y aquellos congresistas que le han fallado a la sociedad colombiana, pero también tener presente que hay una mayoría que no ha sido permeada por la parapolítica. Este el momento en que Colombia necesita que su Congreso no se asfixie.

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